El cambio en trabajo social: intención, rupturas y estrategias

AutorNelia Tello Peón
Páginas89-101

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1. Reflexiones iniciales

Hacer trabajo social es intervenir intencionalmente en una situación-problema1

y desencadenar un proceso de cambio social. No hay mayor desacuerdo en considerar la intervención profesional para generar un cambio. Sin embargo, el resto de las

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afirmaciones ya implican diferencias insoslayables pero no siempre reconocidas de manera explícita. De entrada hay diferencias en cuanto a la epistemología; iniciar con una intencionalidad no es asunto menor. Intervención intencional es apertura, es posibilidad, es desear lo antes no pensado, lo no nombrado; es re-construcción en un mundo que no nos satisface, es una propuesta elegida, creativa, alterna a lo dado. Todo ello remite a una postura contraria a la determinista en donde la realidad se percibe como lo que está ahí y es inamovible; como algo que "el sistema no permite", frase que se escucha con frecuencia en voz de colegas.

El cambio que se pretende en cada proceso de intervención depende no sólo de la condición externa que lo contiene y promueve, sino también de la posición del sujeto con quien se trabaja y del profesional que la facilita, pues se construye en esa relación. Lo que se pretende en trabajo social con la intervención es generar un cambio social, como consecuencia lógica del hacer de trabajo social. Más no es algo sencillo, por las múltiples interpretaciones que se da a lo social.

Hoy, a cien años de las aportaciones de Mary Richmond, hemos perdido claridad en relación con el hacer social de trabajo social, con su especificidad y su objeto de trabajo, sin hablar de su objeto de estudio y de sus objetivos particulares. No en pocas ocasiones, el trabajo social se asocia a la buena voluntad, a hacer el bien, a la lucha social o al activismo. Sus tareas se mimetizan con los servicios sociales que prestan las instituciones de asistencia, (Tomás Fernández, 2014) con la lucha por mejores políticas sociales (Alayón, 1989; 2000; 2004), (Arteaga, 2001; 2004), y con la promoción de toda clase de derechos sociales y humanos (Bautista, 2003). Incluso existen quienes siguen considerándose con una vocación muy especial por ser trabajadores sociales, y hasta creen que nos rodea un aura de bondad. Así, se propagan falsos mitos, ataduras que impiden el pleno desarrollo del trabajo social y, más aún lo convierten en una disciplina subordinada a marcos teóricos, políticas y normas institucionales ajenos a una profesión que se construye día a día en el hacer de la cotidianidad, dimensión ninguneada, invisibilizada en la búsqueda de lo científico. Aún más, se generaliza el objetivo del cambio y se afirma unívocamente que es el bienestar social, la transformación de la sociedad o incrementar la calidad de vida de la población, sin tomar en cuenta que éstos son principios orientadores y responsabilidad de toda sociedad, no de una profesión.

Según García Salord, "mantener el status quo o promover el cambio como opción político-ideológica NO ES PRIVATIVO DE TRABAJO SOCIAL COMO PRÁCTICA PROFESIONAL" (1998, 21). Estas posturas llevan a trabajo social a ser y hacer todo y nada y, desde la todología, es fácil caer en situaciones de apoyo para el logro de los objetivos de otros profesionales. Entonces, se debilita nuestra especificidad y surge la confusión ahí donde se encuentran los trabajadores sociales con otras disciplinas que también actúan en lo social. El problema es que en lugar

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de extraer las claves de nuestra especificidad y fortalecer nuestra identidad, desgraciadamente nos convertirnos en la rama aplicativa de una o varias profesiones2.

Defendemos derechos humanos, sexuales, laborales, ecológicos, de género..., nos volvemos promotores cuyo contenido depende de las otras profesiones y áreas del conocimiento; podríamos dejarlo así, pero la evidencia académica del desarrollo disciplinar lo contradice, Trabajo Social responde a un requerimiento social particular, por ello su aparición y crecimiento. El motivo de la dispersión es la gran dificultad, que tenemos, para acotar el quehacer profesional en lo social.

Podríamos preguntarnos, ¿estamos cómo para dedicar tiempo a establecer límites, cuando lo de hoy son los estudios de frontera? Sí, claro, trabajo social -profesión construida desde la multidisciplina- tiene que acotar su objetivo de intervención, reflexionarlo, cuestionarlo, profundizarlo, trabajar en frontera con autonomía, coordinándose con los otros. Sin embargo, para trascender como colegiado, debe adjudicarse un punto de atención que concentre los esfuerzos de sus miembros y permita acumular conocimiento.

En este orden de ideas, parecería un gran reto hablar de los cambios que se buscan en trabajo social, cuando aparentemente se fragmentan, se multiplican y se diversifican las posibilidades.

Podemos identificar dos grandes grupos en torno al hacer de nuestra profesión: quienes piensan que la responsabilidad esencial es incidir de manera directa en la atención de algún problema social y profundizar en su atención, o quienes consideran que el centro de la acción es lo social y su atención en variados ámbitos de cualquier carencia, problema o conl icto social. Esta última postura insiste en que trabajo social se funda en el conocimiento3y siempre incide en lo social, aun de manera implícita, no nombrada, ya que se trata de procesos muchas veces no formalizados, ni reconocidos institucionalmente4Esto ya lo discutía Flexner en 1915 del siglo pasado, quien concluyó que el trabajo social no era profesión porque se dedicaba a diversas tareas en diversos campos. Flexner no fue capaz de mirar que, en los diversos ámbitos, el trabajo social maneja una constante: siempre se vincula con el sujeto individual o colectivo que afronta un problema social y lo fortalece.

Es decir, si le sujeto es un enfermo, trabajo social no interviene en la enfermedad sino en las relaciones con los familiares para que asuman el problema que enfrentan como grupo. Si el sujeto son los internos en una cárcel, el trabajador social no se convierte en el asistente del abogado, interviene y se relaciona con

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las autoridades, los internos y los familiares para que se fortalezcan como sujetos sociales (en unión con los otros) responsables de su situación y de su entorno. Si nos equivocamos, terminaremos como profesionistas de apoyo del médico o el abogado; si hacemos trabajo social, centramos nuestro hacer en la construcción del sujeto social para que afronte éstos y otros problemas con responsabilidad histórico-social5.

Por social entendemos la relación con el otro: individual y colectivo, informal y formal; un acontecimiento que genera contacto, experiencia, intersubjetividad, en particular con otro que tiene un problema, una carencia, un conl icto social. Lo social es un eje de simultaneidades, de coexistencia en un ahora determinado. Ubicados en lo social y desde lo social es claro que trabajamos con interacciones...

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