Áreas gravitatorias en el espacio de la Unión Europea

AutorModesto Barcia Lago
Páginas43-64

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A pesar de los problemas y dificultades presentes, estamos asistiendo a la aurora de una Europa grávida de futuro. No podemos, claro está, predecir el resultado de esta gravidez, aunque es fácil la sospecha de su relevancia de alcance planetario. Pero, si no podemos adivinar el contenido de ese futuro, podemos -y debemos- sacar las lecciones del pasado para intuir el sentido de esa transformación. "La historia -advierte OLIVEIRA MARTINS en su obra paradigmática sobre la civilización ibérica- no es una profecía; pero el estudio detenido de las edades que fueron, permite ver frecuentemente las probabilidades futuras"53, porque, conforme reitera a los lectores de su otra magna obra sobre el acontecer de Portugal, "é sobretudo uma liçâo moral", consistente, en el decir de Edward HALLET CARR, en "un diálogo sin fin entre el presente y el pasado"54, merecedor, como recordaba ORTEGA y GASSET con la expresión ciceroniana, del honroso título de "maestra de la vida"; sus enseñanzas pueden sernos bien provechosas a las generaciones del presente de cara a las decisiones que tenemos que adoptar o padecer, lo queramos o no, por cálculo sensato o negligencia culpable. A fi n de cuentas, es solamente desde ese diálogo tenaz que cada generación puede comprenderse a sí misma como resultado de las que las precedieron y como semilla de las que han de venir tras de ella; pues como subraya el profesor gallego R. VILLARES, "se algunha utilidade ten a refl exión histórica é que permite identifi car moitas claves de longa duración nos comportamentos dunha comunidade humana"55.

Prácticamente finalizado el agregado geográfico-cultural de la "Europa de los veinticinco" y ahora de los "veintisiete" con la incorporación de Rumanía y Bulgaria,56, la Page 44 tentativa de dotarse de una Constitución57, nacida de los trabajos de una amplia Convención preparatoria, dificultosamente aprobada por fin en la Cumbre Euro- Page 45 pea de junio 200458, escenificada solemnemente con la firma en Roma de los Jefes de Estado o de Gobierno el 28 de octubre de aquel año, y que aún debía superar la aprobación de los referendos populares o de los Parlamentos nacionales59, termi Page 46 nó en un estrepitoso fracaso con el categórico rechazo francés ("Francia sólo acepta a Europa a condición de que se haga francesa", dice Pascal BRUCKNER en su inclemente requisitoria contra la autoflagelación europea -La tiranía de la Penitencia. Ensayo sobre el masoquismo occidental, Editorial Ariel S.A. Barcelona, 2008; pág. 149-) y holandés obtenido en las correspondientes consultas populares. El desconcierto consiguiente de las élites políticas en las postrimerías del mandato del Presidente Jacques Chirac, hubo de esperar a la elección de Nicolás Sarkozy como nuevo Presidente de la República Francesa para encarar una corrección del rumbo con la decidida apuesta de la Canciller alemana Ángela Merkel -que recibiría el premio "Carlomagno" en 2008 en reconocimiento a su labor-, rebajando la grandilocuencia constitucional, acogiendo las reservas inglesas -y polacas, pero ya no las españolas en la etapa desconcertante y frívola del Gobierno de R. Zapatero- y, finalmente, aprobando un nuevo Tratado de Lisboa (2007) -este también fracasado con el rechazo popular en el referendum irlandés que, el decir de J. FISCHER, "da la puntilla a la Europa política" ("El País", 24 de junio de 2008), aunque, en realidad, a una generación de líderes de escaso fuste histórico-; con todo, ese Tratado non nato, pese al fárrago textual, no obstante, mantiene algunos de los avances europeistas, bien que sea en un clima de excepticismo y repliegue nacional que no favorece la dinámica del espíritu del "interés europeo". Tanto más, cuanto que el renacimiento de la nueva alineación atlantista propiciada por el hiperactivo Presidente francés, en colaboración con una Alemania más centrada en sí misma y lanzando el francés requiebros de una entente amicale de reordenación estratégica cooperativa60 a una Gran Bretaña siempre "caballo de troya" de la estrategia USA, operando como un directorio fáctico de la subalternidad europea, apunta a una contención, o debilitamiento, del proceso de unidad continental, como la ilegal secesión de la provincia serbia de Kosovo -el escenario "peor para los intereses de Europa y el más amenazador para su unidad", ha dicho J.I. TORREBLANCA, Director de la Ofi cina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), en un análisis periodístico61, pero también una ofensa a Rusia, cuya res Page 47 puesta ya se atisba en el Cáucaso-, amparada en la irresponsable complacencia europeo-norteamericana -culminación de la diseñada explosión yugoslava, por lo que agudamente el profesor REMIRO BROTÓNS ha denominado "unilateralismo grupal al margen de la Carta de las Naciones Unidas"62- muestra otra vez, que, como señala el citado analista,"la limitación más importante del poder europeo tiene que ver con la miopía de sus líderes"63.

Pero, aun así, podemos ya reparar en los contornos geopolíticos fundamentales que delimitan los ámbitos territoriales en los que coagulan áreas de poder e intereses regionales con sustantividad propia, susceptibles de intentar imponer la dominancia de su perspectiva en la defi nición de las políticas generales del euroespacio; naturalmente, sin que esta dimensión geopolítica, interna a la propia Unión Europea, sea suficiente por sí misma para determinarlas; sino que, más bien, debe considerarse el marco referencial para un acercamiento a la dialéctica compleja de entrecruzamientos y posicionamientos circunstanciales de los diferentes actores de la tramoya europea, en la que España y Portugal se juegan la posibilidad de romper su subalternidad centenaria.

La indudable relevancia de las tensiones que pueden surgir al socaire de la tentación directorial de los Estados más grandes desplazando las preocupaciones de los de menor potencia, bien claras en el proyecto de Constitución propuesto por la Convención; los alineamientos por afinidades o complementariedades económicas, o las dispares tradiciones culturales entre los regímenes del common law y los propios del "Derecho continental"; y otros, incluso los militares y políticos64, cuando no los intereses meramente coyunturales, sugiere la posibilidad Page 48 de un enfoque desde la teoría del cleavage, sostenida por Stein ROKKAN65 en el marco anglosajón de la teoría de la Nations-building como explicación de la formación de los Partidos Políticos. Pero, en mi opinión, la incidencia cotidiana de esa complejidad no desvirtúa, aunque a veces pueda ocultarla, la operatividad geopolítica subyacente del diseño básico de la arquitectura del poder en la naciente Europa constitucional. Las raices de la vigencia del marco geopolítico que aquí se propone, se pueden seguir en el sustrato de la convulsa historia del Viejo Mundo.

En este punto, el análisis, referido a España, que expuso el Almirante ÁLVAREZ-ARENAS en un artículo de prensa, señala tres áreas o "fuerzas" que se destacan sobre las demás "para una amplia opinión europea desprovista de particularismos", y que serían "Inglaterra, Alemania, Francia. Lo demás queda en segundo o tercer plano"66. No compartimos, por lo que se dirá, sin hacer matización de alcance, las tesis y supuestos implícitos en que el articulista sustenta el dictamen expuesto, sin perjuicio de reconocer la actual consideración subalterna y poco relevante de la posición internacional y europea de España -y de Portugal-; pero, desde luego, esa reflexión sirve de llamada de atención para situar el contexto de la que en este libro pretendemos someter a debate.

En nuestra opinión, tres son, meramente enunciados, los espacios-centros de gravedad política perfilados, cada vez más nítidamente incidentes en la dialéctica de la competencia por la hegemonía en el seno de la Unión Europea; son la Romania Carolingia, la Angloesfera y la Iberoesfera:

1) Lo que tradicionalmente viene siendo considerado "motor" o "corazón" de la Unión: la mittelleuropa que alentó los sueños nacionalistas de corte germanista, en la iconografía ideológica de la weltanshaung que inspiró Herder, o los Discursos a la Nación alemana con los que Fichte hizo frente a los cañones de la pretensión paneuropea bonapartista. Tiene, desde luego, este bloque en la entente política de Francia y Alemania, la vanguardia europeista, moviéndose en la estela de la Romania carolingia, el núcleo duro de la estructuración continental, cuanto más extiende su dominancia sobre los paises del este y norte de Europa. Fue in Page 49 capaz el Secretario de Defensa de los USA, Donald Rumsfeld, de comprender el matizado rechazo por parte de este eje europeo, de la humillante subordinación que recababa para el rediseño estratégico del medio Oriente pretendido por los "neocons" de la administración Bush jr. conforme a los intereses imperialistas de los U.S.A., que llevó a la delictiva agresión contra Irak67; la "vieja Europa" Page 51 del bloque franco-alemán, como despectivamente la motejó, es ciertamente el núcleo duro de la construcción europea, incluso sin perder de vista las veleidades del tradicional "chauvinisme" francés -ahora temeroso de una pérdida de influencia política ante el agrandamiento de la Unión- y de la inevitable asunción por la Alemania unificada de las responsabilidades inherentes a su potencialidad económica y centralidad continental, circunstancias que ya no se escondían en el momento decisivo de la "Constitución" europea, por más que el fracaso de los referendos en Francia y en Holanda y la debilitación económica, de la propia "locomotora" alemana, hubiesen cuestionado su capacidad efectiva de liderazgo europeo. Sin embargo, aun así, continúa a ser un dato irrefutable, escribe el diplomático ALONSO ZALDÍVAR, que "Reino Unido, Italia, España y Polonia no pueden defi nir una política europea, mientras que Francia y Alemania sí pueden hacerlo, así que serán los primeros quienes tendrán que ir acomodándose a la...

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