Artículo 45: Medio ambiente

AutorAntonio-Enrique Pérez Luño
Cargo del AutorCatedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla
Páginas235-276

Page 237

1. Presupuestos generales del precepto

Constituye un mérito de la Integrationslehre, formulada por Rudolf SMEND hace cincuenta años, el haber asignado a los derechos fundamentales un doble cometido: el concretar y garantizar las libertades existentes y el establecer el horizonte emancipatorio a alcanzar 1. Dentro de esta segunda función de los derechos fun-Page 238damentales se encuadra el reconocimiento en nuestro texto constitucional del derecho a la calidad de la vida a través de una adecuada protección del medio ambiente. Es obvio que tal derecho no puede concebirse más que como una aspiración o meta, cuyo logro exige importantes transformaciones culturales y socioeconómicas.

En el curso de estos últimos años pocas cuestiones han suscitado tan amplia y heterogénea inquietud como la que se refiere a las relaciones del hombre con el medio ambiental en el que se halla inmerso, que condiciona su existencia y por el que, incluso, puede llegar a ser destruido. Debe, por tanto, considerarse un rasgo de sensibilidad y apertura al signo de los tiempos el que nuestra Constitución proclame, desde su mismo Preámbulo, la voluntad de «asegurar a todos una digna calidad de vida». Este principio programático, cuyo valor interpretativo es innegable, en cuanto supone una «declaración solemne de intención que formula colectivamente el poder constituyente» 2, tiene su específico desarrollo en el texto del artículo 45. Dicho artículo aparece así íntimamente vinculado con los valores guía o fundamentales (Grundwerte) de la Constitución. En tal sentido, su significación prioritaria no puede contemplarse al margen del modelo de sociedad que la Constitución quiere promover.

1.1. Aspectos de la formación histórica de la temática medioambiental

Si bien, como se ha dicho, la preocupación colectiva por el medio ambiente constituye un rasgo definitorio de nuestra época, la tensión hombre-naturaleza ha sido una constante en las diversas etapas de la evolución cultural. Durante milenios la existencia y el pensamiento humano se han desarrollado en relación necesaria con la naturaleza. No en vano el hombre ha encontrado en su medio natural el punto de referencia para sus posibilidades de acción transformadora. Es más, desde las etapas iniciales de la historia el hombre acude a la naturaleza para una mejor comprensión de su propia dimensión social. Así, el período cosmológico de la filosofía griega supuso la proyección de las ideas de orden y regularidad de los fenómenos de la naturaleza, a la explicación del orden social humano. Al tiempo que en un período inmediatamente posterior -el antropológico- se intentó comprender la naturaleza a través de la experiencia organizativa de la convivencia político-social. Naturaleza y sociedad van a formar, por ello, una unidad inseparable cuyas manifestaciones externas fluctuarán de acuerdo con el desarrollo de los sistemas económicos de producción, las formas de organización social y la evolución de los conocimientos científicos y técnicos 3.

Se ha interpretado el Renacimiento como una vuelta a la clásica dialéctica ar-Page 239monizadora entre la naturaleza y la cultura. De igual modo que en el siglo XVIII el término «naturaleza» pasó a ser, gracias a la obra de ROUSSEAU, una especie de moneda ideal de amplia circulación intelectual con la que se enjuiciaron los más diversos aspectos de la cultura, así como las instituciones sociales y políticas. Conviene advertir que las tesis de ROUSSEAU no postularon una vuelta a la vida salvaje, como equivocadamente ha insinuado una larga tradición interpretativa que parte de VOLTAIRE. Más bien, lo que ROUSSEAU vislumbra es «una cultura que con sus medios -de los que ya no podía hacerse abstracción en la historia- reestableciera a un nivel superior el estado natural de igualdad entre los hombres, su vida armónica en común, su felicidad en ello basada, su común sensibilidad moral» 4. Su obra anticipa, por vez primera, que «el progreso civilizatorio empuja a los hombres al envilecimiento si no persigue el objetivo de reestablecer con sus medios la naturaleza para, albergados por ella, armónicamente reconciliados con ella, llevar una vida de concordia y de sentido común siempre presente» 5.

La plurisecular tensión entre naturaleza y sociedad se resolverá en términos de abierta contradicción cuando la revolución industrial y la concepción positivista del progreso conciban el dominio e incluso la destrucción o la negación de la naturaleza como la empresa más significativa y propia del hombre 6. Los resultados de tal planteamiento constituyen ahora motivo de preocupación cotidiana. El expolio acelerado de las fuentes de energía, así como la degradación y contaminación del medio ambiente, han tenido su puntual repercusión en el hábitat humano y en el propio equilibrio psicosomático de los individuos 7. De ahí ha surgido la convicción, en los ambientes más sensibilizados hacia esta problemática, de que la humanidad puede estar abocada al suicidio porque, como l'apprenti sorcier, con un progreso técnico irresponsable ha desencadena-do las fuerzas de la naturaleza y no se halla en condiciones de controlarlas 8.

En estas coordenadas debe situarse la aparición de la inquietud ecológica. El término «ecología» fue acuñado, a mediados del pasado siglo, por el biólogo Ernst Page 240 HAECKEL para designar a la ciencia del hábitat, dirigida al estudio de las relaciones de los animales con el ambiente inorgánico y orgánico que condicio-na sus modos de existencia 9. La ecología fue configurándose paulatinamente como una disciplina bidimensional cuyo objeto se halla constituido, de un lado, por la biosfera o medio ambiente natural que constituye el soporte de la vida y, de otro, por los ecosistemas o relaciones y procesos dinámicos de interacción entre el medio natural y los organismos vivos a los que sirve de soporte 10. La ecología ha adquirido especial relieve para las ciencias sociales, en su rama de ecología humana, al analizar los procesos a través de los cuales el hombre puede modificar el equilibrio de los ecosistemas, con las consiguientes repercusiones para el ambiente y el propio desarrollo de la vida humana. La ecología representa en la actualidad el marco global para un renovado enfoque de las relaciones entre el hombre y su entorno, que redunde en una utilización racional de los recursos energéticos y sustituya el crecimiento desenfrenado en términos puramente cuantitativos, por un uso equilibrado de la naturaleza que haga posible la calidad de la vida 11.

Al margen de algunas denuncias premonitorias sobre la necesidad de limitar el crecimiento de la población y la explotación desenfrenada de los recursos naturales 12, puede considerarse el año 1968 como fecha crucial para la afirmación de un amplio movimiento colectivo de signo ecologista. Así, se ha aludido a la evidente componente ecológica de los movimientos estudiantiles del 68, en cuanto implicaban, entre otros, el objetivo de «vivir mejor» en contraposición con el «tener más» caracterizador de la ideología del establishment 13. En ese año también emergen ante la opinión pública diversos movimientos de protesta contra la contaminación atmosférica y de las aguas marítimas y fluviales. Bajo la presión de estas reivindicaciones el año 1970 fue declarado «año europeo de la conservación de la naturaleza». A nivel de las organizaciones internacionales la primera iniciativa relevante tuvo lugar en 1972 en Estocolmo, donde se celebró la Conferencia de la O.N.U. sobre el Medio Humano. En dicha reunión, pese a las notables diferencias que separaban los planteamientos de los países desarrollados y los tercermundistas, se acordó proclamar que: «Para llegar a la plenitud de su libertad dentro de la naturaleza, el hombre debe aplicar sus conocimientos a forjar, en armonía con ella, un medio mejor. La defensa y mejoramiento del medio humano para las generaciones presentes y futuras se ha convertido en meta imperiosa de la humanidad» 14. En Page 241 ese mismo año Sicco MANSHOLT dirigió una célebre carta al entonces presidente de la Comisión de la C.E.E., Franco María MALFATTI. Dicho documento contenía una severa advertencia sobre los peligros que implicaba un crecimiento económico exponencial para el equilibrio ecológico y la calidad de vida. Al tiempo que proponía como alternativa una planificación racional de la producción y del consumo. De ahí se desprendía la necesidad de primar la producción de bienes básicos, de atender a las necesidades de carácter cultural, de programar una política de conservación de las materias primas y de fomento de las medidas de reciclaje, así como de adoptar medidas eficaces contra la contaminación 15.

Data también del año 1972 un importante informe elaborado bajo los auspicios del Club de Roma sobre Los límites del crecimiento. Esta entidad, formada por un grupo de personalidades del mundo científico, económico e industrial unidas por la preocupación común de la creciente amenaza implícita en diversos fenómenos de nuestra época para la evolución de la existencia humana, encargó a un equipo de investigadores del M.I.T. (Massachussets Institute of Technology) la elaboración de un informe sobre los problemas del medio ambiente y los recursos energéticos. El trabajo, realizado por un equipo dirigido por DONNELLA H. y por Dennis L. MEADOWS, sobre la base de la dinámica de sistemas de Jay W. FORRESTER tomaba en...

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