Bicentenario de la muerte de don José Febrero. Acto de homenaje y catálogo de la exposición bibliográfica, Consejo General del Notariado, Madrid, 1991, 185 pp.

AutorR. Gibert
Páginas593-596

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De quien nada sabemos

escribí en mi CJE (1983, pero impreso en 1972 p. 33) al reseñar la larga continuación de su obra, si bien acababa de indicar su condición de notario de los Reinos, y el título de Librería de escribanos o Instrucción jurídica teórico-práctica de principiantes, cuya primera parte, en tres volúmenes aparecidos en 1769, trataba de testamentos y contratos; la segunda, en cuatro, de los «cinco juicios», y su nueva edición completada y mejorada, en 1798 y 1799, así como la colaboración de Campomanes en esta obra y el hecho de que sucesivas ediciones enlazaron dos épocas. Dicha continuidad sí fue registrada en una larga página. Sobre los precedentes, baste decir que Febrero no aparece en el índice alfabético del Manual de Riaza y García Gallo, de 1935, lo que no es de extrañar porque el derecho propiamente dicho ocupaba un lugar muy secundario en la Escuela de Hinojosa. Invitado a clausurar los actos recogidos en este volumen, nuestro ahora llorado Francisco Tomás y Valiente, a la sazón presidente del Tribunal Constitucional, contó la anécdota de que un alumno suyo en Salamanca, a la pregunta en un examen oral, sobre qué era «el Febrero», le contestó que «era una obra que no correspondía a ningún autor conocido, pero que era un breviario vivo del derecho de los siglos XVIII y XIX», a pesar de cuyo homicidio no le suspendió, porque a su vez se preguntó qué era lo que él había explicado en clase sobre dicho autor, y se dio cuenta de que Febrero era uno de esos hombres conocido sólo por su obra, famosa cuando su autor cayó en el olvido, y que se independizó y tuvo vida propia, objeto de manipulaciones diversas por diversos juristas ulteriores. En realidad, el Manual de Tomás y Valiente (1979, p. 620) contenía una relativamente amplia descripción de la obra y la escueta noticia de su autor, con esta valoración: «El interés del Febrero no está en la calidad de su contenido, por lo demás no desdeñable, sino en que constituye un reflejo de la convivencia entre derecho viejo y derecho nuevo desde el punto de vista doctrinal y también en que es el más destacado ejemplo de la supervivencia en pleno siglo XIX de unos modos de hacer ciencia jurídica carentes de estilo nuevo, de empuje teórico.»

Ahora, gracias a esta celebración, la atención ha recaído sobre el propio autor, su personalidad y su obra original, al tiempo que se ha precisado más sobre su prolongada trascendencia. Ante todo contamos con una pulcra reproducción de la Librería en la...

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