El arraigo: ¿paradigma de la legalidad inconstitucional?

AutorJesús A. Nieto González
CargoAlumno de la Facultad de Derecho de la Universidad Abierta de Cataluña y Subinspector del Cuerpo Nacional de Policía
Páginas230-248

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I - Solidaridad mal concebida

Como punto de partida, cabe preguntarse por ese impulso interno, común y natural que lleva al ser humano a auxiliar a su congénere en momentos de grave dificultad asumida como tal por la generalidad. Este sentimiento, este respaldo intuitivo, viene denominándose: "solidaridad".

Si estimamos un cálculo a "groso modo", podemos considerar que, a día de hoy, podrían existir varios millones de personas, fuera de nuestras fronteras, que asumen el deseo relevante de emigrar a España, como concreto país de destino, suponiendo varios millones más los que desearían hacerlo a cualquier otro país occidental, incluido España.

Por lo tanto, en el estricto nombre de la solidaridad, lo más ecuánime se reputaría: admitirlos a todos.

A nadie escapa que esta solución utópica es irrealizable, aunque tan sólo lo fuera desde el punto de vista demográfico y de sostenibilidad material, conllevaría la quiebra segura de los pilares sociales, económicos, de bienestar alcanzado y cuantos más queramos añadir.

El Dr. Adrian Rogers (1931) expreso en un simple pensamiento la antítesis pragmática y real de la solidaridad:

Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo..

El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona.

Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso... mi querido amigo...

...es el fin de cualquier nación.

"No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola".

Asimismo, no es afín a la legalidad vigente, ni tan siquiera con una praxis congruente y racional, utilizar grandilocuentes justificaciones que enlazan con la propia realidad de las sociedades desde que el mundo es mundo, vertiendo confusión en el crisol de los criterios que deben regular legalmente la inmigración como fenómeno social: las referencias desgarradoras a la hambruna en el África Subsahariana, la desesperación económica o política de grupos

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sociales en países de Sudamérica, la trágica odisea de las pateras cruzando el mar, etc. etc. El recurso a las desigualdades odiosas y perennes en la humanidad siempre conducirán a decisiones erróneas que, en vez de aliviar el problema, lo aumentarán y complicarán.

Por lo general, los ciudadanos más adolentes de información real sobre la situación económica y social de España, tienen a embrollar los conceptos enfatizando enfoques mucho más sensibles al corazón que a la razón, soslayando la crudeza de la realidad en pro de quiméricos y oníricos adagios que, en el fondo, tan sólo buscan alejar de sus conciencias acomodadas un problema que se manifiesta como permanente a lo largo de los siglos y cargando sobre un ente abstracto de inagotables recursos —el Estado— la obligación solidaria de toda la humanidad.

Con demasiada prolijidad se enaltecen este tipo de personas, que, encumbradas en un atril de "solidaria vanidad" "reparten lecciones morales" con la seguridad del docto que conoce de antemano la respuesta y se dispone a impartir una lección magistral.

El Reino de España no es una inmensa O.N.G. con capacidad y medios para albergar y atender todas las situaciones de necesidad que se producen en el planeta, es una construcción político/social que enfrenta día a día sus propios conflictos y deficiencias, sus carencias e inseguridades, y que puede, y debe, aportar su parte alícuota de solidaridad hacia los más desfavorecidos del mundo pero ni toda ni de cualquier manera, ya que, de hacerlo así, emprendería el camino de su propia destrucción.

En concreto, como se explicará de forma más exhaustiva y nomotética, al analizar la figura del arraigo, las improvisaciones y despropósitos en materia de flujos migratorios producen exactamente el efecto contrario: el imperio de las redes ilegales de explotación de personas, la desestructuración social, la marginación, la segregación cultural y cuantas otras miserias vemos, desgraciadamente, a nuestro alrededor. A todo lo anterior a coadyuvado, con su buena intención, la utilización bastarda del arraigo en nuestro país para obtener fraudulentamente lo que el Derecho no concedía —la residencia legal— hasta convertir esta figura jurídico/administrativa en un instrumento sometido al imperio de la voluntad del emigrante, no del Estado receptor; con lo cual alcanzamos la absurda conclusión de que, admitida la solidaridad universal sin límite, lo más adecuado sería abrir nuestras fronteras de par en par evitando así cualquier riesgo o sufrimiento para los emigrantes.

II - Inmigración ilegal, un debate demagógico

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Cita la R.A.E. en el significante demagogia: "Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder".

"La Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) atribuye en su memoria del año 2003, hecha pública ayer, que "las principales causas de la criminalidad" en la región fueron "el incremento de la población extranjera en situación de ilegalidad, sin medios lícitos de vida, y la delincuencia juvenil"

" Los inmigrantes ilegales: Los inmigrantes salvan el estado del bienestar. Algunos dudan que el sistema de servicios públicos sea sostenible en plena crisis tras el gran flujo de inmigración. Los extranjeros contribuyen al Estado más de lo que reciben de él" (Siglo XXI, 16 de junio de 2008, Pablo Ximénez de Sandoval).

"Si alguien quiere venir a España, que lo haga por los cauces legales y no se ponga en contacto con las mafias, porque, si no, lo repatriaremos" (Alfredo Pérez Rubalcaba 16 de enero 2009).

¿Quién tiene razón? ¿Quién usa la demagogia? ¿Existe una verdad inexorable?

Cuestiones cuyas réplicas, de forma apriorística, dependerán de la polarización ideática de cada cual.

El ayuntamiento de Vic aprobó no empadronar a los inmigrantes ilegales, lo cual contradecía a la Ley de Extranjería y la Ley de Bases de Régimen Local. Pero si acudimos a la propia Ley de Extranjería, entre sus sanciones, ésta exige a expulsar a los inmigrantes residentes ilegales, mientras que la Ley de Bases del Régimen Local obliga a empadronar a todo aquel que aporte el pasaporte, independientemente de que tenga o no estancia lícita o permiso de residencia en España.......... ¿Es esto demagogia?

El empadronamiento otorga el derecho a la sanidad, educación y servicios sociales gratuitos, es decir, los ayuntamientos están obligados a prestar tales servicios a todos los empadronados, mientras, como se indica ut supra, la Ley de Extranjería compele a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, concretamente al Cuerpo Nacional de Policía, a perseguir las infracciones precisadas en propia Ley de Extranjería, incluida la expulsión de inmigrantes residiendo ilegalmente en nuestro país............¿Es esto demagogia?

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Actualmente, los datos de la "cifra negra" de la residencia ilegal apuntan a que residen en España entre 800.000 y 1.200.000 personas en esta situación administrativa.

Por lo tanto se hace evidente una cuestión ¿tienen estos inmigrantes que han impuesto su presencia en territorio español contra legem derecho a sanidad y educación a costa del resto de los ciudadanos?

Y si detentan tal derecho, ¿por qué se expulsan a los inmigrantes ilegales? ¿No tienen éstos el mismo derecho a viviendas oficiales, sanidad o educación que aquellos que han eludido la acción de la Policía? ¿Es que realmente estos derechos son un "premio" al que se "esconda" mejor de la Policía?

Me es embarazoso dar respuesta a estas cuestiones.

La República Federal de Alemania es el único país europeo que tiene más foráneos residiendo en su territorio que el Reino de España y por el acerbo experiencial de mis trasiegos a aquel país, gozan de un servicio sanitario que, sinceramente, lo desearía para mi país. Pues bien, allí han reducido el problema a un marco de sostenibilidad: Puesto que los residentes ilegales no pueden desempeñar trabajo alguno al adolecer de permiso de residencia, no pueden aportar nada al país y tal carga sería una deslealtad para el resto de ciudadanos que nutre el sistema sanitario y social; ha optado porque ningún extranjero que no posea la residencia legal pueda empadronarse, asimismo, ningún extranjero puede residir legalmente si no posee permiso de trabajo.

La consecuencia inmediata es que Alemania, con su categórica legislación, ha logrado que apenas lleguen a su territorio inmigrantes ilegales, logrando un sistema totalmente sostenible y eficaz para con los que sustentan con sus gravámenes al estado.

¿Cómo habría que calificar la política que en materia de extranjería sigue la República Federal de Alemania? ¿Son inferiores moralmente a nosotros? ¿Más "ignominiosos" quizás?

Quizás, pero también, quizás, la sociedad alemana (empresarios, sindicatos, ayuntamientos, etc.) ha optado por colaborar con sus autoridades para que se cumpla la ley y...

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