Clausura del IX Congreso Nacional de Bioética AEBI. 'El lenguaje Universal de la Bioética' Pamplona, 25 y 26 de Octubre de 2013. Presentación del libro 'El Embrión Ficticio'. Historia de un mito biológico, del Prof. Dr. Gonzalo Herranz Rodríguez

Páginas515-519
NOTICIAS DE AEBI
CUADERNOS DE BIOÉTICA XXIV 2013/3ª
515
CLAUSURA DEL IX CONGRESO NACIONAL
DE BIOÉTICA AEBI. “EL LENGUAJE UNIVERSAL
DE LA BIOÉTICA” PAMPLONA,
25 Y 26 DE OCTUBRE DE 2013
PRESENTACIÓN DEL LIBRO “EL EMBRIÓN FICTICIO”. HISTORIA DE UN
MITO BIOLÓGICO, DEL PROF. DR. GONZALO HERRANZ RODRÍGUEZ
Intervención del Prof. Dr. Gonzalo Herranz
Rodríguez
Parece ser que he de decir en la Clausura de IX Con-
greso Nacional de Bioética algo sobre “El embrión fic-
ticio”. No sé si lo que pretenden los organizadores de
este acto es una promoción de ventas. No lo sé, pero sí
que puedo declarar que no incurro en conflicto alguno
de intereses de carácter financiero. Mucho más que el
libro se venda, me importa que el libro se lea; que haga
pensar y que, en consecuencia, sea criticado, a poder ser
constructivamente. Me interesa que sean numerosos los
que lo sometan a prueba y vean hasta qué punto su men-
saje ha de tomarse en serio. Me gustaría ver si resiste las
objeciones que le hagan los conocedores de la materia,
que origine debate.
Pero, ¿por qué lo hice? Por una razón principal: que-
ría poner en claro que los argumentos que deniegan al
embrión humano un estatus ético pleno desde el inicio
mismo de su desarrollo se apoyan en razones falsas: no se
sustentan sobre datos, sino sobre suposiciones. He tratado
de mostrar en algunos capítulos del libro, y creo haberlo
conseguido, que muchos datos y conceptos biológicos so-
bre los que aquellos argumentos se fundan son ilusorios;
es decir, o son erróneos, o han sido mal interpretados, o
simplemente han sido imaginados. De hecho, esos datos
no correspondían a hechos reales y que hubieran sido
demostrados en el tiempo en que los correspondientes
argumentos se crearon. Y, pasados más de cuarenta años,
nadie ha podido acreditarlos, hacerlos válidos.
Eso significa, y no es poco, que las leyes de muchos
estados, los informes de muy afamados comités, las di-
rectrices de ilustres instituciones científicas y un inmen-
so acervo de artículos escritos por éticos, moralistas y
juristas contienen vicios graves en lo que concierne a su
fundamentación embriológica: son, por decirlo de al-
gún modo, hermosos edificios intelectuales construidos
sobre arena. Curiosamente, desde los años 70 no han
soplado sobre ellos vientos fuertes que los descuajaran,
ni han caído lluvias que socavaran sus falsos cimientos. Y
siguen ahí. Mi deseo es que “El embrión ficticio” fuera
el primer embate de una tormenta que terminara por
arruinarlos.
Estoy persuadido de que el libro resultará incómodo
para no pocos y lo ignorarán. Otros lo tendrán como
un alegato que ofende a los muchos éticos, teólogos y
juristas que, en su día, movidos sin duda por la mejor
voluntad, aceptaron sin más averiguaciones los datos
científicos que los biólogos y médicos les entregaron, y
los hicieron suyos, los propagaron con empeño, porque
casaban muy bien con sus ideas: esos datos biológicos,
nunca comprobados aunque muy difundidos, les propor-
cionaban una visión reductiva de lo que ocurre en las
primeras y decisivas etapas del desarrollo embrionario,
una visión que ayudaba a justificar éticamente la contra-
cepción, la fecundación in vitro y la experimentación con
embriones. Tal versión, llamémosla oficial, de la biología
del embrión pre-implantado ha dominado sin oposición
a lo largo de más de tres decenios; nadie se opuso a ella.
Y hoy, en 2013, sigue dominando: los libros y las revistas
de este año repiten que, en las dos primeras semanas de
su desarrollo, el embrión puede convertirse en dos o más
gemelos; que dos embriones dizigóticos pueden fundir-

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