La bruja {des}vestida: del grabado renacentista al fotograma contemporáneo. Pervivencias y transformaciones de una simbología sexista (Parte I)

AutorMª Cristina Hernández González
Páginas419-423
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LA BRUJA {DES}VESTIDA: DEL GRABADO
RENACENTISTA AL FOTOGRAMA
CONTEMPORÁNEO. PERVIVENCIAS Y
TRANSFORMACIONES DE UNA SIMBOLOGÍA
SEXISTA (PARTE I)
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Universidad de Sevilla
1. Introducción
A través de la dinámica simbólica de la vestidura/desnudez -o de la ocultación/exhibición del
cuerpo femenino-, la figura de la Bruja parece haber recibido un tratamiento casi homogéneo en dis-
tintas épocas y a través de diversos medios artísticos y comunicativos. Desde el Renacimiento hasta
el cine contemporáneo, tomando el Prerrafaelismo como intersección fundamental, analizaremos la
figura de la Bruja {des}vestida como signo de herencia, adaptación, subversión y transformación de
una serie de estereotipos sexistas -la mujer salvaje, la madre negligente, la esposa rebelde, la taimada
hechicera seductora o la vieja bruja- amalgamados y fusionados en la actualidad. En esta primera par-
te, nos dedicaremos a la Bruja vestida en dos modelos pictóricos y en el film Sleepy Hollow (1999)
de Tim Burton, dejando para el próximo encuentro el análisis de las brujas de Dürer y Baldung en
Antichrist (2009) de Lars von Trier.
2. Des{vistiendo} a Sidonia von Bork, victoriana femme fatale
La representación en el arte victoriano de mujeres dotadas por un extraordinario intelecto se tra-
dujo en la iconografía de bellas y sensuales hechiceras, unas “anomalías femeninas” para la socie-
dad victoriana que, paradójicamente, también funcionaban como objetos de consumo erótico para
el espectador masculino, el cual proyectaba doblemente sus deseos y sus angustias hacia mujeres
poderosas y atractivas (Casteras, 1991, 142-143). El arte prerrafaelita se sirvió de la imagen de la
bruja para mostrar los aspectos malignos y terribles de lo femenino, aunque sus idealizadas hechice-
ras resultaban igual de seductoras, hermosas y encantadoras que las benignas damiselas que también
retrataban (Marsh, 1987: 109). Y al erotizarlas y fetichizarlas, sesgaban su verdadero poder, centrán-
dose en su belleza como estrategia corrosiva contra el varón en detrimento de su poder intelectual,
claramente reducido. Una de las primeras brujas prerrafaelitas es Sidonia von Bork (1860) de Edward
Burne-Jones, una acuarela en la que se entrelazan la magia, la maldad y la seducción, asentando así
las bases iconográficas de la femme fatale. Burne-Jones se basó en la novela pseudo-histórica de
Johann Wilhelm Meinhold, Sidonia von Bork: Die Klosterhexe (1847), concretamente, en la traduc-

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