Biotecnocracia y praxis bioética

AutorJosé Mª Rodríguez Merino
Páginas125-145

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1. El resurgir de la utopía ética
1.1. Ideología y liberación biotecnológica

La utopía colectivista, que durante décadas fue teorizada y puesta en práctica por las sociedades del Este europeo, se desveló ineficaz para transformar a dichas sociedades cuando se desmoronó el muro de Berlín. La caída del muro hizo reflexionar a todo el mundo sobre la utopía colectivista otrora motor de liberaciones de las masas proletarias. También obligó a los dirigentes socialistas a hacer un análisis sobre la construcción social de una realidad que se reveló utópica.

El entramado social de los países del Este se sostenía sobre los cimientos de una ética vertical representada por el Estado, que no sólo colectivizaba los bienes materiales, sino que socializaba también los valores morales; valores que administraba de modo paternalista y cuyo cumplimiento igualitario exigía a sus vasallos.

Llegados los años noventa, la realidad histórica se impuso a la utopía estatalizadora, porque la ideología se había burocratizado, la economía había fracasado, las masas habían perdido la moral y el Estado totalitario se había derrumbado. Era el final de una utopía.

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El desencanto de la utopía colectivista dejó tras de sí a millones de esclavos mentales y morales que optaron por reemplazar el socialismo utópico por la sociedad de consumo que venía de Occidente en forma de liberación.

Consumo, biotecnología y utilitarismo fueron los nuevos jinetes liberadores del apocalipsis totalitario que ofrecían, como recambio ideológico, útiles manufacturados, bienestar, ocio, felicidad. Así, la utopía colectivista era sustituida por la razón biotecnológica de sistema individual y democrático.

La liberación que ofrecen las biotecnologías se lleva a cabo por la aplicación de las altas tecnologías a la explotación de la materia viva para obtener un “valor añadido”. Valor que se traduce en una mayor renta “per cápita” y mejor calidad de vida individual y social. Este “valor añadido” ofrece al mercado nuevas bacterias descontaminantes, moléculas terapéuticas (anticuerpos, insulina, interferón), bacterias reprogramadas que producen toneladas de proteínas en mucho menos tiempo que cualquier vaca. En genética se perfila un supermercado de genes con posibilidad de elegir sexo, cánones corporales, medidas de inteligencia, fábricas de emociones, etc. Esta es la nueva ideología del siglo XXI.

1.2. La tentación biotecnocrática

El poder que generan las biotecnologías se convierte en una poderosa arma biotecnocrática para los políticos y administradores de la economía. Ello es debido a que un alto porcentaje del dinero invertido en el I+D+i de las altas tecnologías es de los contribuyentes, que desean ver rentabilizadas sus inversiones en una mejor calidad de vida, mayores cuidados de la salud y en el aumento de las prestaciones sanitarias.

Sin embargo, administrar bien el poder biotecnocrático no es fácil, pues conlleva tentaciones: de apropiación indebida,Page 127 de errores calculados y de manipulaciones poco éticas que afectan de manera sensible a la sociedad. Así, el proceso de gestión de los recursos públicos termina en pocas personas con mucho poder de decisión real y efectiva. Este poder se denomina “biotecnocrator” (Rodríguez Merino J. M. 1991/NP), o poder generado por las biotecnologías, y es ostentado por las multinacionales y gestionado por políticos y economistas. Sirve como ejemplo la guerra internacional desatada por las patentes de los genes. Este poder será sin duda el de las biosociedades del tercer milenio que acrisolará nuevas formas de gestión cultural y ética.

1.3. Utopía biotecnocrática y ética de la responsabilidad

La utopía se describe como un ideal de futuro pero que, en el caso de las biotecnologías, puede ser realidad a corto plazo; tal es el ejemplo de las terapias celular, génica y molecular. Esta transformación de la naturaleza de modo artificial va a ser mucho más profunda y real que la auspiciada antaño por el socialismo utópico, ya que la instrumentalizan los gobiernos democráticos y la presentan como un logro político/social, pero sin provocar el suficiente debate ético.

En la era de la biotecnología se hace necesaria la pregunta por la ética, pero que implique también una respuesta por medio del “principio de responsabilidad”. Este compromiso político/social requiere una adecuación de los códigos éticos, así como una actualización de las deontologías para afrontar con dignidad el devenir histórico.

No obstante, a lo largo de la historia reciente muchos tecnocientíficos han tomado conciencia de sus errores o de los malos usos de sus descubrimientos, y han provocado la pregunta por la ética en el desarrollo de la ciencia que ellos investigan. Así, R. Oppenheimer, tras el holocausto de Hiroshima en 1945, comenzó a admitir el pecado del científico atómico; el juicioPage 128 de Nuremberg demostró que la medicina ya no era inocente; P. Berg, descubridor de la recombinación génica, pidió una moratoria a todos los biólogos moleculares en 1993 en Assilomar (California) por las posibles consecuencias y responsabilidades éticas de su invento. En el Congreso de Bilbao en 1993 se instó a una moratoria sobre la manipulación de células germinales. Por fin, a petición de muchos científicos, biotecnólogos, juristas y humanistas, entre ellos F. Mayor Zaragoza-UNESCO, se reclama, por imperativo ético, que el Genoma sea declarado “patrimonio común de la Humanidad” o mejor dicho, de la “Especie Humana”.

Sin duda, los avances biotecnológicos aplicados a la biomedicina reportan beneficios como la terapia génica. Pero también pueden conllevar múltiples riesgos como infecciones o enfermedades no controladas. Este balance de riesgos/beneficios hay que evaluarlo constantemente con una reflexión ética. Así, si el investigador tiene libertad para sacar adelante su proyecto, nunca será para lesionar los derechos de los seres humanos, sino para respetar sus derechos, cumplir la ley y trabajar en favor del bien común. Unos ejemplos de la tensión entre progreso biotecnológico y ética de la responsabilidad son la llamada “enfermedad de las vacas locas”, la clonación de animales y humanos, los transgénicos, etc., desconociendo los efectos adversos.

Tanto el político/legislador como el administrador de los recursos tienen la obligación de informar y explicar a la sociedad, a quien representan, los proyectos de investigación con sus objetivos y fines, especialmente si se trata de biotecnología– agroalimentación, biomedicina, farmaindustria. A la vez debe hacer notar tanto los riesgos/beneficios para la salud como los conflictos éticos que pueden generar. El ejemplo más claro en este momento es la secuenciación del Genoma Humano que sugiere preguntarse por el grado de información y conocimiento que tiene la sociedad acerca de él, así como por los objetivos,Page 129 fines y consecuencias. En consecuencia, la tecnociencia ¿perderá su conciencia en este magno proyecto?

Las preguntas no se agotan con los biotecnólogos, sino que se amplían a los biotecnócratas. He aquí algunas: qué tipo de hombre y qué clase de sociedad se quiere para el futuro; qué modelo de educación bioética se debe impartir en la era biotecnológica; qué legislaciones, convenios y/o códigos éticos se deben de promover, debatir y elaborar desde ya; qué obligaciones morales aceptarán las generaciones del mañana respecto a las de hoy; etc. Son interrogantes que requieren una profunda reflexión interdisciplinar.

2. Bioética: un paradigma inconmensurable
2.1. Avances biotecnológicos y aplicaciones biomédicas

El hito histórico más crucial en el avance de la Biología Molecular lo marcaron Watson/Crick cuando en 1953 formularon la hipótesis de la estructura del ADN (ácido deoxirribonucleico) en forma de “doble hélice”. Este descubrimiento dio origen a la secuenciación del ADN que contiene la herencia genética.

En 1971 se inició la era de la Ingeniería Genética cuando P. Berg obtuvo la primera molécula del ADNr (recombinante). La técnica de la recombinación génica constituyó la clave que abrió la puerta al secreto mejor guardado por la naturaleza durante siglos o lo que hoy se llama modificación y/o manipulación genética. La secuenciación y recombinación del ADN tiene ya múltiples aplicaciones a la biomedicina. La primera es el descubrimiento de casi cinco mil defectos/enfermedades mono/poligenéticas. La segunda es el tratamiento y cura de las distintas clases de tumores mediante terapia génica/somática; ya que la terapia germinal todavía queda lejos y es moralmente...

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