La bioética ha muerto. ¡Viva la ética médica!

AutorJosé María Barrio Maestre
CargoUniversidad Complutense de Madrid
Páginas25-49
José María Barrio Maestre La bioética ha muerto. ¡ViVa La ética dica!
Cuadernos de BioétiCa XXVi 2015/1ª
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Cuadernos de Bioética XXVI 2015/1ª
Copyright Cuadernos de Bioética
LA BIOÉTICA HA MUERTO. ¡VIVA LA ÉTICA MÉDICA!
BIOETHICS IS DEAD. LONG LIVE MEDICAL ETHICS!
JOSÉ MARÍA BARRIO MAESTRE
Universidad Complutense de Madrid
Facultad de Educación
C/ Rector Royo Villanova s/n. Ciudad Universitaria
28040 Madrid
E-mail: jmbarrio@ucm.es
RESUMEN:
El objeto de este artículo es mostrar la crisis paradigmática que vive la bioética académica. Desde
que una parte importante del gremio de los bioeticistas comenzó a relativizar la prohibición ética de dar
muerte a un ser humano inocente, de una forma u otra comenzó a aliarse con la industria de la muerte: el
negocio del aborto provocado y, después, de la eutanasia. La tesis de este trabajo es que al cruzar ese Ru-
bicón la bioética se ha corrompido, y ha perdido su conexión con el discurso ético, político y jurídico. Sólo
cabe esperar que resurja de sus cenizas si recupera el «tabú» de la sacralidad de la vida humana, algo para
lo que la Ética Médica podría suministrar una ayuda inestimable, pues aún se conserva ahí la referencia de
que «un médico no debe matar», si bien en forma excesivamente «discreta», y algo «avergonzada». De
todos modos, los médicos con conciencia saben más de ética que la mayor parte de los bioeticistas.
ABSTRACT:
The purpose of this paper is to show a paradigmatic crisis in academic bioethics. Since an important part
of bioethicists began to relativize the ethical prohibition of killing an innocent human being, one way or
another they began to ally with the death industry: the business of abortion, and then that of euthanasia. The
thesis of this paper is that by crossing that Rubicon bioethics has been corrupted and has lost its connection
to the ethical, political and legal discourse. One can only hope that it will revive from its ashes if it retakes the
«taboo» of the sacredness of human life, something for which medical ethics could provide invaluable help,
because it still keeps the notion that «a doctor should not kill», although in an excessively «discreet» and
somehow «ashamed» way. However, conscientious doctors know more about ethics than most bioethicists.
Palabras clave:
Bioética y Ética
Médica, sacralidad
de la vida humana,
aborto y eutanasia.
Recibido: 08/08/2014
Aceptado: 31/12/2014
Keywords:
Bioethics and Medical
Ethics, sacredness of
human life, abortion
and euthanasia.
1. Introducción
De acuerdo con su teoría de las generaciones, Ortega
y Gasset sitúa los treinta años como la edad en la que
los humanos abandonamos la juventud. Madurez impli-
ca, entre otras cosas, tomar posesión de lo real. En este
sentido, nunca terminamos de madurar, pues tampoco
llegamos nunca a hacernos cargo de(l) todo. Ahora bien,
hacerse cargo de la realidad, en la medida en que nos
es posible, implica «reconocer los límites dentro de los
cuales van a moverse nuestras posibilidades»1.
1 Ortega y Gasset, J. Meditaciones del Quijote, Cátedra, Ma-
drid, 2012 (9ª ed.), 207.
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Cualquiera que sea la fecha de su nacimiento, entre
las varias que se proponen, según el criterio de Ortega
la Bioética habría alcanzado ya sobradamente la mayo-
ría de edad. Pero si por su edad cronológica ya debiera
haber entrado en la madurez, psicológicamente sigue
imberbe, pues parece que ha olvidado algo tan simple
como esto: un médico no debe matar.
Hace ya tiempo que la Bioética se ha convertido en
un discurso autorreferencial, justamente porque en él
se ha difuminado la referencia a unos límites hasta el
punto de quedar seriamente comprometida la sustan-
cia ética del argumento, y, según Robert Spaemann, la
noción de límite (Grenze) es decisiva en ética2. Es difícil
encontrar hoy un foro de discusión bioética en el que
la prohibición absoluta de matar a un inocente no se
ponga en cuestión. Muchos bioeticistas la relativizan ha-
ciéndola depender de ciertas condiciones, en ausencia
de las cuales podrían plantearse determinados supuestos
que obligarían a ponderar el valor de esa prohibición
contrastándolo con otros «valores».
Simplificando mucho, y formulada de manera menos
bárbara que la expresión que da título a estas páginas,
me parece que esta es una de las intuiciones funda-
mentales de Edmund Pellegrino (1920-2013), a quien un
reciente número de Cuadernos de Bioética ha rendido
un merecidísimo homenaje3.
No sería justo dejar de reconocer algunas aportacio-
nes que, desde sus comienzos, la Bioética ha hecho a las
ciencias biomédicas:
a) Ha contribuido a poner en primer término al
paciente como sujeto moral autónomo, que en
buena parte era ignorado desde la perspectiva
2 «Es conocido el discurso de Himmler sobre la elevada y ab-
negada moralidad de sus asesinatos de judíos, la cual libraría a la
humanidad de una plaga mortal. Himmler entendía la moralidad
como la heroica liberación de aquello que para los griegos constituía
su núcleo: aidos, temor, el temor a sobrepasar los límites impuestos
al hombre» (Spaemann, R. Límites. Acerca de la dimensión ética del
actuar, Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid, 2003, 12-13).
Vid también su recién publicada autobiografía Sobre Dios y el mun-
do. Una autobiografía dialogada, Palabra, Madrid, 2014, 331.
3 Cuadernos de Bioética, nº 83 (vol. XXV, 1ª, 2014), a cargo
del Prof. Manuel de Santiago. Esa intuición está expresada en mu-
chos de sus escritos, pero quizá muy claramente en Pellegrino, E.
D. y Thomasma, D. C. Las virtudes cristianas en la práctica médica,
Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, 2008.
meramente asistencial en la que se definían los
parámetros éticos de las profesiones sanitarias
hasta hace no mucho tiempo. No empece en
nada el valor de esta contribución el hecho de
que junto a ella se hayan desarrollado también
algunas patologías, ciertos elementos mórbidos
que llevan a una imagen hipertrofiada de la au-
tonomía.
b) La discusión bioética ha ayudado a sensibilizar a
la clase médica respecto de la cautela y circuns-
pección que la buena praxis exige al afrontar si-
tuaciones complejas que tienen múltiples matices,
o decisiones más o menos «trágicas».
c) La Bioética ha abierto un espacio de discusión
multidisciplinar que de suyo enriquece la delibe-
ración. En el complejo mundo de la Biomedicina
se necesita la presencia concurrente de médicos,
biólogos, filósofos, juristas y otros profesionales
para dar algo más de luz sobre cuestiones a ve-
ces muy sutiles, en las que hay que contrastar
perspectivas variadas para poder formular juicios
acertados ante decisiones que pueden ser con-
flictivas.
En el contexto de complejidad creciente en el que
hoy se mueven las profesiones sanitarias, la Bioética es
una disciplina que en el día a día hospitalario aporta a
los profesionales de la salud un marco ético para el ejer-
cicio profesional. Disponer de un Comité de Ética Asis-
tencial (CAE) para consultar ciertas cuestiones difíciles, o
de un Comité que apruebe los diversos ensayos clínicos
(CEIC), ofrece algunas garantías contra la inmoralidad.
Cuando lo que ante todo se busca es el mejor servicio
a los pacientes, esta Bioética clínica presta un gran apo-
yo a todos los sanitarios, estimulándoles a la excelencia
en su trabajo, y ayudándoles a superar las dificultades
propias del ejercicio de su profesión en ambientes de
sobrecarga asistencial.
Pero hay otra Bioética que ya desde hace tiempo
ha perdido el norte, la que se desarrolla en ciertos am-
bientes académicos. El título, algo provocador, de estas
páginas, así como la argumentación que sigue a partir

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