ASTIGARRAGA, Jesús: Los Ilustrados Vascos. Ideas, instituciones y reformas económicas en España

AutorJosé María Vallejo García-Hevia
Páginas806-816

    ASTIGARRAGA, Jesús: Los Ilustrados Vascos. Ideas, instituciones y reformas económicas en España, Editorial Crítica, Colección de Historia del Mundo Moderno dirigida por Josep Fontana, Barcelona, 2003, 279 pp.

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Ex fructibus eorum cognoscetis eos.

(Mat. 7, 16)

Es la de Jesús Astigarraga, Profesor Titular de Historia Económica en la Universidad de Zaragoza, una obra -esta que ahora nos ocupa, fruto sazonado de su tesis de doctorado, que ha dejado madurar, sabiamente a la vista de los resultados ofrecidos, durante más de diez años- equilibrada y sintética. De síntesis, porque el autor presupone el conocimiento de las fuentes históricas: unas fuentes a las que alude y cita con concisión, o resume en lo indispensable, pero que no glosa, ni copia superflua o tediosamente. Es evidente que, de las diversas fases de elaboración de una monografía original (y no otra cosa ha de ser una tesis doctoral), se hace gracia al lector de las iniciales e intermedias, de planteamiento, hipótesis y elaboración, obsequiándole con la más importante, la final o conclusiva. Porque, cierto es que desde la perspectiva caballera de las conclusiones, bien meditadas y trabadas, parece estar escrito todo el libro. Desde un principio, Astigarraga encauza obra y lector, historia y presente, tesis y crítica. Y a los críticos, a los que enjuicia y clasifica. A ello, y a ellos, luego se aludirá. También, como he dicho, se trata de una obra equilibrada, desde la perspectiva, según entiendo, que brinda la segunda acepción, proporcionada por el Diccionario de Autoridades, publicado entre 1726 y 1739, del verbo equilibrar, que:

"Por analogía, vale disponer y hacer que una cosa no supedite a la otra, como el poder y fuerzas de un Reino con las de otro, sino que estén iguales proporcionalmente, para que se puedan conservar, sin ofenderse el uno al otro. Lat. Aequare, Adequare" 1.

La alusión evangélica de San Mateo que encabeza estas líneas, el admonitorio Por sus frutos los conocereis, está íntimamente relacionada con otros frutos, los de la Ilustración europea, a los que Astigarraga concede voz por medio de Pietro Verri en su cita preliminar: los escritos de los filósofos quedan sin recompensa, pero no siempre sin fruto. Un fruto moral, se entiende, también político, social, incluso económico..., y, asimismo, personal. En una Nota inicial (pp. 9-10), el autor da cuenta de la dedicatoria de su obra a Ernest Lluch, del que se declara discípulo, y director de su tesis de grado, leída y defendida en la Universidad de Deusto en 1991, bajo el título de Pensamiento económico y reforma ilustrada de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País (1760- 1793). Porque de eso se trata: de una Historia de la Ilustración vasca, de sus posibilidades y potencialidades, sus éxitos y fracasos, sin olvidar sus limitaciones. Y sus relaciones, de precedente o presunto modelo, de colaboración o discordancia, con el resto de las Sociedades Económicas de Amigos del País, con la Ilustración del resto de España, en el seno de la Monarquía borbónica del Setecientos. Al mismo tiempo, puesto que de ilustración Page 807 -esto es, de razón, raciocinio y seres racionales- se trata, el fondo y la forma se dan intencionadamente la mano. De ahí que Astigarraga, vasco y profesor universitario, no eluda presentar su investigación como un escrito de pacífico combate contra la irracionalidad que segó la vida de su maestro en un vil asesinato terrorista, en homenaje a su viuda y a sus hijas, con la esperanza de que "un día se imponga, sobre la opresión tenebrosa y cobarde de las armas, la voz universal y esclarecida" del Sapere aude! kantiano. De un tiempo, en fin, de luz y libertad, y no de sombra y esclavitud.

La emoción y el compromiso ético que dejan entrever la trayectoria personal y académica del autor, y las vicisitudes existenciales de su obra, muestran que el oficio del historiador no es nunca el de un aséptico catalogador de documentos o testimonios del pasado, o el de un curioso coleccionista de más o menos entretenidas, o interesantes, anécdotas, personales y materiales, de épocas pretéritas. Algo que Francisco Tomás y Valiente, por cierto, historiador del Derecho y profesor universitario, al igual que Lluch lo fue de Historia de la Economía, ambos asesinados por los mismos tentáculos del terror, siempre procuró resaltar, tanto en su obra escrita como en su legado docente. De ahí que la elección del tema de investigación no resulte, desde luego, en el caso de Astigarraga, casual. Su estudio del pensamiento económico de la Bascongada, fundada en 1765, de los Amigos vascos, como gusta de llamarla, es, en consecuencia, una indagación sobre el proceso de la modernización (de la modernidad) en España: su implantación, sus consecuciones, sus límites, sus posibilidades incoadas, también frustradas. Y, desde un principio, desde la Introducción (pp. 13-19), el autor adelanta la tesis que habrá de defender a lo largo de las páginas de su contribución al esclarecimiento del mismo. Lo que el lector agradece, indudablemente, puesto que esta honestidad de inicio le permite confrontar la bondad de otras tesis, más o menos contrapuestas a la suya. Hay que decir que la de Astigarraga es de carácter conciliador, aunque no acomodaticiamente sincrética, dadas las razones, originales y bien argumentadas, que suministra. Se sitúa, pues, tanto frente a las posiciones historiográficas abiertamente ensalzadoras de la labor de la Bascongada (Sarrailh, Elorza, Fernández de Pinedo, Fernández Albaladejo), como de aquellas directamente descalificadoras de la misma (Portillo, Fernández Sebastián, Martínez de Gorriarán). Para los autores encuadrados en la primera, habría sido la precursora del conjunto de la Ilustración española, auspiciadora de un germinal pensamiento liberal, político y económico, y responsable de un programa de reformas relativamente coherente, a la hora de solventar los problemas de crecimiento de la economía vascongada en el último tercio del siglo XVIII. Para los partidarios de la segunda interpretación, no se trataría de una institución ilustrada, puesto que sus miembros pertenecían mayoritariamente al estamento nobiliario o estaban interesados en el mantenimiento de los privilegios corporativos. Los intereses públicos se habrían confundido, por consiguiente, con los particulares, y no habría habido ningún programa de reforma de la sociedad, sino, por el contrario, de mantenimiento del orden social existente.

Como se ha anticipado, Jesús Astigarraga aporta, y mantiene, una tesis -fundamentadamente- conciliadora, que trata de explicar lo que considera que constituye, con gran acierto, una de las principales cuestiones históricas: la cuestión foral. La supuesta condición liberal, o pre-liberal, de la Bascongada le situaría, superándole, fuera del Antiguo Régimen; su defensa de los fueros y privilegios de las Provincias Vascongadas, en cambio, le devolvería inevitablemente a él. Se trataría de resolver el interrogante de si las ideas ilustradas europeas y los fueros vascos fueron realidades excluyentes entre sí, y de contrastar los proyectos de reforma social y económica propugnados por los Amigos vascos con los de aquellos otros Amigos del País españoles, impulsados desde el Consejo Real de Castilla por su primer fiscal, Pedro Rodríguez Campomanes, a partir de su Discurso sobre el Fomento de la Industria Popular de 1774. Un interrogante que Astigarraga Page 808 contesta en el sentido de defender la peculiaridad y originalidad de la Ilustración vasca, hasta el extremo de conciliar el indudable carácter universal del ideario ilustrado con la particularidad -y privilegio- foral de sus tres Provincias, de Guipúzcoa, Vizcaya y Álava. Sostiene, en suma, que la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País constituyó una alternativa, tanto a los programas sociales y económicos defendidos por las instituciones forales vascas, como a los proyectos de reforma económica planteados desde la Administración central de la Monarquía. De esta forma, la Bascongada habría creado un foralismo ilustrado (una interpretación y aplicación ilustradas de los tradicionales fueros de las Provincias Vascongadas), entendido como general voluntad de modernización de los ordenamientos jurídicos forales, luego continuado, con sus peculiares variaciones, en el siglo XIX. Al mismo tiempo, el nacimiento y desarrollo de la Bascongada coincidió -y tuvo su razón de ser- con el proceso de consolidación en Europa, como disciplina autónoma, de la Economía Política. Pues bien, dentro de los límites temporales que se ha fijado, entre 1748 y 1804, Astigarraga ordena su investigación desde tres puntos de vista (las instituciones, las ideas y las reformas económicas), que conforman los cuatro apartados en los que estructura la misma, de acuerdo con su útil índice (pp. 277-279), que personifica adoptando el punto de vista de los Amigos vascongados, cual si fuese la perspectiva de Javier María de Munibe, conde de Peñaflorida, o de Joaquín de Eguía, marqués de Narros: el primero, Organizándose (pp. 21-74), relativo al proceso de fundación y establecimiento institucional; el segundo, Programando (pp. 75-147), en el que es analizado el rico contenido de ideas y textos económicos generado por los socios, entre 1760 y 1780, fundamentalmente; el tercero, Reformando (pp. 149-204), centrado en las principales reformas económicas que pudieron ser implantadas, y la destacada importancia del fracaso del intento de supresión o reforma del régimen aduanero vasco-navarro; y, el cuarto, Adaptándose (pp. 205-247), que procura explicar por qué y cómo surgió una nueva Sociedad Bascongada, de índole y giro agrarista, entre 1782 y 1794. Dentro de este último gran apartado, un breve Epílogo (pp. 242-247) concluye con el período de decadencia y desaparición de la Bascongada.

En esta sede, y a los historiadores del Derecho y de las Instituciones, sin dejar de interesarles las demás partes del libro, han...

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