El asunto Valcarlos (1877): entre el escándalo cortesano y la crisis política

AutorDavid Martínez Vilches
Páginas287-303
11. EL ASUNTO VALCARLOS (1877):ENTRE EL
ESCÁNDALO CORTESANO Y LA CRISIS POLÍTICA*
David Martínez Vilches
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Introducción
En diciembre de 1877 se produjo en París un desencuentro entre dos personas
estrechamente vinculadas a la Corona española que casi hizo tambalear la conso-
lidación de la dinastía Borbón que por entonces pretendía Antonio Cánovas del
Castillo. El que en esta disputa se arrogó el papel de ofendido fue el marqués de
Valcarlos, Raimundo Güell y Borbón, primer agregado militar de la Embajada de
España en París y sobrino del rey Francisco de Asís. El supuesto provocador no era
otro que Ramiro de la Puente, un capitán de Artillería sevillano que desde 1875
se había convertido en secretario particular de Isabel II durante su exilio, y que
era objeto de los favores y agasajos de la reina. Si bien la discordia dio lugar a un
desafío, la cuestión no fue a más –en buena medida gracias a la pronta intervención
desde Madrid– y no tuvo lugar la reparación por las armas que exigía Valcarlos en
el terreno de honor. Todo quedó, por tanto, en una pequeña anécdota que podemos
reconstruir gracias a la documentación que al respecto se conserva en el Archivo
General de Palacio1.
* Este trabajo se integra dentro del proyecto de investigación “Corte, Monarquía y Nación liberal
(1833- 1885). En torno al Rey y la modernización política de España en el siglo XIX” (HAR2015-
66532-P) financiado por el MINECO/FEDER Z FO FM 1SPHSBNB EF 'PSNBDJØO EFM 1SPGFTPSBEP
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1 "TVOUP7BMDBSMPT, Archivo General de Palacio, Reinados, Alfonso XIII, Secretaría Particular de la
Reina María Cristina de Habsburgo-Lorena, caja 25023, exp. 1 [AGP-Alfonso XIII, 25023/1 seguido
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Sin embargo, ¿traemos este suceso aquí por lo anecdótico? En realidad, lo resca-
tamos porque reeja cómo la corte del siglo XIX era un lugar donde las relaciones
interpersonales estaban en constante tensión por las precedencias y preferencias que
se articulaban en torno a la gura del monarca, y cómo esta tensión podía desem-
bocar en una crisis política si ocurría el más mínimo incidente. Ello incluso cuando
el escándalo se producía en la corte de una reina exiliada en París y la política se
hacía desde Madrid. Tal es así, que el llamado “Asunto Valcarlos” fue afrontado con
grave preocupación por las autoridades españolas, como se puede deducir de la
correspondencia conservada. Cánovas había hecho de la Corona la clave de bóveda
de toda la arquitectura política de la Restauración, lo que signicaba que cualquier
elemento que pudiese desacreditarla era un factor de perturbación para todo el sis-
tema. La monarquía de Alfonso XII, a pesar de que reclamaba como elemento de
legitimación la continuidad dinástica, debía conjurar los excesos y escándalos que
habían caracterizado el reinado de su madre. El diseño de Cánovas exigía una ima-
gen pública de un rey popular, respetado y respetable, y los que más tenían que velar
por esa imagen eran sus parientes y colaboradores más cercanos.
Una “mala intriga” y un “célebre escándalo”
El día 12 de diciembre de 1877 José Güell y Renté fue a ver a Isabel II en su Palacio
Basilewsky. Hacía tiempo que Güell era uno de los personajes del entorno de la reina
en el exilio, a pesar de que el comienzo de la relación entre ambos no pudo ser de
mayor desavenencia. En efecto, este escritor y jurista nacido en Cuba se había casa-
do con la hermana menor del rey consorte, Josefa de Borbón, para disgusto de la
familia real española, que obligó a la infanta a renunciar a sus derechos al trono. Al
principio de ideales progresistas, Güell y Renté participó en la revolución de 1854,
pero en la década siguiente depuró sus planteamientos más radicales y fue vinculán-
dose cada vez más con la monarquía, que lo recompensó otorgándole la Gran Cruz
de Isabel la Católica y la Orden de Carlos III en 1862 y 1863, respectivamente. Tras
la revolución de 1868, participó activamente para restaurar la dinastía Borbón en la
gura de Alfonso XII, por lo que sus hijos serían distinguidos con sendos marque-
sados. Así, a inicios de la Restauración, Güell y Renté se había convertido en uno de
los asiduos en el entorno de la reina2.
del número de documento referenciado]. Este expediente incluye la correspondencia entre Cánovas
y sus colaboradores en Francia (el embajador español, el cónsul de Bayona, Ángel Vallejo Miranda y
Juan Peral), así como el acta de desafío. Los fragmentos que se citan en cursiva están subrayados en
el original.
2 Sobre la trayectoria de José Güell en la corte, José Antonio PIQUERAS, “La reina, los esclavos y
Cuba”, en Juan Sisinio Pérez Garzón (coord.), *TBCFM** MPTFTQFKPTEF MBSFJOB, Madrid: Marcial Pons,

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