Un cambio de civilización: el trabajo de las mujeres como palanca

AutorLaura Mora Cabello de Alba
CargoProfesora de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. UCLM
Páginas213-220

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"Cambia lo superficial, cambia también lo profundo.

Cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo".2

1. Unas palabras introductorias

Son tiempos de caídas de máscaras, también de sentirse a pecho descubierto cuando se nombra una realidad que estaba enterrada viva como la propia Antígona. No hay nadie que no hable de crisis desde un lugar o desde otro, en muchas ocasiones banalizándola con frases ya comunes que dibujan un círculo poco virtuoso de diá-logo sordo que se retroalimenta en su energía centrífuga de tópicos que no llevan a ninguna parte, ni siquiera al tan deseable desahogo, porque esas palabras vuelven en forma de desesperación, cansancio, impotencia, rabia... como una maldito boomerang siempre destinado a volver. Palabras que vuelven obstinadamente porque se niegan a ser pronunciadas para nada y avisan con su regreso de que quizás haya que intentar escuchar y mirar la realidad de otra manera.

¿Qué es una crisis? ¿Es una crisis lo que está pasando en este mundo global y en nuestra propia casa? ¿Una crisis es un terrible bache en el camino que con mucho esfuerzo y tiempo -cada vez más tiempo- se podrá superar?

María Moliner, en su Diccionario del uso del español, dice que crisis es "un cambio muy marcado en algo". Etimológicamente, si acudimos al origen de la palabra

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crisis, ésta deriva del verbo krinein, que significa "separar", "juzgar", "decidir". Se podría decir, poniendo en relación el origen y el uso corriente de la palabra, que crisis es tiempo de cambio, de separación de lo que había sido hasta ahora y, por lo tanto, de decisión sobre qué rumbo tomar. No supone un alto en el camino, que también, si es que la vida admite paradas, sino una necesidad de transformación. Cuando ese aviso atañe tanto a las relaciones de producción y al propio concepto de trabajo, como a las relaciones de hombres y mujeres, quizás la crisis pudiera suponer además un cambio civilizatorio.

Un cambio de civilización entraña que parte fundamental del modo de vivir y de relacionarse de los seres humanos está cambiando y ya nunca será como antes. Está ocurriendo la ruina del joven sistema de explotación capitalista, como escribe en esta sección de debate Yayo Herrero; y está aconteciendo una revolución de las mujeres que han decidido ocupar los tiempos y espacios que deseen y no sólo aquéllos asignados por el orden dominante patriarcal desde hace mucho más de veinte siglos.

A las mujeres se nos sigue llamando "grupo social". Incluso desde perspectivas tutelares, se añaden los adjetivos de grupo social "oprimido", "en desventaja", "discriminado", reconociendo oportunamente la injusticia sangrante en el trato a las mujeres por el poder patriarcal. Pero incluso desde esas perspectivas amiga-bles, cuesta ver el reflejo de la libertad que las mujeres estamos alcanzando en el mundo entero, del cual somos una mitad y no un grupo social. ¿Qué pasa cuando la mujer se re-coloca en la casa y llega masivamente a la organización capitalista y patriarcal del trabajo? ¿Qué pasa, entonces, con la otra mitad masculina de la humanidad? ¿Qué pasa en un mundo donde el capital en crisis sigue desplazando del centro de la política la vida misma?

Pasa un cambio de civilización. Y eso supone transformación: mucha crisis y muchas posibilidades. Por un lado, se rebelan en crisis las formas de vivir y de trabajar dominantes y, por otro, se revela la posibilidad de hacer mundo desde un lugar pacífico, cuidadoso, al modo en que las mujeres han hecho que la vida se sostenga a lo largo de los siglos a pesar de las guerras, la explotación, la violencia.

Desde la política redistributiva se defiende la reapropiación social de los medios de producción capitalistas como uno de los posibles instrumentos políticos de reparto de la riqueza y superación del orden dominante. Sin embargo, esa misma política no reconoce que ha habido un cambio de titularidad en la propiedad de los cuerpos de las mujeres que ha pasado de los hombres a nosotras mismas. Una reapropiación que, sin embargo, no implica una propiedad privada individualista porque el cuerpo femenino es vehículo de dar vida, relación, hacer política, hacer derecho, pero hacer derecho y política con cuerpo de mujer.

Así que, en el momento presente, hay una civilización patriarcal y capitalista que cae, se deteriora, se virtualiza en forma de mercados financieros por pura carencia de sostén material de sus presupuestos; y una civilización que emerge desde el

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mundo de los hogares, y que tiene vocación de ocupar el mundo entero. Me refiero a la decadencia de una civilización que sólo es capaz ya de depredar recursos y derechos sociales; y del estado naciente de una civilización del cuidado que lucha por no homologarse con aquélla en el camino y sostener una vida más rica y justa también en el mundo público.

Cuánto tarde en caer el patriarcado capitalista y cuánto arrastre y masacre a su paso, no lo sabemos. Aunque asistimos cada día a su decadencia violenta y asesina, poniendo en cuestión y asediando cualquier modelo político que refrende su decadencia, como hace la política de las mujeres.

Que la civilización de las mujeres, que es para mujeres y hombres, cada vez sea más consistente depende de cada quien y de la política que seamos capaces de hacer juntos, sabiendo que tenemos mucho que aprender de las mujeres, que llevan toda la vida inventando formas de hacer política más allá de lo establecido por el orden dominante, lo que sin duda ha garantizado la supervivencia de la especie humana hasta la actualidad.

Por tanto, las palabras que siguen profundizarán en la idea de un cambio de orden de vida, que puede tener un futuro esperanzador si nos apoyamos en la palanca que las mujeres ofrecen con su política. Es necesario nombrarlo, decir que está pasando y ofrecer argumentos en este momento de ambigüedad aparente, que es lo propio de un momento de cambio, de crisis. Balbuceando, quizás, pero es la propia fragilidad de los inicios.

Para ello, se hablará de "crisis de la realidad", como referencia a esa forma de vida que ya no sirve más por inhumana, y de la "realidad que se desvela", para nombrar ese otro orden que va avanzando, que no sólo compensa los excesos del primero -como lleva haciendo de forma invisible durante muchos siglos-...

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