Autoeficacia para autorregularse

AutorEugenio Garrido Martín - Jaume Masip Pallejá - Carmen Herrero Alonso
Páginas161-185

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1. El cuestionario de autoeficacia para la gestión personal

Los dos grandes motores de la conducta humana, según la teoría cognitivo social, son la autoeficacia para ejecutar un determinado curso de acción para conseguir unos efectos deseados y la gestión personal. Estos dos conceptos, tan sencillos, son los que explican que el hombre sea el gestor de su propia existencia.

La conducta de gestión personal es una conducta. Por lo mismo, sería necesario que las personas se sintieran capaces de llevar a cabo un programa de gestión personal, o de integración moral. Dicho más simplemente: es necesario estudiar si las personas se sienten capaces de ejecutar las conductas que integran un programa de gestión personal. Si existiera tal autoeficacia, una estrategia de intervención psicológica consistiría en instaurarla en quienes carecieran de ella. Es cierto que Bandura (2002b) afirma, de pasada, que se debería contar con la capacidad del sujeto para autorregularse. Pero en realidad, que se sepa, no se ha realizado ningún estudio de autoeficacia para auto regularse.

En criminología se habla de la impulsividad de los jóvenes y su poca preparación para las grandes recompensas fiadas a largo plazo. La urgencia, el momento sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo parecen ser la causa de muchos actos de delincuencia juvenil.(Karoly, 1993). En nuestro país son, sin duda, los trabajos realizados por el equipo de Santiago de Compostela (Luengo, Carrillo, Otero, y Romero, 1994; Romero, Gómez-Fraguela, Luengo, y Sobral, 2003) los que mejor han trabajado la hipótesis de la impulsividad y la conducta delictiva: quienes buscan impulsivamente el riego muestran una intensa relación tanto con la conducta antisocial como con el consumo de drogas legales (2003, p. 74). Las mismas conclusiones de Gottfredson y Hirschi. Pero no las conclusiones del estudio de Helsinki (Barberet et al., 2004), que, habiéndose planteado desde esta teoría, no encuentran respuesta satisfactoria en sus datos: ni es España (sociedad conservadora) se delinque menos que en Inglaterra o en Ho-Page 162landa, ni entre sexos, ni respecto al control familiar: Aunque el control familiar disminuye algo con la edad, esto no explica el cambio en la delincuencia con la edad. Uno puede especular que en la medida en que se cumplen años otras formas de control ganan en importancia tales como más estudios, conseguir trabajo y una relación más estable con el otro sexo (p. 42).

Frente a la teoría de los rasgos de personalidad, que se aviene mal con la teoría social cognitiva (Bandura, 1991a; Bandura, 1999b; Bandura, 2001), incluso aunque estos rasgos de personalidad sean los del control o la impulsividad (Gottfredson y Hirschi, 1990), proponemos la hipótesis de que el control personal, entendido como técnica de gestión personal, puede aprenderse en cualquier momento de la vida. Y proponemos también que es una clase de conducta para la que hay que sentirse capaz (autoeficaz) de realizar. ¿Es necesario volver a explicar que negar los rasgos de personalidad no es lo mismo que negar la existencia de la personalidad (relativamente) estable? Lo importante es admitir que se puede cambiar y no simple- mente contenerse o reprimirse. Son dos concepciones diametralmente opuestas. Lo mismo que existen diferencias en la concepción del mundo, la de la clasificación de las especies y la evolución de las especies. La teoría cognitivo social es evolucionista y su motor es el hombre que se siente capaz y se propone modificar su vida y su entorno. La teoría del control de Gottfreddson y Hirschi tiene, aparentemente, elementos comunes con la teoría cognitivo social. Tienen en común que la conducta antisocial se explica porque el sujeto busca su placer o su beneficio; que esto se puede evitar mediante el control, es decir, intervienen los mismos procesos que en la conducta que se acomoda a norma. Pero es diferente en cuanto dice que antes de buscar el beneficio o el resultado de la acción el sujeto tiene que sentirse capaz de ejecutar esa acción y es también diferente porque el control se gana y se pierde, no es algo estable de la personalidad. Además, se tiene control sobre unas cosas y no sobre otras, en unas circunstancias y no en otras, de ahí la especificidad de la conducta.

Resulta interesante observar cómo estos mismos planteamientos se repiten en otros tipos de conducta. Por ejemplo en la dilación de las obligaciones personales o laborales. En el meta análisis que acaba de realizar Steel (2007) sobre el tema aparecen las mismas posturas, aunque con distintos nombres, que en criminología. Los irreso-Page 163lutos, lo que dejan todo para mañana, son, dicen algunos, los impulsivos, los que buscan sensaciones fuertes, los que carecen del control necesario para no enredarse en la última ocurrencia. El paralelismo es tan asombroso que parecen plagios. Pero también se asemejan en los resultados: estas características no explican la dilación de las obligaciones (tampoco la delincuencia,) pues dilatan sus obligaciones por igual los impulsivos y los concienzudos. En cambio, no se demoran quienes se sienten capaces de ejecutar la tarea y se proponen metas a largo y corto plazo.

Se decía que, a diferencia de las teorías de la impulsividad, la teoría cognitivo social ha de explicar la autoeficacia para gestionar la propia vida, y que esta autoeficacia puede prevenir la delincuencia.

Para comprobar estas hipótesis se elaboró un cuestionario de autoeficacia para el control personal, en el que se pregunta a los sujetos si se sentían capaces de: 1) Observar la propia conducta para ser consciente de la misma y saber si ha conseguido lo que se proponía, 2) establecer metas a corto plazo (semanalmente), precisas y exigentes, 3) proponerse metas a largo plazo (trimestrales, anuales...) precisas y exigentes, 4) anotar diariamente los progresos y retrocesos realizados en la tarea que se ha propuesto,5) auto reforzarse (premiarse) por el logro de las metas propuestas, 6) castigarse por no haber logrado las metas personales, 7) adquirir compromiso con uno mismo que especifique la metas, planes, castigos y refuerzos, 8) identificar las dificultades comunes que puedan aparecer cuando se esfuerza por conseguir algo que se ha propuesto y 9) desarrollar procedimientos para superar las dificultades.

En esta investigación (Rojas, 2003) participan 523 estudiantes de 1.º y 4.º de la ESO, con una edad media de 13,75 años, siendo los chicos el 50,9% y las chicas el 49,1. El cuestionario tiene una α de Crom- bach de .8255.

La escala se agrupa en torno a dos factores, que se denominaron:

1) autoeficacia para las dificultades y 2) autoeficacia para el compromiso. Sus cargas factoriales se presentan en la tabla 3.

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Componentes
1 2
AE. Ver, detectar dificultades .771
AE. Superar dificultades .767
AE. Auto refuerzo .749
AE. Firmar compromiso .628
AE.Metas a largo plazo .672
AE.Metas a corto plazo .653
AE. Auto-observación .573
AE autorregistro .774 .774
AE. Castigarse .105 .105

Tabla 3: Factores de la autoeficacia para el control personal.

Los dos factores son la planificación de metas y la ejecución de las tareas necesarias para lograrlas. Recuerda la vieja distinción de Bandura, entre aprender y ejecuta.(Bandura, 1965). Esta idea ha sido bien desarrollada por Cervone (2000). Afirma que la apreciación de autoeficacia para ejecutar una conducta consta de dos componentes: uno, de carácter más cognitivo: saber cómo se debe ejecutar la conducta, y el segundo, más conductual, sentirse capaz de recorrer el camino para conseguir lo que se ha propuesto. Algo semejante a la diferencia entre el crítico de arte y el artista. El primero sabe apreciar las características de la creación artística, por eso es capaz de juzgarla. El artista sabe, fundamentalmente, cómo ejecutarla.

Allá por los años setenta, cuando Bandura hablaba del refuerzo personal para modificar la conducta, insistía en que estos tratamientos suelen fracasar porque la persona no ejecuta los controles o la monitorización y, especialmente, porque no se aplica los premios y castigos. Una cosa, pues, es proponerse metas y otra juzgarse capaz de ejecutar las tareas que las logran. También encajan aquí los resultados de los últimos estudios realizados por Bandura sobre el aprendizaje vicario (Carroll y Bandura, 1987; Carroll y Bandura, 1982; Carroll y Bandura, 1985; Carroll y Bandura, 1990), en los que demuestra que una conducta no está aprendida hasta que no se construye el esquema mental de todo el curso de acción. Por ejemplo, realizar un saque potente y ajustado en la pista de tenis.

Para el comportamiento moral o acomodado a norma, nacido del control personal como mecanismo de vinculación moral, la persona,Page 165además de saber lo que está bien o está mal, debe considerarse capaz de llevar a cabo las conductas que la implementan.

2. Autoeficacia para la gestión personal e impulsividad

Permanecemos en la investigación sobre la autoeficacia para la gestión personal. Se pretendía, entre otras hipótesis, compararla con la impulsividad de Gottfredson estandardizada e investigada ejemplarmente en España por Luego y sus colaboradores (Luengo et al., 1994; Romero et al., 2003). Ítems significativos son, por ejemplo, ahorro con regularidad, compro a menudo cosas por impulso, suelo hacer o decir cosas sin detenerme a pensar.

En el estudio se utilizaron otras escalas de autoeficacia: autoeficacia para resistir la tentación de los compañeros que incitan a ausentarse de casa, consumir droga o cometer algún tipo de delito. Ejemplos: resistir la presión de los amigos para fumar...

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