La búsqueda de la felicidad

AutorCarmen Sanabria Pérez - Alberto Sereno Álvarez
Páginas213-225
Capítulo 15
La búsqueda de la felicidad
El recién anunciado descubrimiento de las ondas gravitacionales, que
prueba cien años después la teoría de la Relatividad, no solo pone de
moda la ciencia en los medios, sino que muestra, como el propio
Albert Einstein afirmaba, que nuestro miedo más profundo es
reconocer que somos inconcebiblemente poderosos. Nos hemos
creído imbatibles y omnipotentes gracias a la incontestable fuerza de
nuestros logros científicos y tecnológicos. Pero ¿eso nos hace más
felices?
De entrada, parece que, según confesión propia, los científicos son
mucho más felices que el resto y no digamos que los burócratas que
pueblan los ministerios. Puede ser. No es lo mismo que tu oficio
consista en derribar las fronteras del conocimiento que en mantener
una máquina funcionando. No hay color. Sin embargo, Tolstoi
sentenció en su día que todas las familias felices se parecen,
mientras que las infelices lo son cada una a su manera. Tal vez no le
faltaba la razón al afirmar que la felicidad se parece bastante más al
aburrimiento que a las grandes pasiones. Lo indiscutible es que hay
muchas clases de felicidad y que la del simple no es la misma que la
del filósofo, pudiendo ocurrir que los que consideramos infelices sean
más felices que los sabios.
No cabe duda de la enorme emoción que acompaña los
descubrimientos científicos para quienes investigan. Para muestra, el
descubrimiento con que se encabeza este capítulo resumido en las
palabras de un joven científico: «Piensa en algo de unos 150 km de
diámetro, con una masa 30 veces la del Sol y aceléralo a la mitad de

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