Árbitro y arbitraje deportivo

AutorMiguel Ángel Betancor León
Páginas33-55

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Introducción

La esencia cultural que posee la Educación Física y el Deporte, a pesar de tener carácter universal, mantiene, no obstante, un desarrollo propio. El concepto de deporte, aparte de su consideración tradicional e histórica, en la que se vincula de forma generalizada con las actividades físico-corporales del ser humano, alcanza en el período moderno una función diferente a lo que tradicionalmente se ha destacado como juego popular, ejercicio gímnico o espectáculo. Actividades éstas conectadas con las diversas realidades y contextos en los que se desarrollaban (el cuerpo humano como uso religioso, rito, como instrumento político y guerrero, el cuerpo agonístico y su función social, como diversión personal y colectiva, como culto, etc.). Ante esta situación lo que debe entenderse como arbitro y arbitraje comprende ese largo proceso histórico de la actividad física, donde el deporte contemporáneo y sus antecedentes han producido una manera distinta de entender cómo una persona coordina y controla la actividad físico-corporal.

Aunque muchos autores1 diferencian entre las funciones propias de un juez deportivo para los deportes sin oposición -la gimnasia, por ejemplo-, donde se evalúa la actuación del deportista comparándola con unos criterios prefijados en el reglamento, siendo la precisión y la objetividad de sus decisiones claves para determinar la clasificación de los deportistas, y las propias de un arbitro para los deportes con oposición (el fútbol), donde se sancionan las infracciones al reglamento con el fin de garantizar que el resultado dependa sólo de la preparación física y técnica de los jugadores, así como de la táctica empleada por los equipos contendientes. A pesar de esta distinción, la función reguladora de la actividad física siempre estuvo marcada por los parámetros de una autoridad ligada al propio contexto en el que ésta se producía. Así en la Antigua Grecia esa figura arbitral, representada de ordinario por los presidentes eleos, poseía una autoridad social más que deportiva. Evidentemente, la posición del arbitro históricamente estará determinada por el propio desarollo cultural en la que se inserta su actividad, bien sea ésta lúdica o deportiva.

Actualmente, el deporte ha perdido su carácter lúdico en favor de su carácter social, entendido éste como el entramado de intereses económicos y políticos que rigen su acon-

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tecer diario. Además, como señala Jorge Teixeira de Sousa2, la propia regla deportiva marca diferencias para poder entender la figura del arbitro y su función en contraposición a los juegos tradicionales, con reglas mucho más simples y naturales. Así, por ejemplo, la regla deportiva comporta una mayor complejidad dependiendo de la estabilidad reglamentaria de cada deporte, de la evolución técnica de los deportistas (búsqueda de un mayor rendimiento a partir de las propias reglas), de una evolución táctica y de un desarrollo social del deporte, llegándose a lo que hoy se denomina "espectáculo deportivo", donde el interés colectivo e individual hacen que el arbitro tenga una mayor dificultad a la hora de poseer una representatividad deportiva de prestigio más que de crítica.

En el Fútbol se observan claramente estos condicionantes a la hora de poder situar y definir la función arbitral. Las reglas han evolucionado desde su inicio (siglo XIX) hasta la actualidad, dependiendo de factores como la propia condición física de los jugadores, que provoca que determinadas reglas cambien para no producir ventaja con respecto a la propia esencia del juego. Del mismo modo podemos reseñar la evolución organizativa y estructural del juego del fútbol, basándonos en los cambios habidos desde su origen hasta hoy día, desde un fútbol educativo-escolar, amateur, de participación social-federati-va, hasta un fútbol de alto rango profesional, como la UEFA, la FIFA, la FEF, la Liga de Fútbol Profesional. Toda esta dinámica lleva aparejado un proceso paralelo a la hora de comprender el concepto de arbitro de fútbol y su función arbitral.

La figura del arbitro, a medida que el fútbol retomaba nuevos cauces, va a ser acogi-da-capturada-captada-controlada por una institución oficial (Federación, Instituciones Públicas, etc.), sin contar con los participantes, y no como ocurría a finales del XIX en otros deportes, donde sus funciones eran amistosas y donde eran elegidos por los equipos contendientes3.

Se parte de un poder superior alterándose el primer principio, la aceptación del arbitro por todos los intervinientes. El arbitro será designado sin ningún concierto deportivo, variándose así su visión histórica. Por ello, su trabajo será observado desde formas distintas de intervención (sin derecho al error o con muy escaso margen para el mismo).

Actualmente el arbitro vive en un mundo de intereses propios en los que es necesario dignificar y respetar su organización, no sólo por parte de los agentes activos del deporte, sino también por los propios arbitros. Su autoridad, al ser impuesta, debe ser reconocida, y para ello deberá conseguir el respeto de todos los participantes activos y pasivos del deporte, siendo su formación, un reflejo claro de su identidad e imagen so-ciodeportiva. Con ella el hecho arbitral se desarrollará en la propia realidad social, conforme a un espíritu deportivo en el que la figura del arbitro (su actitud y aptitud) contribuirá a la mejora y al engrandecimiento del espíritu deportivo. Conseguir el propósito hasta ahora manifestado requiere de un trabajo temprano y sistemático por parte de las organizaciones y responsables de la formación arbitral.

El devenir histórico de la figura arbitral comprende, en resumidas cuentas, la transformación que se opera desde su primitiva y primaria representatividad sociodeportiva

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hasta su plena adaptación al formalismo institucional actual que lo deja fuera y al margen de la propia estructura del deporte.

Este desarraigo deportivo se manifiesta en detalles como su consideración como no deportista, su no inclusión en el plan de titulaciones deportivas, en proyectos de investigación específicos para la mejora del arbitraje deportivo, salvo en últimos años donde el Consejo Superior de Deportes ha iniciado un nuevo camino con la aprobación de un proyecto de investigación denominado "Evaluación y desarrollo del arbitraje deportivo", concedido al Centro de Estudios del Arbitraje Deportivo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.4

Estos hechos y otros han propiciado un sentimiento generalizado de considerar al arbitro como un mal necesario, como un ente alejado del contexto sociodeportivo pero paradójicamente inserto institucionalmente en él.

1. Concepto de arbitro y arbitraje

Antes de entrar en detalles sobre el concepto de arbitro y el acto de arbitrar, el arbitraje, hay que tener presente una serie de factores que según el tipo o modelo deportivo condicionará su práctica. Siguiendo la clasificación realizada por el Instituto Nacional del Deporte de Portugal, el arbitraje del Fútbol dependería de los siguientes aspectos:

1.1. El grado de participación en el juego

La posibilidad del arbitro de fútbol de interferir sobre las acciones del juego es mucho más activa, debido a que el número de reglas y actitudes técnicas por parte de los participantes, hace que el arbitro tenga que intervenir constantemente, ya sea pitando las acciones punibles que producen ventaja ilegal o bien diferenciando aquellas acciones posiblemente punibles que al no producir ventaja evitarían interrumpir el juego de manera constante, desluciéndose la estética propia de este deporte. Aún así el nivel de intervención es elevado y, por lo tanto, las decisiones del arbitro son valoradas con cierta frecuencia durante el encuentro.

1.2. La naturaleza del juego

En el fútbol existe por su propia realidad una concentración de actitudes y comportamientos de jugadores, entrenadores, federativos, espectadores, arbitros, asistentes, etc., que provocan un mayor grado de comunicabilidad entre ellos. Las propias características del juego hacen que el arbitro mantenga durante el desarrollo del partido un elevado índice de relación y comunicación entre todos ellos, lo que exige estar preparado en el ámbito de las relaciones humanas y no sólo en lo reglamentario desde el punto de vista técnico.

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Así, por ejemplo, hay que observar que en este juego deportivo los jugadores realizan su actividad en un espacio muy limitado que produce el acercamiento y contacto corporal, por lo que el arbitro debe analizar en muchos casos la intencionalidad y si se respeta el espíritu del reglamento. La interpretación del arbitro es importante. Igualmente la cercanía entre los participantes provoca que se den situaciones de tensión creadas por verbalizaciones, gestos y conductas que rompen elfair-play, originándose lo que denominamos "arbitraje preventivo", como instrumento de control del partido, tanto a través del uso del silbato como por medio del lenguaje.

1.3. El margen de subjetividad

El arbitro decide en un primer momento sobre un conjunto de principios objetivos, pero la propia ley del juego, su forma de practicarlo, la dinámica que genera, permite un alto grado de subjetividad que dependerá del movimiento, de los gestos, de las posiciones de los jugadores, de la comunicabilidad con los compañeros arbitrales, de las...

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