Cimón y el cadáver de Teseo. Mito y manipulación política en la democracia ateniense

AutorDavid Hernández de la Fuente
Cargo del AutorUniversidad Carlos III de Madrid
Páginas123-138

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1. Cimón o el "populismo" avant la lettre

La mitología y la literatura pueden ser poderosas armas de propaganda política, sobre todo a la hora de crear un orgullo o conciencia nacional. Buen ejemplo de ello es el caso de Teseo, que de ser un héroe más en la antigua mitología griega pronto pasó a encarnar las virtudes de los atenienses y a convertirse en una especie de héroe nacional. Valiente y emprendedora, la figura heroica de Teseo fue moldeada para ejemplificar el ideario ateniense, ocultando interesadamente los aspectos más negativos de su ciclo mítico.

Plutarco en su Vida de Teseo o el mitógrafo Pseudo-Apolodoro (Epítome I 16-24) recopilan diversas leyendas sobre Teseo, proporcionando datos e interpretaciones que recogen una antigua tradición. Escriben ambos eruditos a gran distancia de la época en que se configura el mito político de Teseo, en plena Atenas democrática, cuando su figura se vuelve un elemento más de la propaganda del imperio ateniense.

El punto culminante de este uso político se produjo en la época que se sitúa entre las Guerras Médicas y la Guerra del Peloponeso, y su puesta en escena fue el hallazgo del supuesto cadáver del héroe y su traslado a Atenas con gran loor de multitud. El popular estratego ateniense Cimón (c. 506-450 a.C.) se benefició políticamente de la historia mítica y de esta solemne concreción en la historia política. Hasta el punto de que la utilización propagandística por su parte de este mito le aproxima, como veremos, a los programas y medidas que caracterizan a la tiranía antigua. En una especie de "populismo" avant la lettre, Cimón cimentó su creciente estrella (frente al declive de su gran rival Temístocles) en su

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asimilación con Teseo y el aprovechamiento de los viejos mitos nacionales, que interesadamente fomentó. Cimón pudo así enfrentarse al partido del pueblo y a las reformas democráticas en su vertiginoso ascenso al poder y al afecto de los ciudadanos, que se produjo precisamente tras su triunfal regreso de Esciro, con los restos del mítico Teseo. Tras sus primeros éxitos militares, que apuntaban al incipiente imperio ateniense, el episodio de Teseo afianzó sobremanera su popularidad, como se puede inferir de Aristóteles (Const. At. 25 ss.), Tucídides (I 110 ss.) y, principalmente, a partir de Plutarco (Cimón 8, 5-7).

La carrera política de Cimón estuvo a menudo cimentada en la tradición mítica tan cara a los atenienses. Su vida, glosada por Plutarco1, bien merece una breve reseña. Para datarla hay que decir que fue elegido estratego (con 30 años) en 476 a.C, lo que lo situaría su nacimiento en 506. De procedencia tracia, su madre era la princesa Hegesípila, hija del rey Oloro de Tracia y estaba emparentado con Tucídides. Pertenecía a la familia aristocrática de los Filaídas y era hijo del gran Milcíades, héroe de Maratón. Heredó una elevada deuda de su padre, a partir de una fallida expedición militar a Paros, que pudo ser saldada gracias al matrimonio de su hermana Elpínice con el rico Calias2.

Cimón era el prototipo de hombre hecho a sí mismo, sin una educación exquisita, pero de buena apariencia y con una personalidad arrolladora. Esto le valió una carrera política fulgurante, usando un tipo de populismo que mezclaba lo mítico con las acciones de liberalidad pública y privada. Como dice Giuseppina Lombardo, «también por algunas cualidades exteriores supo ejercer una cierta fascinación entre la multitud. Se presentaba bien, era alto y bien parecido, buen orador; sus gestos eran a menudo un poco teatrales, como le gusta al pueblo»3. Con una mezcla de persuasión, bonhomía o dulzura de carácter ([VER PDF ADJUNTO]) y buena suerte, supo hacerse con el afecto del pueblo y el poder en la ciudad. Sus enemigos le tachaban de mujeriego, demagogo y bebedor. Hubo incluso rumores de incesto entre él y su hermana Elpínice, sin duda fomentados por sus oponentes políticos. Además era tenido por pro-espartano: se le condenó al ostracismo durante diez años, en 461, tras prestar ayuda a Esparta, afectada

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por un terremoto (464)4. Lo cierto es que durante toda su trayectoria política se esforzó por congraciar a Atenas con Esparta.

Se unió a diversas mujeres y tuvo muchos hijos; Plutarco destaca, citando a Estesímbroto, que tuvo gemelos de una mujer de Clitor (Arcadia) a los que llamó Lacedemonio y Elio. Pero también se dice que ambos, junto a un tercero de nombre Tésalo, nacieron de Isodice, hija de Euriptólemo, hijo de Megacles, de la conocida estirpe de los Alcmeónidas. Este matrimonio claramente político unió las familias de los Filaídas y los Alcmeónidas5. Tuvo cuatro hijos más, aunque se le atribuye algún otro en las fuentes. Entre los conocidos, Lacedemonio (cuyo nombre señala el filolaconismo de Cimón), desempeñó algún cargo político y militar6, mientras que Tésalo actuó como acusador de Alcibíades en el asunto de los hermes en 415 a.C.7En la situación política posterior a las Guerras Médicas, Atenas estaba dominada en precario equilibrio por el partido aristocrático y el democrático, a la cabeza de los cuales estaban respectivamente Arístides y Temístocles. Pero Cimón, aprovechando las ausencias y errores de sus competidores, pronto se hizo con el liderazgo de los aristocráticos y fue elegido estratego en 476 a.C. Desde ese mismo momento ejerció el mando de los aliados de Atenas. Participó en éxitos resonantes, como la toma de Bizancio y de Eión (476 a.C.), su primera gran acción8, proporcionando a Atenas el control de las riquezas mineras de Tracia y enriqueciéndose él mismo.

Como general Cimón fue brillante, ingenioso e innovador, y obtuvo resonantes éxitos militares que supusieron el comienzo del imperialismo de Atenas (la gran batalla de Eurimedonte de 465 y su afortunada guía de la Liga délica desde 478), demostrando gran astucia en otros episodios (como el reparto del botín entre los aliados en Sesto y Bizancio9). Por un lado, consiguió cerrar las filas de la Liga de Delos, dominada por Atenas, previniendo deserciones como la de Naxos en 469 o Tasos en 465, mezclando acciones enérgicas y persuasión10. Por otro, mantuvo a raya a los persas, obteniendo tras la batalla de Eurimedonte la célebre paz de

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Calias11, que fijó los límites de infiuencia del Imperio Persa. Su carrera culminó con la expedición ateniense a Chipre y Egipto, fallida a la postre, muriendo al parecer en Citio. A su muerte ya era un general casi legendario. Pero en vida, su ascenso definitivo a la fama se derivó de su triunfal regreso de la isla de Esciro, con los huesos de Teseo ([VER PDF ADJUNTO]12), héroe que fue, en cierto modo, su alter ego mítico.

2. Teseo y su evolución política: uso y abuso de un mito

Pero hay que reparar previamente en el mito de Teseo y su proyección política. Hijo de Egeo y Etra en el mito, sabemos por Aristóteles que existió un ciclo épico que cantaba sus hazañas, del que habría una épica Teseida no conservada13. Su historia responde a los tópicos del nacimiento tardío del héroe -en cumplimiento de una profecía a Egeo14, que fue a Delfos en busca de un hijo-, la infancia en Trecén alejado de su padre y patria, la educación heroica y el viaje iniciático hacia su Atenas de origen superando enemigos y limpiando el camino de bandidos15. Después de ser reconocido por su padre como heredero, Teseo emprende la conocida aventura del Minotauro16para liberar Atenas de la tiranía cretense, lo que consigue con ayuda de Ariadna, a quien posteriormente abandona. La leyenda afirma que a su regreso, al olvidar poner las velas blancas en la nave en señal de victoria, su padre Egeo se suicidó y Teseo quedó como rey de Atenas. El ciclo de mitos atenienses incluía también una guerra contra

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las amazonas17y una serie de aventuras con su amigo Pirítoo, incluyendo una [VER PDF ADJUNTO] al Hades18, como la de otros héroes míticos.

Las fuentes antiguas sobre Teseo, al contrario de lo que ocurre con otros héroes, se han perdido, y solo nos quedan recuentos completos de sus hazañas desde el siglo V a.C., en plena expansión imperial ateniense. La iconografía sobre este héroe, bien estudiada19, ha facilitado un esquema cronológico de sus mitos. Se ve gracias a éste que Teseo se convirtió paulatinamente en rival del dorio Heracles y que interesadamente se potenció su vertiente más positiva como vencedor de los centauros y las Amazonas, amenazas de origen bárbaro, como la propia Atenas quería aparecer frente a los persas. Teseo se convirtió así, en la época del imperialismo ateniense, en una especie de «héroe nacional», en parte debido a la propaganda política, en las letras y las artes. Isócrates lo alaba frente a Heracles20, el héroe panhelénico por excelencia (aunque relacionado con los dorios), y las metopas del tesoro de los atenienses en Delfos o las pinturas de la Stoa Poikile lo honraban como símbolo de Atenas.

Políticamente, el mito de Teseo fue adquiriendo enorme importancia para Atenas hasta el punto de que, según la leyenda, los atenienses le atribuían su primera constitución política y configuración urbanística: como gobernante y antes de su exilio -por un anacrónico ostracismo, según algún escolio, debido a una acusación de tiranía21- Teseo habría dado lugar al nacimiento de la gran Atenas. Se le consideraba promotor del sinecismo, o unión de aldeas, y de un programa urbanístico que habría embellecido la ciudad mediante edificios políticos como el Pritaneo, la Boulé o Asamblea. Además, se supone que instituyó las festividades más importantes, como las Panateneas y las Delias.

La relación de Teseo con el santuario panjónico de Delos sirvió de justificación mítica para el dominio ateniense sobre la isla y la Liga de ciudades que llevaba su...

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