Cabida y calidad en la compraventa de inmuebles, de M. Medina de Lemos.

AutorJosé María Chico y Ortiz
Páginas312-314

    MEDINA DE LEMOS, M.: Cabida y calidad en la compraventa de inmuebles, Tecnos, 1989.

El tema de la presente monografía es de aquellos que afectan más al campo hipotecario en su proyección física de las fincas. La reducción, el exceso, la cabida mínima, la máxima, etc., suponen un juego de disposiciones que regulan y estructuran uno de los muchos aspectos de la unidad registra!: la finca. Y de verdad que es tema de actualidad, pues esas "nuevas mediciones" a que se somete a las fincas cuando van a ser enajenadas o pendientes de un negocio jurídico, suponen siempre o casi siempre un "exceso" en la cabida de ellas. Recuerdo que estando al frente de un Registro cuyo término podía perfectamente ser calculado en cualquiera de las medidas del sistema métrico decimal, con poco error de cálculo, me iban llegando escrituras "con recientes mediciones" que me pusieron en alerta constante, pues comprobé que en aquellas inmatriculaciones podíamos haber superado nuestro término registral y estar ya, pongo por caso, en Gibraltar. Le tuve que advertir a mi ilustre compañero: no Page 313 admitas tanta "nueva medición" o ruega a los interesados que no rieguen tanto las fincas ya que éstas crecen de una manera alarmante.

El tema también es de mucha actualidad con vistas a esas medidas comunitarias que tratan de evitar la contaminación provocada por el estiércol de varios animales añadido a la tierra. Y así, por hectárea, no podrá haber más de dos vacas o cinco cerdas con lechones o 133 gallinas ponedoras. Y aquí empieza ya a provocar un ataque frontal al sistema métrico decimal donde los centímetros, los milímetros, los metros, los kilómetros, las áreas, las centiáreas, las hectáreas tenían su medida, pero no su equivalencia. En los tratos de venta y compra de tierras ya nunca o pocas veces se podrá decir: te vendo una hectárea, sino te vendo una tierra, finca, terreno, superficie, etc., donde puedes tener dos vacas o cinco cerdas con lechones o 133 gallinas ponedoras. Y Dios te libre de que la vaca le de por parir o a las cerdas o gallinas por multiplicarse, pues entonces tendrías que acudir al exceso de cabida y ya veríamos si el Registrador te lo admitía...

El autor, por ser amigo mío, me permite esta disgresión de humor, pero su estudio está realizado en un plano científico y académico. Tiene su base en lo que fue su tesis doctoral a la que el autor hace referencia en su nota preliminar y en la que dedica un emotivo recuerdo al Profesor Lacruz Berdejo...

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