España-Marruecos: una relación bilateral de alto potencial conflictivo, condicionada por la Unión Europea - Panorama con propuestas

AutorAlejandro del Valle Gálvez
Cargo del AutorCatedrático de Derecho Internacional. Universidad de Cádiz
Páginas121-147

    Trabajo realizado en el marco del Proyecto de Investigación de I+D 2005, SEJ2005-08136/JURI, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia y los fondos FEDER de la CE/UE.

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Me corresponde realizar en la presente contribución un panorama general de las relaciones hispano-marroquíes en el momento actual. En mi opinión estas relaciones de vecindad, tradicionalmente complejas desde sus mismos orígenes, se encuentran hoy fuertemente mediatizadas por la especial vinculación de ambos Estados a la Unión Europea (UE, en adelante), que se convierte de esta suerte en un elemento clave para la comprensión de elementos conflictivos que, anteriormente, se canalizaban exclusivamente de forma bilateral. Si bien el conjunto de las relaciones se encuentra marcado por los actuales parámetros de las relaciones internacionales y del mundo mediterráneo, los aspectos conflictivos puramente bilaterales se han reducido drásticamente, quedando el conjunto ampliamente condicionado por la UE y la actividad multilateral llevada a cabo en foros y organizaciones internacionales. No obstante este marco internacional y europeo, ciertos aspectos de las relaciones hispano-marroquíes, como los territoriales, permanecen enquistados en lo más profundo de las relaciones, y albergan un potencial conflictivo extraordinario.

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I España y Marruecos en el marco actual de las relaciones internacionales

La actual Sociedad Internacional presenta unos perfiles de gran complejidad, debido a diversos factores que se han ido apareciendo en el mundo globalizado tras el final de la guerra fría y el fin del comunismo, y en donde los megatentados terroristas del 11 de Septiembre de 2001 conforman un referente esencial para la comprensión de las actuales Relaciones Internacionales1. Nos encontramos en efecto, ante una Sociedad Internacional muy marcada por un desentendimiento político y cultural occidente/mundo árabe-islámico -más que por un "choque de civilizaciones"2-, desencuentro muy acendrado tras la invasión militar de Irak, con la permanentemente irresoluta cuestión palestina.

En esta Sociedad Internacional, los elementos principales de cooperación y conflicto giran hoy alrededor de algunos elementos clave, como serían principalmente el fenómeno de globalización3; la imponente crisis institucional, en la que destaca el progresivo uso unilateral de fuerza armada en las relaciones internacionales4; la nueva concepción de la Seguridad, en particular ante el fenómeno delPage 123 terrorismo internacional5; además de diversos temas de la máxima importancia, sobre los que no existe aún hoy día un consenso para una adecuada regulación6.

En este contexto internacional dos cuestiones nos resultan especialmente interesantes para nuestro análisis de las relaciones España-Marruecos.

En primer lugar, la especial consideración del Mediterráneo con países interdependientes7 en un área o zona conflictiva, que ejemplificativamente separa en sus riberas norte y sur diferentes modelos políticos, culturales, económicos y de diferencias Norte-Sur, y que además alberga uno de los elementos más inestables de las relaciones Internacionales, como es la cuestión palestina y el conflicto árabe/israelí. Y, por lo que hace al Magreb, la existencia de un contencioso pendiente, el Sáhara occidental.

En segundo lugar, que las relaciones España-Marruecos se encuentran particularmente condicionadas por la pertenencia de España a las Comunidades Europeas y Unión Europea (CC.EE. o C.E., y U.E., en adelante) desde 1985, y por el papelPage 124 de socio privilegiado que con la Unión tiene Marruecos, con vocación de anclaje en Europa mediante un "estatuto avanzado".

Finalmente, es del máximo interés para las relaciones bilaterales no perder de vista un aspecto puramente interno marroquí, que es el del proceso de reformas de diverso orden acometidas por los Gobiernos del actual monarca, Mohamed VI8.

II España-Marruecos, unas complejas relaciones bilaterales

Tradicionalmente las relaciones entre España y Marruecos han sido especialmente conflictivas y complejas, desde la independencia de este país en 1956. Claro que estas relaciones hunden sus raíces en los siglos anteriores con la presencia española en el norte de África, y particularmente en el convulso periodo del protectorado español que comenzó en 19129.

Pero si nos situamos en las relaciones bilaterales desde la existencia del Estado marroquí, normalmente se considera la presencia de ciclos de mayor o menor cooperación y conflicto -que han tenido su reflejo en los Tratados y convenios firmados sobre muy distintos temas de cooperación bilateral10- y que refieren como hitos la retrocesión de Tarfaya (1958), el conflicto y retrocesión de Ifni (1969), la Marcha Verde, los Acuerdos de Madrid y retirada española del Sahara (1975-1976), los continuos conflictos de pesca, el Acuerdo de Amistad y Cooperación de 199111, la crisis de 2001-2003 y la normalización iniciada en 200412, y que haPage 125 llevado a la existencia hoy de una intensa colaboración bilateral con múltiples Grupos de trabajo y Comisiones mixtas en muy diferentes ámbitos13.

Centrados en los aspectos más conflictivos de estas relaciones, tendríamos un listado, principalmente, con los siguientes temas.

En primer lugar, la cuestión de los territorios de España en África, objeto de permanente reivindicación marroquí. Se trata de las ciudades de Ceuta y de Melilla, del Peñón de Vélez de la Gomera, del Peñón de Alhucemas y de las Islas Chafarinas14.

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A estas plazas, islas y peñones hay que unir el cuestionado islote de Perejil/Taura o Leila, cercano a Ceuta, de dudoso título español15. Aunque no entra en el conjunto de territorios referidos reivindicados por Marruecos -por entender que la Isla o Islote forma parte desde 1956 de su territorio-, tras los penosos incidentes de 2002 tiene un régimen especial de no ocupación16.

En segundo lugar, la ausencia de delimitación de espacios marítimos, en particular en la costa atlántica de los espacios frente a las Islas Canarias; pero también en el Estrecho de Gibraltar, vinculados estos espacios a la presencia de las plazas de soberanía española y peñones referidos17.

En tercer lugar, la cuestión del Sáhara. Como se sabe, España, como antigua potencia colonial, es un actor de relevancia en esta controversia, uno de cuyos trasfondos es la tensión entre Marruecos y Argelia. Haciendo breve resumen, tras los Acuerdos tripartitos de Madrid de noviembre de 1975 -secretos y nulos, según el Derecho Internacional-, España cedió la administración o control del territorio a Marruecos y Mauritania abandonando el Sáhara en febrero de 1976. Ello llevó a la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) -reconocida hoy por más de 70 Estados y miembro de la Organización para la UnidadPage 127 Africana, O.U.A.- y a un conflicto bélico librado por el Frente Popular para la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro (Frente Polisario) que culminó con la retirada mauritana, la construcción de los muros marroquíes en el Sahara, el "Plan de Arreglo" entre Marruecos y el Polisario (1988), y el posterior alto el fuego en 1991; con la aprobación ese año por el Consejo de Seguridad de la ONU del Plan de Arreglo en el que Marruecos y el Polisario aceptaban celebrar un referéndum en 199218. Se retomó así un proceso de Descolonización tutelado a partir de ese momento por Naciones Unidas para la celebración del referéndum, de aplicación problemática y supervisada por la "Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental" (MINURSO). Luego siguió el "Acuerdo marco sobre el estatuto del Sáhara Occidental" (Plan Baker I de 200119), y el "Plan de Paz para la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental" (Plan Baker II aprobado por el Consejo de Seguridad en 200320). Tras la negativa de Marruecos de aceptar el Plan de Paz y su rechazo de un referéndum que contemple la independencia como opción, apuesta por la regionalización de un Sáhara integrado en Marruecos; por lo que el proceso de autodeterminación entró en un compás de espera21, en el que se han abierto nuevas perspectivas en 2007 con la Resolución 1754 del Consejo dePage 128 Seguridad22. La tradicional posición española ha sido la de "neutralidad activa", hasta la llegada al poder de Rodríguez Zapatero23.

En cuarto lugar, una serie de tradicionales aspectos problemáticos en temas de cooperación económica y explotación de recursos, como son los temas de Pesca -habitual problema debido a la dependencia española de los recursos en aguas marroquíes-, y de Comercio de productos agrícolas.

En quinto lugar, la inmigración24, y particularmente el control por Marruecos de la inmigración irregular o clandestina en el área del estrecho y en la zona de Canarias25. Se trata de una Inmigración en la frontera sur, no muy numerosa pero sí muy impactante mediáticamente, en un principio de emigración magrebí ceñida al Estrecho de Gibraltar26, y posteriormente de una creciente emigración subsahariana -como la crisis de las avalanchas en las vallas fronterizas de Ceuta y de Melilla en 2005 puso de relieve27- y que se ha extendido a la costa atlántica africana, en dirección a las Islas Canarias.

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En fin, no hay que olvidar referir el distinto marco y percepción que marroquíes y españoles tenemos de la cuestión de la seguridad y de los intereses estratégicos28.

Independientemente de que, desgraciadamente, siempre pueden surgir nuevas vías de conflicto29, se trata de la "lista" más aceptada de...

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