Los aspectos lingüísticos de la nueva democracia en Ucraina

AutorOleksander Butsenko
CargoEscritor, traductor y periodista
Páginas189-200

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La aparición en Europa oriental de un estado grande (con un territorio de 603,7 miles de km2 y una población de más de 52 millones de personas) y potente (con la agricultura tradicional y la industria desarrollada que abarca diferentes campos, hasta las investigaciones cósmicas y nucleares), un estado que tiene su propia (y muy larga) historia, idioma y cultura propios, provocó no sólo interés, sino también muchas preguntas acerca de la solución práctica que la nueva e independiente democracia daría a los problemas de una sociedad que había sido privada durante largo tiempo de la libertad de opción de su propio camino. En estos apuntes la atención se centra en los problemas lingüísticos que, con rasgos semejantes a diferentes áreas lingüísticas en el mundo (por ejemplo la catalana), tienen su propio y extraordinario matiz. Además, estos problemas están conectados fuertemente con problemas políticos y económicos, los cuales tendremos que tocar. Por fin, trataremos de dar respuesta a tres preguntas principales: por qué el uso del idioma ruso es tan amplio en la nueva Ucrania, cuál puede ser el pronóstico lingüístico en Ucrania y qué base legislativa para el idioma existe ahora en Ucrania. Mientras tanto, el objetivo de estas notas breves es la presentación de los hechos que forman el problema mencionado, cada uno de los cuales necesita un análisis especial y más detallado.

1. La vista general: historia, situación actual

El idioma, además de su función comunicativa, siempre fue uno de los componentes principales en la distinción y la idiosincracia de la na-Page 190ción. El francés Pierre Chevalier, que fue secretario de la embajada francesa en Polonia de 1648 a 1654, escribió en su trabajo «Historia de la guerra de los cosacos contra Polonia» sobre el idioma ucraniano lo siguiente: «Éste es muy suave y está lleno de expresiones cariñosas y locuciones extraordinariamente finas.» Este pensamiento, como muchos otros parecidos, es importante por dos causas: primero, refleja la situación lingüística de aquellos tiempos (el siglo xvn), cuando, a pesar de no haber un terreno homogéneo estatal, el idioma ucraniano florecía en todas las tierras que ahora componen el Estado ucraniano, absorbiendo diferentes influencias (rusas, polonesas, húngaras, austríacas, hebreas, etc.), y alcanzando una cultura muy alta en los monasterios y en la Academia Mohylianska de Kyiv (todo esto formó el fundamento sólido para la autodefensa nacional durante los siglos siguientes, que pasó del campo militar —después del fin de la República de los cosacos— al campo cultural.)1 Segundo, esto explica, entre otras causas, las dificultades con las cuales tropieza ahora el idioma ucraniano (que analizaremos más abajo).

El idioma ucraniano moderno literario o normativo se formó en general en el siglo xrx, gracias a los esfuerzos de eminentes escritores tales como Iván Kotliarevsky, Tarás Shevchenko, Panteleimón Julish, Panás Myrny y muchos otros. Como en toda la práctica mundial, el idioma ucraniano fue constituido en la base del dialecto central, precisamente a consecuencia de las hablas difundidas en las regiones centrales sobre el río Dhipró (las regiones de las ciudades de Poltava, Cherkasy, Kyiv —parte del sur, Kirovograd— parte del norte). En total, el idioma ucraniano se divide en tres grupos dialectales: norte (Polissya), sudeste y sudoeste. Cada grupo, a su vez, se constituye de muchas hablas regionales.2 Todas las zonas geográficas que presentan uno u otro grupo dialectal o una habla regional contribuyeron, en su tiempo, y siguen contribuyendo (a través de la literatura, el folklore y las actividades religiosas, educativas o políticas) a añadir al idioma locuciones, palabras, acentos, entonaciones, matices significativos y muchos otros elementos funcionales.

A finales del siglo xix los poderes zaristas del imperio ruso intensificaron la ofensiva contra el idioma ucraniano. Toda la documentación oficial, la enseñanza y los acontecimientos culturales o civiles usaron, como fue prescrito, «la lengua accesible para todos», la rusa; además, se llevó a cabo una propaganda total sobre «la bajeza de la lengua vulgar y villa-Page 191na», la ucraniana, la que «usan sólo los aldeanos e ignorantes», que fue prohibida directamente en la edición de libros, revistas y periódicos. Lo hicieron según el Decreto de 1876, llamado «Decreto de Yusefovych», por el nombre del terrateniente ucraniano que inició aquellas medidas.3 A consecuencia de ello toda la actividad nacional y cultural se trasladó a la parte occidental de Ucrania, que estaba bajo el poder del Imperio austro-húngaro. Particularmente, toda la actividad fue concentrada en Galicia de Ucrania, donde, en aquellos tiempos, vivía el 80 % de toda la población de la parte occidental.4

El movimiento nacional y cultural se regeneró en las partes centrales de Ucrania a principios del siglo xx. Paralelamente al florecimiento de la literatura ucraniana y a la actividad de las sociedades científicas y culturales, se desarrollaba el teatro profesional ucraniano gracias al trabajo creativo de dramaturgos, directores teatrales y actores, como Karpenko-Kary, Starytsky, Kropywnytsky, Sadowsky, Saksagansky y Zankowetska.

El comienzo de la Primera Guerra Mundial estuvo conmemorado con las palabras del ministro de Asuntos Exteriores del Imperio ruso, Serguey Sazónov: «Ahora es el momento oportuno para librarse del movimiento ucraniano de una vez y para siempre».5 Pero los fracasos del año 1915 cambiaron la posición del gobierno zarista.

Las revoluciones rusas del año 1917 (de febrero y de octubre) despertaron nuevas fuerzas en Ucrania. El Consejo Central que formaron los ucranianos (los liberales moderados, graduales ucranianos, socialdemócra-tas y el partido ucraniano de socialistas revolucionarios) proclamó en su primer Universal la independencia de Ucrania. En su tercero Universal el Consejo Central declaró el establecimiento de una República de Ucrania autónoma, con el famoso historiógrafo Myjailo Grushevky de presidente. Esta primera prueba de fundar un estado independiente en el terreno ucraniano duró unos cuantos meses. La intervención de bolcheviques, la intromisión en la suerte de Ucrania de Alemania y Polonia, y la guerra civil siguiente pusieron fin a esta prueba.

Llegando al poder los bolcheviques empezaron con el «terror rojo». En Ucrania ester terror fue dirigido, en parte considerable, contra todos los partidarios del ucranianismo (fusilaron no solamente a los luchadores sino a todos los «sospechosos» —los que hablaban abiertamente ucrania-Page 192no, los que tenían un aspecto «ucraniano», por ejemplo, llevaban los bigotes).

Pero muy pronto los bolcheviques comprendieron que aquella política era errónea. Para unificar diferentes naciones en un Estado bajo la idea socialista había que usar otros principios. Y Lenin elaboró los principios que fueron la base de la creación de la Unión Soviética. Según aquellos principios cada nación tenía derecho a desarrollar su cultura, su idioma, la administración de su propio territorio, etc., hasta la salida de la Unión. Pero, como siempre, la táctica de los bolcheviques tenía un doble fondo. La salida de la Unión solamente era posible con el permiso del Partido Comunista. Y el órgano central del Partido estuvo en Moscú. Y más, los bolcheviques declararon una guerra contra «el nacionalismo burgués». Bajo esta noción fue posible acusar toda aspiración a la libertad, hasta la aspiración de la nación entera. Como sucedió en los años 30.

En la búsqueda de un apoyo masivo, los comunistas de Moscú decidieron usar en sus intereses los movimientos nacionalistas. Las delegaciones del Partido Comunista en las distintas repúblicas debían ser encabezadas por los representantes de las naciones locales. Además de esto, en las repúblicas fue necesario demostrar un florecimiento nacional. En Ucrania, donde el Partido Comunista desplegó la política de ucranianización, el aparato de partido fue encabezado por el judío Lazar Kaganovych, listo para cumplir cualquier orden —en el tiempo de Lenin, la ucranianización; en el tiempo de Stalin, la depuración sangrienta y la liquidación de los intelectuales ucranianos—. Sus ayudantes fueron los ucranianos interesados en el éxito de la ucranización —Ulás Chubar, jefe del Gobierno, Olek-sander Shumsky, comisario de Educación, y Mykola Skrypnyk, comisario de Justicia.

Las semillas de la ucranianización inspirada desde el centro cayeron en suelo fértil. Los años 20-30 fueron el tiempo del renacimiento ucraniano. Aparecieron nuevas editoriales, revistas y periódicos. En literatura llegaron muchos autores de talento que, con sus obras poéticas, de prosa y de teatro, atrajeron la atención entorno a la cultura de Ucrania. El idioma ucraniano abarcaba con seguridad todas las esferas de la vida social. En el año 1931 el 96% de todos los periódicos y el 85% de todas las revistas se editaban en el idioma ucraniano. Cerca del 60% de todos los libros editados en Ucrania fueron en idioma ucraniano, entre ellos muchas traducciones de la literatura mundial y, particularmente, de la literatura española —Lope de Vega, Cervantes, Calderón, Pío Baroja, etc.—. Los cambios profundos sucedieron en el campo de la educación— más del 80 % de las escuelas secundarias hacían la enseñanza en el idioma ucraniano, lo cual concernía a más de un 30% de los centros docentes—.

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Se demostraron éxitos en la ciencia ucraniana, presentada por personas como Volodymyr Vernadsky, Myjailo Grushevsky, Serguey Yefremov. Además de esto, aumentó en dos veces la parte de proletariado de origen ucraniano y la orientación nacional (tradiciones, idioma, intereses) en las grandes ciudades industriales. Aquellos cambios que tuvieron lugar durante una década mostraron claramente la potencia de la idea nacional en Ucrania, las posibilidades de la república, y sentaron la base para el desarrollo de la idea sobre el comunismo nacional ucraniano y un camino separado de Moscú. Esto fue el final del renacimiento, que desde entonces recibió el nombre de «renacimiento fusilado».

Después del hambre artificial, inspirado en los años 1932-1933 en Ucrania por los poderes de Moscú, cuando murieron cerca de 6 millones de personas,6 los emisarios de Stalin (Postyshev, Balytsky, Molotov, Yezhov, Jruschov) comenzaron a liquidar a los intelectuales ucranianos y a los representantes de la cultura. De 240 escritores ucranianos desaparecieron (fueron fusilados o murieron en los campos de concentración) 200, de 85 lingüistas fueron liquidados 62. Los filósofos, artistas y editores fueron perseguidos como «espías extranjeros» y «enemigos del pueblo». Todos los esfuerzos nacionales fueron anunciados como la «idea del nacionalismo burgués», dirigida contra las conquistas del socialismo e internacionalismo proletario. Desde entonces empezó la rusificación declarada, hasta que el idioma ucraniano, las tradiciones y la historia nacional fueron calificados como instrumentos en manos del nacionalismo burgués.

Solamente después de la muerte de Stalin, al final de los años 50, empezó poco a poco la renovación de la cultura nacional. Fueron restauradas diferentes editoriales de la literatura ucraniana, educativa y mundial, las revistas literarias y los periódicos. El idioma ucraniano fue rehabilitado oficialmente, pero gracias a las tendencias generales, inspiradas por la propaganda oficial, se quedaba en el nivel de «lengua vulgar». A pesar de los éxitos visibles en el campo cultural y lingüístico —la llegada de las nuevas generaciones literarias de talento, el desarrollo del cinematógrafo y del teatro ucranianos, el mejoramiento y el acrecentamiento de los medios expresivos del idioma de ficción, el establecimiento y el florecimiento de la escuela ucraniana de traducción literaria, etc.—, el progreso nacional, particularmente en el campo de la cultura, parecía un espectáculo teatral. Como las representaciones folklóricas en la escena del Palacio de Kremlin en Moscú durante los tradicionales Días de Ucrania en la capital de la urss. Cada intento por entender la historia y la situación mo-Page 194derna podía terminar en un campo para los presos políticos. La suerte de Ivan Dziuba, autor del libro sobre la rusificación en Ucrania, o del poeta Vasyl Stus, perecido en el campo de concentración ya en el año 1985, son un ejemplo elocuente de aquella situación. Ser ucraniano fue posible hasta los límites determinados. Hasta que en las selecciones de las obras de los clásicos de la literatura ucraniana (T. Shevchenko, I. Frankó) omitieron algunas líneas o las obras enteras que parecían «nacionalistas» o «antirrusas». La censura soviética de la literatura y de la historia es un capítulo muy interesante para investigaciones futuras.

Con la llegada de la glasnost y la perestroika empezaron los cambios. En los años 1987-1990 aparecieron los materiales sobre la verdadera historia, los verdaderos héroes y los enemigos de Ucrania. La sociedad llegó a saber toda la verdad terrible del hambre de los años 1932-1933, de las represiones, de la mentira propagandista con la cual emponzoñaron la conciencia de muchas generaciones, del papel del Ejército Rebelde de Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial, de los caminos trágicos de la diáspora ucraniana, del gobierno ucraniano en el exilio, etc. Todo esto provocó una nueva ola de renovación nacional. Los resultados del plebiscito de 1990 fueron significativos: los ucranianos eligieron la independencia. Cerca del 90% de los habitantes de Ucrania, en aquellos tiempos, durante el censo, se identificaron como ucranianos de origen, y más de un 65% declararon el idioma ucraniano como el idioma natal. El entusiasmo nacional logró su apogeo cuando Ucrania, después del putsch de agosto de 1991 en Moscú, declaró su independencia estatal, eligió su presidente, el Parlamento, formó el Ejército nacional y las instituciones estatales. Las grandes ciudades industriales de Ucrania oriental, rusificadas y internacionalizadas durante el último siglo, empezaron a hablar ucraniano y a aprender ucraniano. El ucraniano se convirtió en el idioma de comercio, de las pequeñas y grandes empresas, de la burocracia... Parecía que faltaban unos dos o tres años para convertirse en una Ucrania de sueño, en un Estado floreciente y rico. Parecía que desde entonces el idioma ucraniano y la cultura nacional irían a desarrollarse impetuosamente. Parecía..., pero duró muy poco. El entusiasmo nacional disminuyó, el uso del ucraniano se estrechó, y al revés, el del ruso se amplió, hasta que penetró, gracias al comercio, en los medios de comunicación y en la moda (o modus vivendi) de los nuevos ricos en las ciudades tradicionalmente ucranianas, las ciudades de Ucrania occidental. ¿Qué es esto? ¿Un retraso temporal? ¿Una parada? ¿Un fracaso nacional? ¿O, por fin, un proceso natural?

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2. Las causas y las consecuencias

Después de la declaración de independencia de Ucrania, de la adopción de su bandera estatal (azul-amarillo), del escudo estatal (el tridente), del idioma estatal (el ucraniano), de determinación de las fronteras, etc., no cabía duda de que el largo camino ucraniano de la lucha por la libertad y la existencia como estado había llegado a su fin. Pero las dificultades empezaron desde este mismo momento. En primer lugar, hay que tener en cuenta tres cosas principales. Ucrania no tiene tradición histórica de su existencia como Estado. Esto significa que debe copiar la experiencia de la organización estatal no importa de dónde (lo prefiere hacer del modelo occidental). Como estado naciente tiene que superar dos tendencias avasalladoras (que hace de su caso un caso sin precedentes): la del imperio ruso y la del totalitarismo soviético.7 Si los efectos de la primera tendencia son bastante conocidos en el mundo moderno, que venció recientemente, casi totalmente, al colonialismo, y está luchando por los derechos de las naciones autónomas, la segunda tendencia, particularmente en el caso ucraniano, influye perceptiblemente en las peripecias de la nueva democracia. El sistema totalitario de la URSS creció en un espacio común para naciones diferentes, históricamente separadas, unidas bajo una ideología marxista-leninista, una economía centralizada e interdependiente, un sistema penitenciario muy riguroso y omnipresente, dirigido desde el centro, y el poder de un único partido. La pertenencia a éste abría la puerta de una carrera exitosa. Una existencia en la isolación absoluta, tras la cortina de acero durante muchos años, permitía crear una sociedad principalmente nueva —con tradiciones propias, una historia nueva, unos mitos sacros, unos santos inviolables y un idioma de comunicación (el ruso). Hasta que lograron formar un nuevo tipo de ciudadano sin nacionalidad (o, mejor dicho, con nacionalidad nueva: soviética, como declararon los ideólogos del partido), sin «patria pequeña» («mi dirección no es una casa o una calle, mi dirección es la Unión Soviética», decía la canción popular de aquellos tiempos). Faltaban solamente unos cuantos años para cambiar los pasaportes de los ciudadanos, y dos o tres generaciones para cambiar categóricamente la conciencia de la sociedad multinacional. Pero la conciencia encorvada de un hombre soviético (o de un sovok, como le llaman irónicamente) se basaba no solamente sobre estos pilares. La protecciónPage 196social garantizada por el Estado fue la cosa esencial para la mayoría absoluta, la cosa trivial de que no se daban cuenta. Con la llegada de la independencia, la sociedad se dividió ya no en los jefes y los otros, como había sido, sino en una minoría de muy ricos y todos los demás, quienes perdieron de repente toda protección social. Claro que tal situación ocasionó una apatía general o, en otras palabras, un desinterés por las cosas estatales, nacionales y lingüísticas. Los jefes, representantes de la llamada no-menklatura, se quedaron, en su mayoría, en sus sitios en la nueva estructura estatal. Al perder el poder político y conectados con estos privilegios, los líderes viejos usaron el poder económico; en otras palabras, la riqueza nacional. Con este fin ellos aplicaron, sin la menor duda, la nueva ideología —la idea nacional— y el idioma ucraniano como instrumento de una nueva táctica. Al principio, sus promesas, la alegría de la diáspora ucraniana, las manifestaciones en las calles, el cambio de la simbología nacional y los debates acalorados en el Parlamento provocaron una ola de entusiasmo general. Pero bastante pronto la animación popular se calmó. Las acciones de los primeros jefes del Estado ucraniano independiente (el primer presidente Kravchuk y sus ayudantes, los escándalos conectados con las atribuciones de los grandes recursos, las maquinaciones con el petróleo, la voluntariedad jurídica, etc.) despertaron el desengaño y la desconfianza en el Estado. Volodymyr Vynychenko, el miembro del Consejo Central de Ucrania en 1917-1918, al analizar los errores del primer Gobierno ucraniano, escribió: «...el poder ucraniano, toda la democracia dirigente ucraniana del partido divergió con sus masas, fue inconsecuente en el sentido social...».8 La nueva jefatura democrática no tomó en consideración las lecciones de sus antecesores. En lugar de esto, los nuevos líderes están ocupados en la lucha política y de los sitios en el nuevo círculo nacional de los seleccionados, que, por extraño que parezca, tiene todos los rasgos de la vieja nomenklatura soviética. Evidentemente, ante estas condiciones, los ciudadanos se inquietan, en primer lugar, por los problemas de sobrevivencia individual, que se diferencia en muchos momentos de los objetivos del nuevo Estado.

El caso de los comerciantes ucranianos, que apareció en la escena histórica recientemente, tenía que resolver dos tareas: probar su derecho de existencia en general y su derecho de existencia como representantes nacionales. Pero sin el apoyo estatal y acuciados por los enormes impuestos, los comerciantes también están preocupados, principalmente, por justificar su derecho de actuar como tales. Es bastante extraño, pero en el ex-Page 197tranjero se conoce a los comerciantes locales como los «nuevos rusos» (o, en el mejor caso, como los «nuevos rusos» de Ucrania), y no como los «nuevos ucranianos».

Después de la animación general provocada por las promesas, en la etapa inicial, de los nuevos líderes y los representantes de los movimientos nacionales sobre la salvación económica que debía llegar del lado de la diáspora ucraniana, la imagen de la diáspora cambió mucho en la conciencia popular cuando esto no ocurrió. Y no es culpa de la diáspora. Simplemente, todas estas declaraciones fueron las cartas en el juego político de algunos jefes ucranianos (y, claro está, de algunos emisarios de la diáspora). Además de que la diáspora no tenía las posibilidades necesarias, ella, como indicó el historiador ucraniano de Canadá Orest Subtelny,9 decidió que su misión (conservar la idea nacional, el idioma ucraniano y las tradiciones en el exilio) ya estaba cumplida. La influencia de la diáspora en algunos momentos adquirió tendencias negativas: las querellas del exilio fueron transferidas a Ucrania (las querellas políticas, confesionales, etc.), la reforma del idioma impuesta por la diáspora, provocó, en mayor parte, aquella barahúnda lingüística en la cual ahora estamos. Acabemos aquí de examinar (o, mejor dicho, solamente indicar) las causas político-sociales y abracemos con la mirada algunos momentos propiamente lingüísticos.

3. El Estado, el pueblo, el idioma

La falta de cualquier contradicción entre estos tres conceptos pudiera ser solamente en el mundo ideal. No hay ningún Estado constituido por un pueblo homogéneo, no hay ninguna población de un Estado que use un único idioma. Pero, de otro lado, cada estado tiene una ley constitucional sobre el idioma (o idiomas) estatal, y las reglas normativas de este idioma.

Al obtener la independencia, todo el mundo en Ucrania, de una u otra manera, quería ser ucraniano para contrapesar el viejo mundo soviético y el idioma oficial hasta entonces, el ruso. Todo el que vive en Ucrania (por lo menos, desde unos cuantos años) comprende el ucraniano y sabe leer en ucraniano, pero (especialmente en las regiones orientales) casi no lo habla o lo habla con muchos errores. De repente, todos trataron dePage 198hablar ucraniano. El idioma que se formó hasta aquel momento en lo que ellos aprendían en la escuela, el que usaban en la prensa y en la literatura. Este idioma sufrió diferentes reformas: la primera en los años treinta, luego en 1947 y más tarde en los años sesenta (1961). Las últimas reformas, adoptadas por una ley especial del Gobierno, simplificaron el idioma (usando la experiencia rusa), lo modernizaron y quitaron algunos elementos (letras, sonidos, flexiones, etc.) típicamente ucranianos. El idioma de principios de siglo, de los años treinta (particularmente de Ucrania occidental, de Galicia de Ucrania) se conservó en el extranjero, en el ambiente de la diáspora ucraniana. Entonces, al triunfar el Estado independiente, pensando que su «misión estaba cumplida» la diáspora quiso devolver al idioma ucraniano todas las pérdidas y restaurar el viejo idioma, no rusificado. Durante los tres últimos años aparecieron tres ediciones de las reglas de ortografía ucraniana, cada vez con cambios contradictorios. Pero hasta este momento estos cambios no fueron formulados como una ley constitucional, mientras que la Ley del año 1961 fue anulada, aunque no oficialmente. De esta manera, la mayoría de la población sintió de repente que estaba analfabeta. La lengua de la prensa, la radio, la televisión, las obras literarias, la publicidad, de los empresarios, de los políticos, etc., no sólo se diferencia, sino que en muchos casos está llena de errores elementales, y su justificación es muy simple: el caos lingüístico. Al fin y al cabo, muchos de los que se inspiraron por la llegada de la independencia y se dirigieron al idioma ucraniano volvieron al terreno más estable del idioma ruso.

La falta de una ley constitucional del idioma (como resultado de una falta de Constitución del Estado, no adoptada hasta ahora) permite diferentes interpretaciones. Hasta la proposición de adoptar dos lenguas estatales, la ucraniana y la rusa, como está indicado en el proyecto de la constitución propuesto por el partido comunista de Ucrania. Y no es extraño que esta proposición pueda recibir el apoyo no solamente de los que hablan ruso, sino de gran parte de la población, pues los comunistas prometen devolver muchas garantías sociales, perdidas hoy en día. Además de esto, el ucraniano está conectado, en la conciencia popular del momento, con la ideología actual, en otras palabras, con la ideología que hasta entonces causaba el empeoramiento del nivel de la vida social.

La política estatal en la esfera lingüística es en muchos casos inconsecuente. De un lado, es una pura propaganda que persigue los fines políticos. Los métodos de fuerza no encuentran el apoyo general cuando en las escuelas y en los centros docentes introducen la enseñanza obligatoria en ucraniano a despecho de la falta de nuevos programas y de libros dePage 199texto. De otro lado, no hay ayuda estatal para las fuerzas que podrían ser la base del nuevo desarrollo lingüístico. Por ejemplo, para la edición de libros, tanto de textos originales como de traducciones. Ahora, en Ucrania más del 90% de todos los libros en venta son libros escritos en ruso. La escuela de traducción literaria ucraniana, que logró un nivel altísimo de desarrollo en los años 70-80, está en crisis. Si consideramos los libros traducidos que se venden en Ucrania, hoy día los que son en ruso alcanzan cerca del 99%. La terminología nueva (política, económica, comercial, etc.) llega a la lengua ucraniana, en su mayor parte, del inglés, pero hasta el último tiempo a través del ruso.

La ampliación del uso de la lengua rusa en la Ucrania de hoy se explica por las características internas del idioma ucraniano. La belleza y la suavidad del ucraniano, indicadas arriba, están en la naturaleza patriarcal (o rústica) del idioma. En el plano histórico, esto jugó una parte muy positiva permitiendo conservar la lengua en los tiempos duros. Esto explica que la psicología de la diáspora ucraniana no se adapte pronto en el ambiente ajeno. Pero en la época moderna este rasgo del idioma es una barrera para la urbanización y la modernización que necesita la juventud. Y, además, el ucraniano casi no tiene jerga moderna, la jerga de la calle. Durante los años del totalitarismo, todo el país fue una cárcel (o un campo de concentración) común de todos los pueblos, donde se usaba exclusivamente el ruso. Entonces, tenemos lo que tenemos: las canciones de baja estrofa, la jerigonza y hasta las expresiones de blasfemia, todo ello, en ruso.

Y por fin, la posición de la inteligencia rusa que, de un lado, aplaude la independencia de Ucrania, pero, de otro lado, es como si repitiera las ideas de George Cunning, quien dijo sobre América del Sur que tenía que ser libre, y, a ser posible, inglesa. Los esfuerzos de los intelectuales rusos, quienes en muchos casos quieren demostrar la superioridad de la cultura y del idioma rusos, son muy exitosos gracias a la falta de profesionales en Ucrania, de dónde fueron sacadas las cabezas, en su tiempo, por el centro soviético.

Conclusiones

La situación lingüística en Ucrania es en su mayor grado única, y para resolver el problema hay que tener en cuenta las condiciones locales mencionadas en estas notas. Pero, al mismo tiempo, podemos sacar conclusiones más o menos comunes para diferentes naciones o grupos lingüísticos. Tanto como el movimiento de liberación nacional, la lucha por la purezaPage 200del idioma, por su tradicionalismo y exclusividad, tiene un carácter muy positivo en los tiempos que la nación está privada de estado, de territorio, del derecho de usar su idioma natal, cuando la cultura y el mundo espiritual de la nación están en peligro de desaparición. Al aparecer el Estado independiente, el problema lingüístico pasa del campo espiritual al plano social y está conectado directamente con el nivel de vida, con el bienestar social, con todas las garantías y libertades sociales. Es muy necesario comprender a tiempo el cambio de objetivos de la actitud nacional y, particularmente, del idioma. Entonces, los esfuerzos nacionales se convierten en la política estatal oficial, en su ideología. Y la lengua (estatal), como sirvienta de esta ideología, tiene la responsabilidad, hasta cierto grado, de todo lo que ocurre.

Si consideramos imparcialmente la situación del idioma en Ucrania hay que indicar que la solución de este problema depende del cumplimiento del objetivo principal: el establecimiento y el desarrollo del estado democrático. Algunos pasos en esta dirección ya se han producido. Pero de los errores y la ignorancia de la realidad por parte de los líderes políticos resultará que, para el cambio radical, se necesitará mucho tiempo, no unos cuantos años sino una o más generaciones.

Kyiv, octubre de 1995

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[1] Valeri Shepchuk, «Misterios indescifrables de la historia de los habitantes de Rus'. Historia de Rus'» [en ucraniano], 1991, Radiansky Pismennyk, Kyiv.

[2] Borys Antonenko-Davídovich, Cómo hablamos [en ucraniano], 1991, Lybld, Kyiv.

[3] Mylailo Hrushevsky, Historia ilustrada de Ucrania [en ucraniano], 1990, Nueva York.

[4] Orest Subtelny, Ucrania. Historia [en ucraniano], 1993, Lybid, Kyiv.

[5] Orest Subtelny.

[6] Orest Subtelny.

[7] Alexander J. Motyl, Dilemmas of Independence, 1993, Council- of Foreign Rela-tions Press, Nueva York. Véase también: Oleksander Butsenko, «Post-república • Pre-estado» [en ucraniano], 1994, Vsesult, Kjiv.

[8] Volodymyr Vynychenko, Renacimiento de la nación, 1920, Kyiv-Viden.

[9] «La Ucrania soñada. Conversación del escritor Oleksander Butsenko con el conocido historiador Orest Subteiny», 1955, Chas-Time, Kyiv.

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