Atención a las situaciones de dependencia en Andalucía: una visión panorámica

AutorMicaela Navarro
CargoConsejera de Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía.
Páginas93-106

INTRODUCCIÓN: CLAVES PARA EL DEBATE Y CONCEPTUALIZACIÓN DE LA DEPENDENCIA

La atención a la dependencia ha abierto un gran debate entre personas expertas y responsables de políticas públicas motivado fundamentalmente por los cambios sociodemográficos producidos en las últimas décadas.

Las transformaciones en las relaciones familiares, la incorporación de las mujeres al mercado laboral, el sustancial descenso de la natalidad, la reducción del tamaño de las viviendas, los intensos procesos de urbanización de la población, a la vez que se mantienen varios miles de pequeños y medianos núcleos rurales, con una población especialmente envejecida y con mayor esperanza de vida, el aumento de accidentes y de nuevas enfermedades invalidantes, etc., son factores que alteran, de manera irreversible, las redes tradicionales de atención y apoyo familiar, fundamentalmente asumido por las mujeres de la misma familia, en solitario y sin la ayuda de nadie.

La importancia que ha adquirido la atención a las personas dependientes y a sus familias obliga a poner a punto los esquemas conceptuales que faciliten su estudio e investigación. Por tanto, un paso previo a su estudio es delimitar conceptualmente lo que se entiende por dependencia. Y para ello nos valdremos de algunas de las definiciones al respecto, con la finalidad de delimitar el grupo de personas que tendrán derecho a la protección.

En nuestro país, desde hace ya algunos años, se utiliza el término «persona dependiente» para definir la situación de alguien que necesita ayuda de otro para realizar ciertas actividades cotidianas consideradas básicas. Entre otras acepciones que aparecen en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), la situación de dependencia es la «situación de una persona que no puede valerse por sí misma».

Más allá de esta definición de la RAE, la que propone el Consejo de Europa (CE) goza de un amplio consenso. La definición es la siguiente: «Aquel estado en que se encuentran las personas que, por razones ligadas a la falta o pérdida de autonomía física, psíquica o intelectual, tienen necesidad de asistencia y/o ayudas importantes a fin de realizar los actos corrientes de la vida diaria». Y añade que: «La dependencia puede afectar a cualquier sector de la población y no sólo a las personas mayores. Si bien es cierto que la dependencia tiende a aumentar con la edad, y que la vejez se caracteriza por aparecer frecuentemente asociada con múltiples problemas de salud, la edad no es el único criterio acerca de este estado» (recomendación n.º (98) 9 a los estados miembros, aprobada por el Comité de Ministros el 18 de septiembre de 1998).

Y es acertada la definición del Consejo de Europa al concretar que la dependencia puede afectar a cualquier grupo de población y no sólo al de personas mayores porque, como veremos seguidamente, también es considerable su prevalencia entre las personas de menor edad. Es decir, a pesar de que el envejecimiento de la población está dando una dimensión nueva al problema, tanto cuantitativa como cualitativa, es necesario destacar que la dependencia recorre toda la estructura de edades de una población y sería un grave error identificar población mayor con población dependiente.

De hecho, si la cifra total de personas dependientes no institucionalizadas en nuestro país se elevaba a 100.000 individuos aproximadamente en el año 1999, casi un 29% eran personas de menos de 65 años. En Andalucía, tomando también como referencia la conocida Encuesta sobre Discapacidades, Deficiencias y Estado de Salud del INE de 1999, este porcentaje incluso es mayor, puesto que alcanza el 45% aproximadamente. Sin embargo, el origen de las situaciones de dependencia en estos casos es preciso buscarlo, fundamentalmente, en malformaciones congénitas que aparecen desde el nacimiento y en accidentes de tránsito, laborales, etc., mientras que en las situaciones de dependencia en el grupo de personas de más de 65 años se encuentran asociados al padecimiento de enfermedades crónicas y/o a procesos degenerativos que, a menudo, acompañan la senectud.

En este esfuerzo conceptual del término dependencia, la Secretaría de Estado de Asuntos Socales, Familias y Discapacidad concreta que una persona es dependiente a los efectos de tener derecho a la protección de la dependencia, cuando «no puede realizar sin ayuda alguna las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) relacionadas con el cuidado personal, la movilidad dentro del hogar o las funciones mentales básicas». Entre otras ABVD están: lavarse y asearse, vestirse y desvertirse, cambiar las posiciones del cuerpo, desplazarse dentro del hogar, y reconocer personas y objetos.

Como vemos, es importante para la futura ley clarificar la posición conceptual de los términos referidos a las situaciones de dependencia antes de iniciar o abordar otro tipo de cuestiones. Igual de importante es delimitar el grupo de personas en situación de dependencia. La importancia de este trabajo para el gobierno andaluz ha llevado a presentar lo que hasta ahora hemos avanzado en la estimación de las personas dependientes en Andalucía. Pero algunas notas metodológicas previas del proceso de estimación realizado son claves a la presentación de los resultados obtenidos.

Tanto las cifras de población del Instituto Nacional de Estadística (INE), del Instituto de Estadística de Andalucía (IEA), como de la reseñada Encuesta sobre Discapacidades, Deficiencias y Estado de Salud del INE de 1999, son referencia imprescindible en los que apoyar los análisis realizados. Una de las novedades de la estimación realizada de la población andaluza dependiente es la actualización de las cifras de población, al utilizar los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes al Padrón Municipal de 2004. Igualmente, todas las estimaciones realizadas se han hecho para las personas de 6 a 64 años y 65 y más años, así como considerando la variable género1.

A priori, para la estimación de la población en situación de dependencia en Andalucía, hemos considerado las situaciones de dependencia severa y de dependencia total o gran dependencia. Y para ello se han seguido los criterios establecidos por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

Estas aclaraciones metodológicas son previas a la presentación del número de personas en situación de dependencia en Andalucía, que es lo que seguidamente pasamos a conocer. La base de datos más reciente para cuantificar en Andalucía el número de personas que, según el criterio definido, pueden considerarse dependientes es la «Encuesta de Discapacidades, Deficiencias y Estado de Salud de 1999» (INE, 2001). La muestra andaluza de esta encuesta (en lo sucesivo, ED-99) permite disponer de información sobre más de 700.000 individuos (exactamente, 319.994 personas de 6 a 64 años y 388.837 de 65 y más años) y es representativa de la población de la Comunidad Autónoma andaluza. La mencionada encuesta nos permite, por tanto, una primera cuantificación del número de personas en situación de dependencia no institucionalizadas en Andalucía.

De esta forma, advertimos que la cifra de personas en situación de dependencia (severa y total) no institucionalizadas en Andalucía alcanza las 523.376 personas, de las que 217.291 tienen entre 6 y 64 años y 306.085 tienen 65 y más años. Como vemos, aunque la prevalencia es mayor entre las personas de 65 y más años, también es considerable entre las que tienen menor edad, lo que confirma la hipótesis que planteábamos al principio, al señalar que las situaciones de dependencia recorren toda la estructura de edades de una población. Además, tanto en un grupo como en otro de edad son mayoritarias las personas con una situación de dependencia total, las denominadas «grandes dependientes».

Al analizar las situaciones de dependencia por género advertimos que las mujeres son las que en mayor medida se encuentran en estas situaciones, especialmente a medida que avanzamos en la edad. De hecho, de todas las personas en situación de dependencia en Andalucía un 58,4% son mujeres (305.549 mujeres). Todavía es mayor ese porcentaje entre las personas de 65 y más años, al ser de un 66% (200.767 mujeres).

En todo caso hay que advertir que las cifras contenidas en la ED-99 infravaloran el alcance real, puesto que esta encuesta no considera a todas aquellas personas que se encuentran ingresadas en instituciones donde se atiende a personas en situación de dependencia (personas en situación de dependencia institucionalizadas).

De esta forma, si extrapolamos al año 2004 los resultados que proporciona la ED-99 sobre personas en situación de dependencia que viven en su casa, y añadimos los datos que acabamos de mencionar sobre el grupo de personas institucionalizadas, podemos estimar que en el año 2004 había 523.376 personas en situación de dependencia no institucionalizadas en Andalucía y 43.602 en centros para personas en situación de dependencia (566.978 en total).

GRÁFICO 1. NÚMERO DE PERSONAS EN SITUACIÓN DE DEPENDENCIA NO INSTITUCIONALIZADAS EN ANDALUCÍA, POR GÉNERO Y EDAD

[ NO INCLUYE GRFICO ]

Especialmente importante cuando prestamos atención a un tema tan delicado como es el de la dependencia es el análisis de la perspectiva de género, sobre todo por dos razones o situaciones que configuran la realidad de la vida y las necesidades de las personas en situación de dependencia Éstas razones son:

En primer lugar, la previsión actual es que el incremento de la población de mayores de 80 años, segmento en el que existe el índice más alto de dependencia, se produzca con un aumento proporcional de mujeres. De hecho, según las proyecciones de población del Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de mujeres en Andalucía de 80 y más años en el 2050 será de 256.373, cuando el de hombres será de 150.190. Evidentemente, la mayor esperanza de vida al nacer de las mujeres condiciona estas situaciones. De hecho, cuando en la actualidad la esperanza de vida al nacer de las mujeres es de 81,51 años, la de los hombres es de 74,89 años.

Nos encontramos, por tanto, ante la feminización del envejecimiento o dicho de otra manera, ante la «feminización de las situaciones de dependencia», lo que hace que las mujeres andaluzas sean las principales destinatarias de las prestaciones y servicios para la atención a las personas dependientes. Se parte incluso de la hipótesis de que las desventajas y problemas de la dependencia se ven agravados entre las mujeres como resultado de una situación de doble discriminación: por su condición de mujeres («discriminación sexista») y por tener algún tipo de dependencia («discriminación por dependencia»).

Recordemos que según las estimaciones realizadas por el gobierno andaluz, basadas en la Encuesta sobre Discapacidades, Deficiencias y Estado de Salud del INE de 1999 y en los datos del Padrón Municipal de Habitantes del INE, de todas las personas en situación de dependencia en Andalucía, un 58,4% son mujeres (305.549 mujeres). Entre las personas de 65 y más años en situación de dependencia, el porcentaje de mujeres todavía es mayor, del 66% (200.767 mujeres). Además, si en este mismo tramo de edad consideramos a las personas que tienen una situación de dependencia total, las diferencias por género vuelven a ser muy considerables, puesto que el número de mujeres en esta situación es de 124.473 y el de hombres es de 61.640.

GRÁFICO 2. PROYECCIÓN DE LA POBLACIÓN DE 80 Y MÁS AÑOS EN ANDALUCÍA, 1998-2050, POR GÉNERO. ESCENARIO MEDIO.

[ NO INCLUYE GRFICO ]

En segundo lugar, el hecho de que el 80% de las personas cuidadoras son mujeres, frecuentemente de la misma familia y convivientes en el mismo domicilio, lo que ha venido a denominarse como cuidado informal. Además, suele ser una sola persona la que asume la mayor parte de la responsabilidad y se define como cuidador o cuidadora principal (C.P.). Mujeres cuya actividad cuidadora de otros limita su independencia, su participación activa en la sociedad y su ocio. Además, esta actividad cuidadora de las mujeres genera, en muchos casos, patologías que a su vez pueden llegar a ocasionar una discapacidad.

Los cuidados de larga duración son, en un sentido amplio, todas aquellas atenciones que se llevan a cabo con el propósito de que las personas en situación de dependencia puedan continuar realizando un conjunto de actividades cotidianas que se consideran básicas, y que tienen que ver, fundamentalmente, con tener cuidado de uno o una misma. Así pues, ayudar a una persona a comer, a vestirse o a bañarse, serían todas ellas atenciones que deberían conceptualizarse como cuidados de larga duración. Su principal característica, de aquí su nombre, es que se desarrollan durante periodos de tiempo prolongados. No olvidemos que estos cuidados han sido prestados y siguen prestándose por personas de la misma familia o la red de apoyo más cercana al individuo («cuidado informal»), en la mayoría de los casos mujeres convivientes en el mismo domicilio y en solitario.

Es paradójico, pero según se desprende del Libro Blanco de Atención a las Personas en Situación de Dependencia en España, presentado en enero de 2005, en el «paraíso del cuidado familiar» que es nuestro país, no se había producido una sola iniciativa ni de intervención ni siquiera de investigación sobre el sistema de apoyo informal2. Reconocer la magnitud del cuidado informal significa poner en evidencia la importancia del apoyo informal como fuente de recursos para la atención a la dependencia y nos lleva a reflexionar sobre los cambios que están produciéndose en la estructura y en el modo de vida de las familias.

No sólo en España, sino en todos los países industrializados, las investigaciones señalan que estos cambios se relacionan en gran medida con la creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral extradoméstico y con la disminución de las familias extensas. Pero lo que ocurre es que a pesar del importante aumento de la tasa de actividad femenina en los últimos años, la mayoría de las mujeres sigue ocupándose de la responsabilidad de las tareas domésticas, entre las que se encuentran el cuidado de los niños y niñas y la atención de los miembros de la familia en situación de dependencia.

No deben olvidarse las consecuencias que para las mujeres que cuidan tiene esta forma «dependiente» de vivir la vida. En este caso encontramos a personas que podrían conceptuarse como «personas con dependencia de segundo orden», ya que no sólo se produce la dependencia de la persona que tiene algún tipo de dependencia con respecto a la persona que la cuida, sino que ésta llega en ocasiones a perder total o parcialmente su autonomía e independencia, alcanzando un grado de dependencia en términos sociales. Es decir, sin necesidad de que medie dependencia alguna, igual o casi tan importante como la que padece la persona que cuida. Así se refleja en el libro «Situación social y laboral de las personas con discapacidad en las comarcas de Islantilla, Bajo Guadalquivir y la Vega Media de Sevilla»3, que puede servir de muestra de la realidad que viven las personas en situación de dependencia y sus cuidadores y cuidadoras.

Esta situación se agrava especialmente cuando son mujeres de mayor edad (65 y más años) las que cuidan a personas enfermas, niños y niñas o personas mayores en situación de dependencia, situación ésta que aumenta cada día. Un 20% de la población cuidadora de personas mayores tiene más de 65 años, segmento de población que debe ser focalizado de manera especial en las intervenciones, pues se trata muchas veces de personas muy mayores que se ven forzadas a asumir una carga desmedida para sus posibilidades reales de estado de salud, energía, habilidades y capacidad de trabajo.

En este contexto, para obtener una visión panorámica de cómo se abastecen los cuidados de larga duración en Andalucía, de nuevo la ED-99 constituye la fuente de datos más reciente para tratar de valorar la importancia cuantitativa de las modalidades de ayuda, pero también el estudio realizado en 1999 por la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP) sobre cuidados y cuidadoras. Del estudio de la EASP se desprende que la participación de fuentes formales de apoyo es minoritaria (sólo en un 3,1% de los casos) y, cuando existe, suele concentrarse en hogares donde reside sólo la cuidadora principal con la persona beneficiaria de los cuidados.

El tiempo que las cuidadoras dedican a cuidar es muy considerable. Según la misma fuente de información antes referida, la mayor parte de las cuidadoras andaluzas (90%) dedican más de tres horas diarias a atender a las personas que tienen a su cargo.

GRÁFICO 3. CUIDADORES Y CUIDADORAS HABITUALES EN ANDALUCÍA, POR GÉNERO Y EDAD

[ NO INCLUYE GRFICO ]

Aproximadamente un tercio percibe que su dedicación es superior a las 20 horas al día, lo que se traduce como «prácticamente todo el día». Muchas son las cuidadoras que afirman que cuidar a una persona dependiente constituye un trabajo que no tiene principio ni fin, sino que más bien consiste en estar disponible permanentemente para atender cualquier necesidad que presente el beneficiario o beneficiaria. En este sentido, estimaciones realizadas por M.ª Ángeles Durán en el año 2001 sobre datos publicados por el Panel Europeo de Hogares son suficientemente esclarecedoras. Anualmente las familias españolas dedican más de nueve mil millones de horas de trabajo no remunerado (equivalentes a unos 5,2 millones de puestos de trabajo a tiempo completo) al cuidado de personas ancianas y enfermas. El 80% de todo este «trabajo invisible» es realizado por mujeres.

Como cabría esperar, hacerse cargo de un familiar dependiente y desempeñar, a la vez, un trabajo remunerado, resulta una situación muy difícil de mantener para la mayoría de las cuidadoras. Aproximadamente el 40% de las cuidadoras en Andalucía declara que el ser cuidadora ha afectado a su trabajo extradoméstico. Además, si tenemos en cuenta las cuidadoras que han tenido que dejar definitivamente un empleo y las que no han tenido acceso a él por el hecho de cuidar, es posible concluir que asumir el papel de cuidadoras principales ha condicionado la «exclusión» definitiva del mercado laboral de un 35% de las mujeres encuestadas en el estudio de la EASP.

En general, las implicaciones que estos resultados tienen de cara a planificar actividades de apoyo a las cuidadoras nos llevarían a diseñar las estrategias de ayuda para abordar aquellos factores que se asocian con la aparición de problemas para cuidar, y que además son característicos de la situación de cuidados susceptibles de modificación.

ANDALUCÍA ANTE LA FUTURA LEY

Actualmente está gestándose la Ley de Autonomía Personal, en un proceso que cuenta con la participación de las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos. La implantación del correspondiente Sistema es tan importante para el bienestar de los ciudadanos y ciudadanas que debe hacerse con todas las garantías. Por ello es fundamental llegar a soluciones que partan del máximo acuerdo y la participación, pero es fundamental no precipitarnos y llegar a soluciones que partan del máximo acuerdo y la participación.

El gobierno andaluz tiene un claro propósito y compromiso de regular la atención a las personas en situación de dependencia en Andalucía y a sus familias. Y comparte la idea de que sólo desde el consenso se pueden construir las bases más sólidas de este Sistema. Por eso el 1 de febrero se convocó por el gobierno andaluz la mesa de diálogo social, donde se ha iniciado con los representantes de los empresarios y empresarias y con los sindicatos un calendario de trabajo que incluye como objeto de negociación la estimación del número de personas en situación de dependencia a proteger, el catálogo de prestaciones y servicios, la naturaleza de las prestaciones y del Sistema y su financiación.

En Andalucía hemos abordado los trabajos preparatorios que nos permitan la más eficaz y pronta implantación de las prestaciones y servicios que puede prever la nueva ley. Lo hemos hecho en el marco de una profunda reflexión sobre los derechos sociales y sus garantías.

Estos trabajos se han dirigido al estudio de la población andaluza beneficiaria, el análisis de la distribución territorial de los recursos, los derechos de los usuarios y usuarias, la modernización del Sistema público, la perspectiva de género, y la participación de los sectores sociales implicados. Ello nos permite conocer con detenimiento el fenómeno de la dependencia, y para ello los planteamientos contenidos en el Libro Blanco sobre la Dependencia han sido fuentes de información fundamentales. También es relevante conocer el entorno socio-político y las soluciones jurídicas al efecto para intentar acertar con un Sistema que dé respuesta a las personas en situación de dependencia.

Desde Andalucía, creemos que la igualdad en el acceso a los derechos hace necesario que el Estado legisle en este ámbito, y que esta legislación se establezca con carácter básico de aplicación en todo el territorio nacional. Por tanto, realizamos una serie de consideraciones:

En primer lugar, creemos que la nueva Ley debe completar un marco de protección basado en los principios de universalidad y derecho subjetivo. Este escenario de protección debe desarrollarse desde el principio de la transversalidad, maximizando los Sistemas públicos ya existentes para no generar estructuras paralelas.

En cuanto a la financiación, sea cual sea el modelo para financiar el Sistema, éste no puede generar un sistema de privilegios entre ciudadanos y ciudadanas de distintos territorios. Somos conscientes que ponerlo en marcha supone un enorme esfuerzo económico, pero hemos de valorar las externalidades positivas de empleo, capacidad adquisitiva y desarrollo tecnológico que este genera. Y que, desde luego, el coste no puede ser un argumento para que el Sistema nazca de manera fragmentaria e insatisfactoria; debe ser apto para todas las personas.

Creemos que el Sistema debe construirse desde un marco de diálogo con todos los agentes implicados en el proceso, desde la articulación de unas bases con carácter estatal capaces de asegurar el principio de igualdad hasta la coordinación de las actuaciones en el nivel específico y concreto que asegure la efectividad en cada municipio.

Por último, creemos que en el análisis de la realidad es imprescindible el enfoque de género, y mucho más dado que nos encontramos ante una situación de la «feminización de las situaciones de dependencia» en dos sentidos, tanto por el fenómeno de la feminización del envejecimiento como por el hecho de que la mayoría de las personas cuidadoras son mujeres.

En Andalucía, como responsables de la gestión diaria de estas situaciones, nos ocupa y nos preocupa el día a día de las personas en situación de dependencia y el de sus familias. Contamos con una red asistencial de 4.629 centros de servicios sociales repartidos por las 8 provincias andaluzas (con fecha de diciembre de 2004). Pero en el tema que nos ocupa son destacables los 1.158 centros para personas en situación de dependencia, con una capacidad asistencial de 43.602 plazas. Tampoco hemos de olvidar los más de 200 centros en Andalucía para personas en situación de dependencia que actualmente se encuentran en construcción, que tendrán una capacidad asistencial de unas 9.111 plazas. Todo esto se debe a un incremento constante durante los últimos años de los recursos destinados a la atención a las personas en situación de dependencia y sus familias. Incremento que supone un importante avance, tanto en términos cuantitativos como cualitativos.

En este orden de cosas es igualmente importante contar con la valoración que los usuarios y usuarias hacen de estos recursos asistenciales para personas en situación de dependencia. En Andalucía contamos con estudios mediante entrevistas con los propios usuarios y usuarias en los centros, y podemos señalar que la valoración que hacen de estos recursos es muy positiva. Según el informe de marzo de 2005 del Servicio de Inspección, Evaluación y Control de Centros de la Consejería que dirijo, del total de encuestas realizadas (1.564), el 91% de usuarios y usuarias manifiesta que está contento en el centro, y otro 94% que el trato que recibe es bueno.

Estas cifras nos trasladan confianza pero al mismo tiempo, sobre todo, nos ayudan a seguir mejorando día a día los recursos asistenciales con los que contamos.

El Plan de Apoyo a las familias andaluzas ha supuesto un importante impulso tanto en la atención a las personas en situación de dependencia en Andalucía como a sus familias. Si partimos de que el presupuesto total destinado a este Plan en 2005 sube un 40% y de que unas 400.000 familias andaluzas se beneficiarán este año de una inversión que se eleva a 279 millones de euros, es fácil advertir que en este monto total una partida importante se haya reservado para la atención a las situaciones de dependencia. La creación de ayudas a la contratación de cuidadores y cuidadoras para la atención de personas dependientes constituye alguna de las principales novedades recogidas en este Plan. La prestación aprobada será de hasta 1.000 euros anuales por un periodo máximo de tres años, y se prevé la concesión de 10.000 subvenciones cada año.

También se crean 1.200 nuevas plazas residenciales y 1.000 en los programas denominados de estancia diurna y respiro familiar. Concretamente, el programa de estancia diurna garantiza una estancia mínima en los centros de 39 horas semanales, cinco días a la semana y once meses al año, y en ellos se prestan tareas de cuidado y atención integral durante parte del día. Con este programa ofrecemos servicios a 6.216 andaluces y andaluzas en los 261 centros que actualmente funcionan.

Por su parte, el programa de respiro familiar, con un presupuesto de gasto de casi 8 millones de euros ofrecerá unas 620 plazas a personas en situación de dependencia en los 135 centros conveniados. Mediante este programa los centros asistenciales asumen temporalmente las tareas de cuidado prestadas a una persona dependiente por algún miembro de su familia. Con el Plan de Apoyo a las familias andaluzas, los servicios del programa de respiro familiar se amplían, puesto que ahora no tendrán límite mínimo de edad y se extenderán a las unidades familiares con menores de 16 años que se encuentren en situación de dependencia por discapacidad.

El servicio de ayuda a domicilio es otro de los recursos a destacar, sobre todo porque sin lugar a duda se verá incrementado a través del sistema de protección a la dependencia. El total de usuarios y usuarias de este servicio, que en nuestra Comunidad Autónoma se gestiona por los Servicios Sociales Comunitarios de las Entidades Locales de Andalucía, es de aproximadamente 39.000, aunque la puesta en marcha de experiencias piloto de apoyo a cuidadores y cuidadoras incrementará notablemente el número de personas perceptoras de ayudas a domicilio. Pero además, para incrementar la cobertura de este servicio se han incrementando año tras año las aportaciones de la Junta de Andalucía al Plan Concertado de Prestaciones Básicas de Servicios Sociales y por tanto al Servicio de Ayuda a Domicilio, pasando de 26 millones en el 2000 a 38 millones de euros en 2003.

También hemos puesto en marcha recursos que podríamos denominar de apoyo para la atención a las situaciones de dependencia en Andalucía y hemos dispuesto recursos sociales vinculados con las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), como el Plan Andaluz de Servicios Sociales para Alzheimer, el Programa de Control de Errantes y el Servicio Andaluz de Teleasistencia. Referirse a las TIC, expresar fascinación por sus alcances y potencialidades, y hacer uso de ellas en múltiples momentos y espacios de nuestra actividad cotidiana se ha convertido, prácticamente sin que nos percatemos, en una constante. Las nuevas tecnologías cumplen un papel importante tanto en la vida de las personas en situación de dependencia como en la de sus familias, y en la Junta de Andalucía estamos convencidos de ello.

No hemos de olvidar que vivimos en pleno avance de la sociedad de la información y de la comunicación. El gobierno andaluz es sensible a las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías, y más si nos referimos a un tema como el de las situaciones de dependencia.

Con relación a las personas con Alzheimer y otras demencias relacionadas con la edad, el mencionado Plan de Apoyo a las Familias Andaluzas de la Junta de Andalucía también incluye medidas dirigidas a estas personas. Además, Andalucía cuenta con dos planes de atención a personas con Alzheimer desarrollados por la Junta.

Mediante el Plan Andaluz de Servicios Sociales para Alzheimer, la Junta de Andalucía impulsa el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información como nuevos cauces de prestación de servicios a las personas mayores andaluzas que se encuentran en situación de dependencia. Todo ello con la finalidad de poner a disposición de las familias andaluzas que atienden a personas mayores afectadas los recursos sociales necesarios para que logren mejorar su calidad de vida durante el tiempo que transcurre en la labor de cuidado. Este Plan, con vigencia desde el 2003 al 2006 y que comprende seis líneas de actuación integradas por un conjunto de 20 programas, se destina de forma específica a los andaluces y andaluzas mayores de 65 años diagnosticados de la enfermedad de Alzheimer y continúa la línea de atención marcada por el Decreto de Apoyo a las familias. Hay que destacar que desde que se puso en marcha este Plan, la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía ha destinado más de 1,5 millones de euros a más de 1.600 familias cuidadoras de personas mayores con Alzheimer de las ocho provincias andaluzas.

A través de la Fundación Andaluza de Servicios Sociales (FASS), dependiente de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, se instala un Sistema de Control de Errantes en las 18 residencias andaluzas de mayores dependientes de esta Consejería. Del número estimado de residentes (3.005), la media de personas beneficiarias con desorientación espacial es de 512. Con este Sistema, en el que la Junta de Andalucía invertirá en 2005 un total de 27.000 euros, se pretende evitar la salida no controlada de residentes que sufren algún trastorno de desorientación de los centros en los que están ingresados. Consiste en un dispositivo de localización que identifica a la persona y la zona de incidencia, y envía mensajes de alarma a los terminales del personal del centro. Es fácil advertir que con este sistema se incrementa el marco de seguridad de los usuarios y usuarias de centros residenciales que presentan desorientación espacial. También supone una garantía para los familiares y un instrumento eficaz de apoyo al personal responsable de su cuidado.

El Servicio Andaluz de Teleasistencia (en adelante SAT), también desarrollado por la Fundación Andaluza de Servicios Sociales, es un sistema de atención personalizada basado en las nuevas tecnologías de la comunicación que permite a sus usuarios y usuarias mantener, a través de la línea telefónica, el contacto verbal durante veinticuatro horas del día todos los días del año. Un servicio que, en el caso de las personas afectadas de Alzheimer, se extiende también a quien asume su cuidado. La teleasistencia domiciliara se presenta como una alternativa a la atención institucionalizada en centros residenciales de personas menores de 65 años que se encuentran en situación de dependencia y precisan una atención personalizada. Este servicio cuenta con más de 33.000 usuarios y usuarias repartidos por toda Andalucía.

Pero otra peculiaridad del SAT es que la mayoría de usuarios y usuarias, en concreto, -15.574- andaluces y andaluzas, cuenta con una bonificación del 100%. En este sentido, los datos presentados en el mencionado Libro Blanco permiten concluir que en Andalucía el coste de mantenimiento del servicio de Teleasistencia para los usuarios y usuarias es de sólo 7,68 euros/año.

Las personas que habitualmente prestan los cuidados también son para el gobierno andaluz un punto de referencia muy importante. Miles de familias andaluzas tienen a su cargo a alguna persona en situación de dependencia que necesita de continuos cuidados. Los motivos que más les preocupan están relacionados con el entorno familiar, así como con la autoestima y la sobrecarga que viven derivada de los años de cuidado.

El Plan de Acción Integral para las personas con Discapacidad en Andalucía 2003-2006 recoge un programa de «Apoyo a los cuidadores y cuidadoras informales» de personas en situación de dependencia en el hogar. El modelo del citado Plan se basa en la prestación de servicios, debido a su mayor capacidad para cumplir el objetivo protector, de generación de empleos de proximidad y porque contribuyen a la integración laboral. Estas políticas inciden en la creación de empleo, un empleo cualificado, ayudando a los cuidadores y cuidadoras habituales, fundamentalmente las redes familiares, facilitando la conciliación de la vida laboral y familiar. Vemos, por tanto, que el gasto en servicios sociales genera riqueza como concreción de una política redistributiva de la renta.

Ante esta realidad, la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía ha puesto en marcha programas piloto para el apoyo en el hogar a cuidadores y cuidadoras familiares de personas en situación de dependencia. Una de las peculiaridades de este programa sociosanitario es la colaboración de distintas instituciones andaluzas, como son la Consejería de Salud, la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social y el Excmo. Ayuntamiento de Dos Hermanas (Sevilla). Este programa piloto, que se desarrollará durante dos años, supone un aporte económico por parte de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía de 1.130.634 euros (795.000 euros por parte de la Dirección General de Personas Mayores y 335.634,40 euros por parte de la Dirección General de Personas con Discapacidad, ambas Direcciones Generales de la mencionada Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía).

La puesta en marcha de esta experiencia piloto es de gran importancia, fundamentalmente por dos razones. La primera porque significa aliviar la situación en la que viven 120 familias en Dos Hermanas, que tienen entre sus miembros a una persona mayor o con discapacidad que necesita de la ayuda de otros u otras para realizar las actividades de la vida diaria. La segunda porque significa la coordinación entre distintas administraciones- la local y la autonómica- como entre diversos departamentos de una misma Administración, en esta caso, la Consejería de Salud y la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social. Es decir, la coordinación entre los servicios públicos sanitarios, los cuidados sanitarios a domicilio, y los servicios sociales.

Con esta experiencia piloto se trata de configurar una nueva línea de apoyo a los cuidadores y cuidadoras informales, adaptada a las necesidades particulares de cada persona/familia, que signifique una asistencia domiciliaria adecuada, que suponga una alternativa real a la institucionalización de las personas en situación de dependencia, que facilite la conciliación de la vida familiar y laboral de los trabajadores y trabajadoras, y procure a los cuidadores y cuidadoras mejor calidad de vida. Pero también se creará empleo, contratándose al menos a cuarenta y cinco personas, auxiliares de ayuda a domicilio, para el desarrollo de este trabajo, personal que, si bien ya estará formado gracias a la política de formación profesional ocupacional seguida en estos últimos años, también recibirá una formación específica.

Una experiencia que nos servirá tanto para la evaluación de este tipo de programas sociosanitarios de apoyo en el hogar a cuidadores y cuidadoras familiares de personas en situación de dependencia en Andalucía, como para su posterior extensión, ya que es previsible que con la futura Ley de Autonomía Personal este modelo de actuación pueda extenderse a todos los municipios andaluces.

En suma, es evidente que la atención a las personas en situación de dependencia y a sus familias es una de las áreas prioritarias de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía. Hemos logrado fijar algunos puntos de no retorno, pero seguimos esforzándonos para la planificación y puesta en marcha de las prestaciones y servicios que puede prever la futura Ley de Autonomía Personal.

Porque si de algo estamos convencidos y convencidas es que las situaciones de dependencia son una realidad creciente, tanto por su extensión cuantitativa y su importancia cualitativa como por sus implicaciones sociales y económicas, lo que nos lleva a afrontar el fenómeno en su globalidad, sin fragmentaciones derivadas de límites de edad o ligadas a las causas de la situación, orientándose hacia modelos universalistas de protección de los derechos sociales de las personas en situación de dependencia y de sus familias. Partimos de que la atención a estas situaciones reclama, cada día más, la intervención de los poderes públicos y el apoyo de la sociedad en su conjunto.

Desde Andalucía, el mensaje para la igualdad es claro y nítido, y los andaluces y las andaluzas creemos en ello. Hay que avanzar en propuestas constructivas, pero sobre todo reales, convirtiendo la reivindicación por la igualdad en un proyecto activo de cambio de nuestra sociedad, para seguir avanzando en una sociedad justa, democrática y participativa.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA (2003), Real Academia Española, Espasa-Calpe, S.A.

ENCUESTA DE DISCAPACIDADES, DEFICIENCIAS Y ESTADO DE SALUD DE 1999, Instituto Nacional de Estadística (INE).

GARCÍA CALVENTE, M.ª DEL MAR; MATEO FERNÁNDEZ, I, y GUTIÉRREZ CUADRA, P. (1999), Cuidados y cuidadores en el sistema informal de salud: investigación cuantitativa, Escuela Andaluza de Salud Pública.

GARCÍA HERRERO, G. (2005), Los servicios sociales, la autonomía personal y la protección a las personas en situación de dependencia, Asociación de directores y gerentes de servicios sociales, Ayuntamiento de Alcorcón, Colegio Oficial de trabajadores sociales de Madrid.

PADRÓN MUNICIPAL DE HABITANTES DE 1999 Y 2004, Instituto Nacional de Estadística (INE).

PROYECCIONES DE LA POBLACIÓN DE ANDALUCÍA 1998-2051, Instituto de Estadística de Andalucía (IEA).

SERRANO DEL ROSAL, R., NAVARRO ARDOY, L., y GARCÍA RODRÍGUEZ, I. (2004), Situación social y laboral de las personas con discapacidad en los muni-cipios que comprenden las comarcas de Islantilla, Bajo Guadalquivir y Vega Media de Sevilla, Consejería para la Igualdad y el Bienestar Social.

-----------------------------

1 El proceso de estimación realizado se resume en cuatro pasos. Primero, se ha calculado un indicador de prevalencia de las situaciones de dependencia para el año 1999, precisamente porque en este año coincide tanto la Encuesta sobre Discapacidades, Deficiencias y Estado de Salud como los datos del Padrón Municipal de habitantes del INE. Segundo, este indicador es una proporción entre el número de personas en situación de dependencia en 1999 y el número total de habitantes en 1999. Es decir, el porcentaje de personas en situación de dependencia sobre el total de población. Tercero, este indicador ha sido extrapolado a los datos de población del Padrón Municipal de habitantes de 2004, puesto que la finalidad es presentar las cifras con la mayor actualización posible. Cuarto, el número de personas en situación de dependencia en el 2004 procede de la proporción entre el indicador de prevalencia de las situaciones de dependencia y el número total de personas en 2004.

2 En Andalucía se han realizado estudios sobre el cuidado familiar, en concreto desde el año 1999, como el estudio de la Escuela Andaluza de Salud Pública titulado «Cuidados y cuidadores en el sistema informal de salud: investigación cuantitativa», así como el estudio del IESA-CSIC «Situación social y laboral de las personas con discapacidad en las comarcas de Islantilla, Bajo Guadalquivir y la Vega Media de Sevilla».

3 Este libro es fruto de una investigación cuantitativa y cualitativa pionera en nuestra Comunidad Autónoma Andaluza, y ha sido realizada por el Instituto de Estudios Sociales de Andalucía (IESA-CSIC) en el 2002 y financiada por la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía.

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR