Aspectos económicos de la población mayor en España

AutorLuis V. Doncel Fernández; Tomás Gutiérrez Barbarrusa
Páginas53-102

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1. Condiciones de vida

Consideramos que los principales medios de vida de los mayores proceden de tres fuentes: de su patrimonio, de las pensiones y otros ingresos y de los derechos de alimentos. Estos últimos, pueden considerarse como una renta en especies, sin embargo, no disponemos de datos elaborados sobre los mismos.

En este apartado se presentan indicadores sobre el contexto material en el que discurren las vidas de los mayores españoles. Comienza con un análisis de las características de las viviendas en las que residen, puesto que se trata de un aspecto determinante de la manera en que se vive la vejez. Luego, se muestra un conjunto de indicadores de situación económica, con el objetivo de contextualizar las condiciones de vida de los mayores en las del conjunto de la población española y europea. Y termina, con una revisión de la relación de los mayores con el mercado de trabajo, encuadrada en el marco más amplio de las transformaciones recientes en el calendario de actividad de los trabajadores. Por esta razón, aquí se incluyen algunos indicadores que no se refieren específicamente a personas de 65 o más años, sino al colectivo que hemos denominado trabajadores veteranos, es decir, personas entre 55 y 64 años de edad.

1.1. Vivienda

La atención que merece la vivienda en el análisis de las condiciones de vida de los mayores es evidente. En primer lugar, la vivienda es la parte más visible de las condiciones materiales en las que se desarrolla la vida. Pero la vivienda constituye, además, el marco de referencia fundamental en el que se desarrolla la experiencia de los individuos, quizá especialmente entre los mayores, en la medida en que permanecen más tiempo en el domicilio que las personas de edades más jóvenes. La expresión marco de referencia alude a cuestiones simbólicas, la vivienda es el continente de los recuerdos y de la historia personal de cada uno, pero también alude a cuestiones más materiales. Una vivienda con las condiciones apropiadas puede permitir a los mayores mantenerse integrados en su medio habitual y salvar las dificultades funcionales que, eventualmente, puedan llegar con la edad o, por el contrario, convertirse en una barrera insalvable para el desarrollo de su vida cotidiana en condiciones apropiadas.

Régimen de tenencia

La primera información con respecto a las viviendas se refiere al régimen de tenencia. En España, en 2001, casi nueve de cada diez mayores (87,2%) residen en una vivienda en propiedad, la mayoría (81,8%) libre de cargas, lo que constituye, un alivio para los presupuestos de los mayores. Entre las mujeres la proporción es algo más reducida, pero todavía muy alta (86,4% habita una vivienda en propiedad, el 80,9% libre de cargas); también, la edad reduce la proporción de propietarios. El predominio de la propiedad como forma de tenencia de las viviendas entre los mayores españolesPage 54 responde en realidad a una costumbre generalizada en nuestro país, lo que no impide que existan algunas diferencias por comunidades autónomas.

En Cataluña y algo menos, en la Comunidad de Madrid, en Galicia y en el Principado de Asturias, los regímenes alternativos de tenencia, sobre todo el alquiler, tienen mayor importancia. La inclinación española a la propiedad es compartida también por otros países de la UE-15, particularmente Grecia e Irlanda. En términos generales, las parejas mayores - aquellas en las que al menos uno de los miembros tiene 65 años o más - poseen la vivienda en propiedad en mayor medida que el conjunto de la población, mientras que entre los mayores que viven solos sucede lo contrario. En nuestro país, también se repite esta pauta, pero las diferencias son pequeñas. Según Eurostat, en España, el 83,6% de los mayores que viven solos y el 89,0% de los que viven en pareja son propietarios de su vivienda. Esta situación es muy distinta de la que presentan los mayores de otros países, especialmente los de Alemania, Austria, y, con diferencia, los Países Bajos. En estos tres países, menos de la mitad de los mayores que viven solos son propietarios de su vivienda y, aproximadamente, la mitad de los que viven en parejas. (Tablas 2.1 y 2.2; Gráficos 2.1, 2.2 y 2.3).

La Encuesta de Condiciones de Vida de hs Mayores6 (en adelante ECVM-04) revela, además, que uno de cada seis mayores (16,7%) españoles dispone de una vivienda secundaria, más entre quienes residen en grandes municipios, donde la proporción alcanza a uno de cada cinco mayores y menos en los de tamaño intermedio. La situación económica, que se obtiene del análisis de la encuesta a través de la respuesta a la pregunta sobre las dificultades para ahorrar a fin de mes, muestra, obviamente, una relación bastante estrecha con la disposición de la vivienda secundaria. Entre quienes señalan tener dificultades serias para ahorrar a fin de mes, considerados de posición económica «baja», la disposición de vivienda secundaria alcanza a uno de cada ocho mayores; mientras que entre quienes tienen poca o ninguna dificultad para ahorrar, alcanza a uno de cada cinco. No obstante, nada sabemos con respecto al uso al que se destinan esas viviendas, si son viviendas de recreo, si se utilizan como fuente de ingresos o si carecen de alguna utilidad; tampoco sabemos nada sobre las características de estos inmuebles que nos permitan conocer las posibilidades de ser utilizadas. (Tablas 2.3 y 2.4; Gráfico 2.4).

Características de las viviendas de hs mayores: antigüedad, estado de conservación, tamaño y carencias extremas

Las viviendas principales de los mayores son más antiguas que las del conjunto de la población española. Según el Censo de 2001, la quinta parte de los mayores (1.412.066 personas) residía en una vivienda construida con anterioridad a 1961, una proporción del 11,8% respecto de la población total. Por comunidades autónomas, el porcentaje de mayores que residen en las viviendas más antiguas (con treinta o más años de antigüedad) varía entre el 57% en Andalucía y el 72,5% en elPage 55 País Vasco. No obstante, el dato de la antigüedad, por sí mismo, no resulta demasiado significativo. Mucho más importante es conocer cuál es el estado de conservación de la vivienda. A falta de este dato, el Censo proporciona información sobre el estado de conservación del edificio. (Tablas 2.5 y 2.6; Gráficos 2.5 y 2.6).

El INE establece que un edificio se encuentra en mal estado de conservación si presenta, al menos, bajadas de lluvia y evacuación de aguas residuales en mal estado, humedades en la parte baja del edificio o filtraciones en los tejados o cubiertas. Esta definición corresponde al estado que el INE califica de defiáente. Además, distingue otros dos grados en los que el deterioro del edificio es mayor: malo, si existen grietas acusadas o abombamientos en alguna de sus fachadas, hay hundimientos o falta de horizontalidad en techos o suelos o se aprecia que ha cedido la sustentación del edificio; y ruinoso, si está apuntalado, tiene declaración oficial de ruina o se está tramitando la declaración. Aproximadamente, uno de cada diez mayores vive en un edificio que presenta las deficiencias descritas: el 0,59%, en edificios ruinosos, el 1,59% en edificios en mal estado y un 7,52% en deficientes. Las proporciones son pequeñas, pero en términos absolutos significa que más de cuarenta mil mayores tenían su vivienda en 2001 en ruinas, unos ciento diez mil en mal estado y más de medio millón en un edificio con deficiencias. La distribución por sexos revela la calidad ligeramente inferior de las viviendas de las mujeres, pues, considerando conjuntamente los tres grados de deterioro, más de cuatrocientas mil mujeres mayores vivían en 2001 en un edificio con deficiencias, frente a unos 272.000 varones. En la distribución por comunidades autónomas destaca particularmente que, según la información del Censo del año 2001, la quinta parte de los mayores de Ceuta y Melilla vivían en edificios con problemas de conservación. En el resto, las proporciones son bastante similares a la media de todo el país. (Tablas 2.7 y 2.8; Gráficos 2.7 y 2.8).

Otro indicador de deficiencias extremas en la vivienda es la carencia de agua corriente y de evacuación de aguas residuales en el edificio. Las proporciones son de nuevo, muy pequeñas: el 0,3% de las viviendas de los españoles y una proporción muy similar entre las viviendas de los mayores carecen de agua corriente, lo que, para los mayores, esa proporción equivale a unas 21.000 personas; otras 316.000 personas (4,5%) más, carecen de...

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