Aspectos urbanísticos y arquitectónicos en la exclusión residencial. Intenciones e interrelaciones

AutorOctavio Vázquez Aguado/Fernando Relinque Medina
Páginas45-58

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1. La exclusión residencial

En los procesos de exclusión, el componente residencial adquiere un peso determinante. Pero las problemáticas residenciales no se pueden concebir si

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no es desde la lógica del habitar (Cortes y Antón, 2007; Henández-Pedreño 2013), desde la ocupación de las viviendas como proceso de conversión y comprensión de éstas en hogar. La vivienda, junto a otros muchos factores, actúa como componente necesario en los procesos de exclusión o de integración y normalización de la vida en la ciudad; al actuar de manera conjunta, funciona en términos acumulativos provocando fenómenos de retroalimentación mutua (Alcalá, 2000) difíciles o casi imposibles de modificar si no se abordan todos ellos. Pensar que la entrega de una vivienda en sí misma, como medida de política social, es suficiente para solucionar los problemas de exclusión, sin importar lo que suceda después de esa entrega y sin conocer si ese alojamiento permite acceder a los circuitos de normalización (Cortes 2005,
p. 96), es obviar la relación multicausal de los factores que influyen en los procesos de exclusión y actuar como si la vivienda en sí misma y por sí misma fuese causa y consecuencia de la integración o de la exclusión social, algo totalmente alejado de la realidad.

Cabrera (2013), siguiendo a Subirats (2004) y Subirats y Brugue (2005), y refiriéndose a uno de los colectivos en mayor situación de exclusión social, la población inmigrante extranjera, señala seis factores que generan exclusión relacionados con aspectos residenciales: carecer de vivienda propia, residir en «infravivienda», tener un acceso precario a la vivienda, residir en un espacio que está en malas condiciones, hacinamiento y espacio urbano degradado o con deficiencias o carencias básicas. Estos factores, que pueden servirnos para hablar de exclusión para la población en general, se redimensionan y/o complejizan si pensamos en alojamiento y no exclusivamente en vivienda/ residencia.

Siendo así, es preciso tener en cuenta algunas otras cuestiones que tienen que ver con el hecho de que no podemos hablar de exclusión o de integración si no es desde una perspectiva holística y procesual. Esto supone, por una parte, la necesidad de abordar todos los factores (de tipo arquitectónico, urbanístico, laboral, familiar, económico, político, cultural, psicológico, etc.) y de hacerlo incluyendo la percepción de las personas que se encuentran en situación de exclusión residencial y la determinación de la producción y reproducción del espacio (como por ejemplo la propiedad del suelo); y ello porque los espacios que habitan los sujetos son sobre todo espacios propios de acción e imaginación(Martínez, 2014), donde el sentimiento de apropiación tiene que ver con los mencionados factores pero también con las posibilidades de participación en su producción y conformación (Ibídem). Esta situación además se ve acusada en el momento de crisis económico-social que vivimos actualmente:

(…) los efectos sociales del modelo de producción (especulacióncorrupción) de los últimos años (…) han sido devastadores. Por una parte, han dificultado la plena inclusión social de importantes colectivos de población con necesidades de alojamiento y por otra parte han pro-

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fundizado en la ruptura de la cohesión social a través de tres dimensiones: las condiciones de vida y salud; el freno a las tendencias en los ciclos vitales de los hogares y estrategias familiares (emancipación de los jóvenes, tasa de natalidad,…), con el consiguiente efecto sobre la demo-grafía, y las pautas culturales residenciales (Paniagua 2014, p. 3).

Y por otra parte, no obviar que cuando hablamos de exclusión residencial, lo debemos hacer más en términos de proceso que de situación, porque las necesidades, sobre todo aquellas relacionadas con la accesibilidad, se van transformando y pueden aliviarse o agravarse a lo largo de los ciclos vitales en función de motivos tan diversos como el trabajo, la familia, la salud, la movilidad, los recursos económicos, etc. (Cortés, 2005).

Así, y de acuerdo con Martínez (2014), el urbanismo actual, en tanto instrumento ideológico, político y económico, se convierte en administrador y reproductor de relaciones sociales; y en España y Andalucía, el modelo residencial dominante, impone unas condiciones económicas que difícilmente favorece la inclusión a determinados colectivos a lo largo del tiempo. Las condiciones de acceso a la vivienda de este modelo residencial han dificultado la resolución del problema de alojamiento y han hecho aumentar las situaciones de vulnerabilidad y de exclusión estructural de personas, grupos sociales y colectivos, convirtiéndolas en casi permanentes o de muy difícil modificación (Cortes y Antón, 2007). No obstante, y como ya hemos comentado, este modelo residencial no puede entenderse sólo en términos de privación o accesibilidad económica (Vincle, 2009).

Si bien existe en los últimos años una cantidad importante de investigaciones y acercamientos al fenómeno de la exclusión residencial, este concepto es relativamente reciente en España (Ibídem), al contrario que en otros contextos como el estadounidense o el latinoamericano donde los estudios sobre exclusión y segregación residencial tienen un importante recorrido e impacto (Wirth, 2005; Malmod, 2011; Torres, 2012; Kaminker, 2015), y se entiende y se debe entender desde la complejidad y la multiplicidad de factores y componentes que se articulan entre sí: accesibilidad, habitabilidad, inestabilidad, adecuación, etc. (Oteiza, 2003). Desde esa visión de fenómeno complejo, multifactorial y multicausal, pasamos a describir los aspectos urbanísticos y arquitectónicos de las promociones de viviendas estudiadas, desde una metodología que no podría ser más que interdisciplinar y multimétodo.

@2. Las dimensiones arquitectónica y urbanística

En relación al estudio «Modelización socioespacial de la intervención social en viviendas sociales en Andalucía» (G-G1300021/IDIP), como ya se ha descrito en anteriores capítulos, se ha configurado sobre una muestra intencional de un total de 2525 viviendas comprendidas en 21 Promociones de

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Viviendas Sociales (PVS), distribuidas, a su vez, de manera equitativa en tres grupos de 7 PVS por intervalos de tamaño poblacional de núcleos de menos de 20000 habitantes, núcleos entre 20001 y 50000 habitantes, y núcleos de más de 50001 habitantes. De las cuatro dimensiones consideradas en la investigación: contextual, de gestión de la intervención pública, arquitectónica y urbanística; nos centraremos en este capítulo en las dos...

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