Importancia de la dimensión social para abordar la crisis de la biodiversidad: el caso de una especie amenazada en el Sureste Ibérico

AutorIrene Pérez Ibarra; Andrés Giménez Casalduero; Andrés Pedreño Cánovas
Páginas176-195

Irene Pérez Ibarra. Investigadora contratada en el Departamento de Biología Aplicada (Área de Ecología) de la Universidad Miguel Hernández. (irene.perez@umh.es)

Andrés Giménez Casalduero. Profesor titular de Ecología en la Universidad Miguel Hernández.

Andrés Pedreño Cánovas. Profesor titular en el Departamento de Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad de Murcia.

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I Introducción
I 1. Dimensión social de la conservación de la biodiversidad

La presencia del ser humano ha tenido, a lo largo de la historia, un importante impacto sobre los ecosistemas naturales123. En los últimos siglos, estos impactos se han incrementado de tal manera que actualmente se reconoce que el planeta se encuentra inmerso en una crisis ecológica global. Uno de los reflejos de esta crisis es el aumento de los procesos de extinción que está dando lugar a lo que se ha llamado la sexta gran extinción de especies. Las causas últimas de esta situación se encuentran en el crecimiento demográfico de la población humana y en el aumento de las tasas de consumo4. Éstas se reflejan en causas próximas más concretas, relacionados con acciones humanas a través de la sobreexplotación de las poblaciones de animales y plantas, la pérdida y fragmentación de los hábitats de las especies y la introducción de especies foráneas.

Entre las principales formas de relación del ser humano con la fauna que le rodean, y que mayores consecuencias han tenido a lo largo de la historia, se encuentran la caza y la domesticación de especies silvestres. En el primer caso, aunque antiguamente la extracción de especies silvestres se correspondía únicamente con la recolección de plantas y frutos, la caza o la pesca para el consumo de supervivencia, determinadas especies sufrieron una persecución indiscriminada y muchas de ellas llegaron a extinguirse5. En la actualidad, la progresiva globalización de los procesos de consumo ha generado un aumento en la escala de las extracciones, poniendo en peligro la supervivencia de numerosas especies de gran valor comercial.

En cuanto a la domesticación de especies, desde finales del paleolítico el ser humano ha domesticado, en diversos grados, a todas las especies animales susceptibles de serlo. En elPage 179 proceso domesticador pueden distinguirse distintos grados y, además de las especies típicamente domésticas, existen otras sobre las que se ha ejercido en algún momento una acción domesticadora. Estas especies estarían representadas por animales domados que mantienen elementos silvestres67. Entre los objetivos de la domesticación se encuentra la ayuda en la caza, la agricultura, el trasporte o la fuente de recursos (alimento, pieles, etc.), pero también el uso como animales de compañía8. Si bien esta última finalidad domesticadora aparece en la antigüedad, es en la actualidad cuando el proceso ha adquirido una gran magnitud. La predilección de la sociedad actual por los animales de compañía está estrechamente ligada al desarrollo de las ciudades y una búsqueda del ser humano de rodearse de animales. La explicación de esta necesidad parece encontrarse en una nostalgia de la naturaleza y en un aumento de la sensibilidad ecologista; pero también en una cierta añoranza de las familias numerosas y en el retroceso de los vínculos sociales tradicionales9. Además de los animales domésticos comunes de compañía, otras especies silvestres son domadas como mascotas, sufriendo así una etapa inicial de la domesticación10. Por este motivo, diversas especies silvestres se encuentran sometidas a una fuerte extracción para su mantenimiento en cautividad o para el comercio y el tráfico de animales vivos11.

El trato que cada sociedad o cultura da a los animales silvestres depende, de modo general, de la posición que ésta atribuye al ser humano en la naturaleza. La tradición judeocristiana ha transmitido la idea de que los seres humanos han sido puestos en una posición de dominio sobre el resto de una naturaleza subordinada12. La ausencia de la idea de conservación y preservación de la fauna ayudó considerablemente a la ejecución de la explotación y persecución de especies y, hasta tiempos relativamente recientes, determinadas especies, especialmente los animales carroñeros y depredadores, sufrieron una caza dirigida por ser considerados perjudiciales. De hecho, en diferentes países europeos, la regulación de la fauna en el siglo XIX y principios del XX consistía, fundamentalmente, en evitar la muerte deliberada de las fases del ciclo biológico o clases de individuos que garantizasen rendimientos cinegéticos estables o bien de aquellas especies consideradas útiles para el auxilio de laPage 180 agricultura, como las aves insectívoras13. En la actualidad, las sociedades continúan manteniendo diferentes actitudes ante la fauna que las rodea. Estas actitudes pueden ser negativas, principalmente cuando las especies causan daños a la población local o se perciben como un riesgo para la vida humana o las actividades económicas del entorno. El conflicto con estas especies generalmente se intenta resolver con la muerte o translocación de los individuos conflictivos14 y con el pago de compensaciones económicas15. El desarrollo rural y el aumento de los valores post-materialistas están provocando una disminución de estos sentimientos “negativos” hacia la fauna silvestre y una sustitución hacia valores de índole conservacionista. A pesar de ello, los cambios sociológicos que están ocurriendo en el medio rural están provocando el desarrollo de una serie de prácticas con importantes efectos sobre la conservación de especies silvestres amenazadas, algunas de ellas relacionadas con las maneras de interacción entre fauna y sociedad que se describían anteriormente, recolección y domesticación.

La manera en que la sociedad interactúa con el medio ambiente se organiza en forma de sistemas socio-ecológicos complejos cuyo análisis en profundidad requiere de nuevos enfoques metodológicos multi- e interdisciplinares. Esta necesidad se ha puesto de manifiesto ante la inefectividad de las ciencias clásicas para abordar la crisis de biodiversidad y se ha destacado la importancia de desarrollar estudios interdisciplinares que integren los aspectos biológicos y sociales de la conservación de especies16. Sin embargo, a pesar de su reconocida importancia, muchas investigaciones y políticas de conservación continúan sin incluir los factores sociales de la conservación y sin considerar a los colectivos implicados. Estos casos tienen importantes consecuencias y pueden ocasionar el fracaso de las acciones o estrategias de conservación puestas en marcha17.

La dimensión social de la conservación de la biodiversidad implica ver a los humanos como partes integrantes de los ecosistemas y que éstos influyen y se ven influidos por el medioPage 181 ambiente que los rodea así como considerar aspectos de índole social como relevantes para la conservación tales como los valores, actitudes o representaciones sociales que la sociedad tiene ante la naturaleza y destacar la participación social como proceso indispensable para promover la conservación de la biodiversidad. Esta perspectiva es la que se utiliza en el presente artículo, estudiando un caso emblemático como es la conservación de una especie amenazada, la tortuga mora (Testudo graeca) en su principal población europea.

I 2 El caso de la tortuga mora en el Sureste Ibérico

La tortuga mora es una especie amenazada cuya principal población europea se encuentra en el Sureste Ibérico, en las provincias de Murcia y Almería, donde habita en relieves suaves de naturaleza semiárida. Los paisajes en los que se distribuye este reptil, caracterizados por estar compuestos por una matriz de matorral con una estructura relativamente abierta y pequeñas manchas cultivadas, han estado favorecidos por la antigua sociedad agraria y actividades como el pastoreo o la recogida de leña han permitido el mantenimiento de la vegetación en un estadío sucesional intermedio. Actualmente este tipo de paisaje cultural está seriamente amenazado por el abandono de la actividad agraria tradicional, el desarrollo urbano-turístico y la expansión de la agricultura intensiva de regadío18.

La tortuga mora se incluye en el Convenio CITES (Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora) y se considera como vulnerable en el Libro Rojo de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. En la Unión Europea la especie está recogida en el Anexo II del Convenio de Berna y en los Anexos II y IV de la Directiva Hábitats. En el ámbito estatal la especie está catalogada como de interés especial. En Andalucía tiene la categoría de en peligro mientras en Murcia se considera vulnerable. El alto nivel de protección de la especie se debe a la situación de amenaza en la que se encuentran sus poblaciones a causa de la pérdida y fragmentación de su hábitat y de la recolección de individuos de las poblaciones silvestres. Esta última práctica ha estado facilitada por la importante presencia humana en los hábitats donde se distribuye la especie. En un primer momento fue la sociedad agraria la que habitaba estos territorios y, en la actualidad, aunque la actividad agraria tradicional ha sido abandonada...

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