Aspectos demográficos de la población mayor en España

AutorLuis V. Doncel Fernández; Tomás Gutiérrez Barbarrusa
Páginas21-51

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1. Introducción: el envejecimiento global

El envejecimiento ya no es un proceso demográfico exclusivo de los países desarrollados, ni, en especial, de la «vieja» Europa. Aunque el nivel y la velocidad de envejecimiento varía de un continente a otro y de un conjunto de países a otros (desarrollados, en desarrollo y menos desarrollados) y dentro de cada continente y entre regiones del mismo país, sin embargo, se puede afirmar que todas las naciones y regiones del mundo están experimentando este fenómeno.

Los países desarrollados se encuentran actualmente en el entorno del 14-15% de población de 65 y más años respecto del total, y alcanzarán el 25,9% en el año 2050 (27,9% Europa). En esa misma fecha los países en desarrollo habrán pasado al 14,3% desde el 5,1% de 2000, de acuerdo a las proyecciones de la última revisión de Naciones Unidas1; es decir, sin alcanzar el nivel de los desarrollados, el proceso habrá sido más rápido, casi triplicando su proporción en sólo cincuenta años y multiplicando sus efectivos 4,4 veces. Las proporciones entre los países menos desarrollados (49 estados de África y Asia, dentro del conjunto de países en desarrollo), son más bajas pero el problema del envejecimiento no será menor.

En cifras absolutas, los 419,2 millones de personas de edad en el mundo en el año 2000 se habrán convertido en 1.418,7 millones en 2050. El mayor número de efectivos residirá en los países actualmente clasificados como en desarrollo. El hecho de haber asociado tradicionalmente envejecimiento a regiones industrializadas y desarrolladas ha ocultado que en los países en desarrollo el crecimiento medio del colectivo de mayores es más fuerte. Estos países, con altas tasas de fecundidad y una mortalidad decreciente, con ganancias de supervivencia, verán cómo alcanzan la vejez generaciones más nutridas de personas, y se plantearán problemas más graves de protección social (pensiones, asistencia sanitaria, dependencia), que en los países desarrollados, de continuar la brecha de desarrollo económico y social entre unos y otros.

En la próxima década, en la mayoría de los países europeos (además de Estados Unidos, Canadá y otros países) se acentuará el proceso de envejecimiento, toda vez que se inicia la llegada al umbral de los 65 años de las generaciones del baby-boom, nacidas tras la finalización de la segunda guerra mundial. España experimentó un proceso similar aunque más retrasado en el tiempo (unos diez años) y menos acentuado. Su momento será la década de los años veinte. No obstante, en 2020, conforme a las proyecciones realizadas por Eurostat, España retrocederá posiciones en el ranking del envejecimiento europeo2.Page 22

Tras Japón, Europa sigue siendo, y será en 2050, la región más envejecida del planeta y África la más joven, con su zona oriental como la menos envejecida. Dentro de Europa los países mediterráneos son los más envejecidos (Grecia, Italia, España, Serbia y Portugal) y mantendrán este patrón hacia 2050, con uno de cada tres ciudadanos por encima del umbral de los 65 años.

Por otra parte, como sucede en España, en todos los países se está produciendo un proceso de envejecimiento de los ya viejos, aumentando su proporción los octogenarios. Es el fenómeno que se ha dado en llamar envejeámiento del envejeámiento.

A partir de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) y de la Asamblea Mundial sobre Envejecimiento (Madrid, 2002), algunas conclusiones fundamentales pueden extraerse de los datos de envejecimiento mundial y su proyección a 2050:

1) El envejecimiento de la población carece de precedentes en la historia de la humanidad; las personas de edad casi alcanzarán en efectivos a los jóvenes de menos de 15 años (los mayores de 60 años los superarán).

2) El envejecimiento demográfico es un proceso general, universal, afecta a todo tipo de sociedad, y es rápido, con tasas de incremento más elevadas que la población en su conjunto; el porcentaje de crecimiento triplicará el de la población general en su conjunto.

3) El fenómeno del envejecimiento es profundo y tiene importantes consecuencias en todas las facetas de la vida humana. El crecimiento de efectivos de personas mayores podrá afectar a la solidaridad intergeneracional. Incidirá en el crecimiento económico, el ahorro, el consumo, el mercado de trabajo y por supuesto, en las pensiones. Afectará a los modelos sanitarios, la composición de la familia, las condiciones de vida y la previsión de los cuidados a personas dependientes. Desde el punto de vista político, el envejecimiento puede influir en patrones de voto y en el diseño de programas electorales.

4) El envejecimiento es duradero y prácticamente irreversible. La tendencia continuará con seguridad en los próximos cincuenta años. En 1950, sólo el 5,2% de la población mundial tenía 65 o más años, en 2000 era el 6,9% y en 2050 se alcanzará el 15,6%, un nivel similar al que ha tenido España en los últimos años. Pero el problema será que más de 1.100 millones de personas de edad vivirán en países en desarrollo, que difícilmente alcanzarán el nivel de protección social que ha tenido España en la última década. El ritmo del envejecimiento es más rápido en los países en desarrollo con lo que tendrán menos tiempo para adaptarse a la nueva situación. Además, parten de una posición inferior en porcentaje de gasto social dedicado a vejez (pensiones, salud y otros capítulos); sus sistemas de protección apenas están desarrollados.Page 23

5) De especial preocupación es la necesidad creciente de asistencia y cuidados de larga duración. El envejecimiento de los ya viejos, por ganancias en longevidad, hará aumentar las tasas de dependencia en todos los países.

En definitiva, el envejecimiento de la población mundial tiene consecuencias profundas, generales y duraderas. Es un auténtico reto o desafío para los responsables políticos, que en muchos países no pueden organizar políticas de atención adecuadas.

2. Estructura demográfica de los mayores en España

El envejecimiento es una consecuencia del proceso de transición demográfica, el estadio final de caída de las tasas de natalidad y mortalidad. En los primeros estadios de la transición demográfica (con alta fecundidad y baja mortalidad), el envejecimiento era debido fundamentalmente al incremento de la esperanza de vida, aunque pasaba desapercibido por sus pequeños valores porcentuales. En el último estadio, el declive de la fecundidad se añadió a este efecto, desde que la fecundidad cayó por debajo de 2,1 hijos por mujer en 1981, y siguió acentuándose en los años siguientes. El efecto de esta caída es el que prevalece, un menor número de niños hace que el peso relativo de los mayores se incremente.

España ha finalizado su transición demográfica, entendida como un proceso gradual en el que las sociedades evolucionan desde una situación de altas tasas de fecundidad y mortalidad a otra de bajas tasas; primero, desciende la mortalidad infantil (0 años) y de niños por reducción de las enfermedades infecciosas. En un primer momento las tasas de fecundidad se mantienen altas, por lo que el tamaño de las cohortes es grande y creciente. Se produce realmente un rejuvenecimiento de la pirámide de edades. Al final del proceso de transición, las tasas de fecundidad son cada vez más bajas. La mortalidad sigue descendiendo pero ya lo hace básicamente en las edades avanzadas, por lo que provoca un envejecimiento de los ya viejos. La baja natalidad provoca el efecto comentado de menor número de niños, lo que hace subir la importancia relativa del grupo de mayores.

Podemos resumir el envejecimiento en el siguiente principio: hay más viejos porque llegan más supervivientes a la edad de sesenta y cinco años, y hay más envejecimiento porque hay menos jóvenes, consecuencia de la caída de la fecundidad, que hace subir el peso proporcional de los mayores en el conjunto de la población. Además, los que llegan son más longevos que hace unas décadas. Es decir, las dos fuerzas que explican el envejecimiento son la caída de la fecundidad y el avance de la longevidad; aquélla se sitúa ahora en 1,3 hijos por mujer y ésta ya alcanza los 78,71 años, 75,25 para varones y 82,16 para mujeres (1998), y sube a 83,25 años para los que han superado el umbral de los 65 años (81,11 varones, 85,09 mujeres). Un aspectoPage 24 destacable, y a veces olvidado, es que el envejecimiento implica un descenso del número de niños y jóvenes.

Hasta ahora, ha habido envejecimiento porque llegan muchos efectivos a los 65 años; a partir de ahora, se ganará esperanza de vida por el alargamiento de la vida de los mayores. Aunque el nivel de fecundidad sigue siendo un determinante fundamental de la estructura por edad, y ésta debe ser tenida en cuenta para...

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