Benjamin Constant: estado liberal, derecho y derechos humanos

AutorJavier Dorado Porras
Cargo del AutorEditor
Páginas755-798
1. NOTAS BIOGRÁFICAS E INTELECTUALES DE HENRI
BENJAMÍN CONSTANT EN EL CONTEXTO DE SU TIEMPO
Henri Benjamin Constant de Rebecque nació en Lausanne el 25 de
octubre de 1767. Perteneciente a una familia acomodada y protestante
de origen francés, se for en las universidades de Oxford y Edim-
burgo. Allí se relacionó con relevantes miembros de los whigs, lo que
ayudaría a definir sus convicciones ideológicas liberales.
Tras la Revolución de 1789, viaja a Francia, conoce a quien muy
pronto será su compañera y valedora, amante durante muchos años,
Madame de Stäel1 (la hija de Necker, el gran ministro de hacienda de
Luis XVI y esposa del Embajador francés en Suecia) que, desde su
Círculo Constitucional, le introducirá en la vida política y cultural parisi-
na. Allí, Constant, de la mano de la Baronesa, tratará a numerosas per-
sonalidades y se dará a conocer, haciendo la política práctica que su
mentora no pudo hacer directamente por su condición de mujer. En
1796 publica artículos contra el Directorio; también contra los nostálgi-
cos del Ancien Regime, al tiempo que se sitúa ya frente a los métodos de
la Revolución aunque reconoce el valor de sus fines y objetivos. Duran-
te el régimen de Termidor y los años del Directorio, mientras critican el
1“Su inteligencia —escribió Constant sobre la baronesa a la que esconde bajo el nom-
bre de Madame de Malbée— me deslumbró, su alegría me entusiasmó, sus elogios me hi-
cieron perder la cabeza. Después de una hora tuvo sobre mí el poder más ilimitado que ja-
más haya ejercido una mujer”. CONSTANT, H. B.: “Cécile”, en Oeuvres, Gallimard, Paris,
1957, p. 150. Sobre las relaciones intelectuales entre ambos y sobre la influencia y el sentido
de la misma, vid. BASTID, P.: Benjamín Constant et sa doctrine, Paris, Libraire Armand Colin,
1966, pp. 175 y ss. O, GODECHOT, J.: La contre-révolution, Paris, P.U.F., 1984.
HISTORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES. Tomo III: Siglo XIX756
desarrollo de los acontecimientos y la acción del poder, Constant y Ma-
dame de Satël, con el estigma de ésta por ser la hija de Necker, hacen
profesión de fe republicana. Ni desean los sueños excesivos socializantes
de la primera época, ni quieren volver atrás. Defienden al principio una
Republica sometida al imperio de la Ley, con instituciones estables y
duraderas, que sea capaz de introducir políticas progresistas de forma
moderada, al estilo inglés, y más tarde, expresamente entre sus Princi-
pios de Política, una monarquía sometida al Derecho, constitucional y con
poderes; nada de lo que sucedió realmente en los años convulsos y de-
cepcionantes de Termidor, el Directorio y el 18 Fructidor2.
En 1799, por fin, Benjamin Constant es nombrado miembro del Tri-
bunado pero su progresiva oposición a Napoleón le supone, primero
el cese y, después, el exilio, en 1802. Años más tarde publicará su prin-
cipal artículo contra Napoleón, contra su espíritu de conquista, su impe-
rialismo y su belicismo. No volverá a París hasta la Restauración. De
esta época son la mayoría de sus trabajos a favor del gobierno liberal y
de la libertad de prensa, del gobierno de la opinión pública, en lo que
he denominado el primer modelo liberal de opinión pública3. Durante el
gobierno napoleónico de los Cien Días, vuelve a pronunciarse pública-
mente contra el Emperador. Éste decide citarle y, tras la entrevista,
nuestro autor comienza a colaborar con él en la redacción de la nueva
constitución, del Acta adicional, con el compromiso de que sentará las
bases definitivas para una auténtico Estado liberal de Derecho. Sin
embargo, la segunda Restauración lo vuelve a conducir al exilio. Luis
XVIII revocará la sanción y en 1816 retorna a Francia en donde vivirá y
defenderá los principios liberales hasta su muerte en 1830. En estos
años fue elegido diputado en varias ocasiones, apareciendo como uno
de los referentes principales del partido liberal. Defendió siempre polí-
ticas de moderación, de reconciliación nacional y sobre todo de control
y freno al poder del Estado; un Estado concebido únicamente como
responsable de la seguridad interior y exterior, como garante de la
paz, porque para el resto de funciones sociales y económicas ya están
los ciudadanos, con el máximo desenvolvimiento del que sean capaces
y con la mayor libertad posible en una sociedad abierta y dinámica.
2Vid. al respecto, por ejemplo, SÁNCHEZ MEJÍA, Mª L: “Estudio preliminar” a
STÄEL, M.: Escritos políticos, traducción de Ana Portuondo, Centro de Estudios Constitu-
cionales, Madrid, 1993, pp. XIII a XXI.
3Cf. RODRÍGUEZ URIBES, J. M.: Opinión pública. Concepto y modelos históricos, prólo-
go de Gregorio Peces-Barba, Marcial Pons, Madrid, 1999, pp. 253 y ss.
Capítulo XXXIV: Benjamin Constant: Estado liberal... - JOSÉ MANUEL RODRÍGUEZ URIBES 757
La Revolución de 1830 sorprende a Benjamin Constant fuera de
París, a donde regresa a petición de Lafayette para asistir a la toma de
posesión (elevación al trono) de Luis Felipe de Orleáns. Es mismo año
fue nombrado Presidente del Consejo de Estado. Muere en diciembre.
* * *
Hay etapas o periodos cronológicos que, por las razones que sean, no
siempre justificadas o comprensibles, forman parte de una suerte de “se-
gunda división” en la historia de las ideas o en la historiografía política.
Este es el caso sin duda de la época que comprende los primeros años tras
la Gran Revolución, el Directorio, el Imperio napoleónico, la Restauración
y prácticamente toda la primera parte del Siglo XIX, si se quiere con la fe-
cha mítica de 1848 como cierre. En este tiempo vivió y desplegó su in-
fluencia más inmediata nuestro autor, Henri Benjamin Constant, hasta
1830; un periodo que, comparado con el Siglo de las Luces que culmina
con los acontecimientos de 1789 o con el giro democrático y socialista
(igualitario) de la segunda mitad del XIX, es como si nada nuevo o nada
útil para el progreso de la humanidad se hubiera pensado. Y el diagnósti-
co, a mi juicio, es certero solo en parte y particularmente injusto con la
obra y el pensamiento de Constant, un liberal progresista en muchos as-
pectos, un liberal a fuer de Republicano que terminará defendiendo la mo-
narquía constitucional, un pensador práctico y moderado, de fuertes con-
vicciones religiosas que, a partir de su comprensión de la libertad, sentó
las bases de uno de sus contenidos esenciales o no negociables para nuestro
tiempo: la privacidad o la intimidad4. Veamos:
En efecto, frente al periodo inmediatamente anterior que supone la
culminación básica del proyecto de la modernidad5 tanto en los nuevos
4Huelga recordar la contradicción constante y palmaria a la que se ve sometida esta
aserción que solemos afirmar siempre como básica del ideario liberal cuando pensamos en
la realidad de nuestro tiempo, en el que se compra y vende intimidad, particularmente de y
entre ciertos personajes populares. Sin embargo, creo que, en línea de principio, y es una
de las múltiples contradicciones del tiempo que nos ha tocado vivir, también se guarda
con celo la privacidad personal como un rasgo característico del hombre contemporáneo,
de una cierta civilización que valora ese ámbito impenetrable para la sociedad, que nos
debe salvaguardar del ojo público, del Gran Hermano social o político.
5Vid. PECES-BARBA, G.: Tránsito a la Modernidad y derechos humanos, ed. Mezquita,
Madrid, 1981, o sus capítulos de introducción al contexto social, político y cultural de los
siglos XVI y XVII en la obra colectiva Historia de los derechos fundamentales, Vol. I, Dykinson,
Madrid, 1998.

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