Aprender enganchados a la red.

AutorMarta Serrano
CargoMarta Serrano

A pesar de los titulares que aún hoy aparecen en la prensa indicando, por ejemplo, que 'Internet no ha calado hondo en las escuelas españolas', hablar de moda en lo que respecta a la implantación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en el mundo de la enseñanza no parece lo más acertado. Actualmente la construcción de un nuevo centro educativo ya no se concibe sin espacios especialmente preparados para la instalación de múltiples ordenadores y, entre el material necesario para su puesta en funcionamiento, son prioritarios la instalación de antena parabólica y los software multimedia educativos con la tecnología más avanzada sobre cualquier otro tipo de equipamiento.

Esto no supone en modo alguno que los centros se vayan despoblando de docentes y libros de texto en beneficio de ordenadores conectados a Internet, pues, aunque, teóricamente, los alumnos puedan aprender y autoevaluarse sólos, los profesores siguen siendo imprescindibles y la función socializadora de la escuela es, hoy por hoy, insustituible.

La formación del profesor

Dejando a un lado los elementos puramente materiales como disponer de redes de comunicación con el mayor ancho de banda posible o equipos tecnológicamente muy avanzados, no hay duda de que la formación del profesorado es esencial en la optimización de los recursos de las nuevas tecnologías en el aula. La educación multimedia no sólo requiere infinidad de medios, sino también la capacidad para utilizarlos de modo óptimo y de adaptarlos a los contenidos apropiados para cada curso dependiendo del tipo de alumnado.

De ese modo, Internet, por ejemplo, debe ser considerada como una herramienta más de la que el docente dispone. Según los expertos, los profesionales de la enseñanza deben utilizarla como mero instrumento a su disposición, sin que ello suponga sustituir un determinado modelo pedagógico. No cabe pensar por tanto que Internet y las tecnologías multimedia puedan llegar a sustituir a la escuela como tal, al menos en las etapas de la educación obligatoria, si bien, posibilitan acceder a gran cantidad de información en escasos minutos y permiten la interactividad y la simulación tridimensional.

Sin embargo, no todo son ventajas. Como indica el profesor de la Universidad de Navarra, Ángel Sobrino, los docentes deben aprender a seleccionar y evaluar bien los productos antes de utilizarlos en el aula. 'La cantidad y la calidad del software multimedia educativo son aspectos, desafortunadamente, de difícil coincidencia en la actual oferta comercial', advierte. Este experto (1) asegura que 'la baja calidad de los programas y la explosión numérica de ellos durante los últimos veinte años ha incrementado la dificultad de los docentes para revisarlos, ya sea por falta de formación o por la carencia de los instrumentos adecuados', y recomienda, en fin, su evaluación previa como método imprescindible para escoger de entre todos los mejores productos.

Entre las razones que justifican esta necesidad de valorar la calidad del material multimedia educativo antes de utilizarlo en el aula, Sobrino indica que 'la ya citada 'explosión' del mercado del software multimedia se circunscribe, especialmente, al mundo del entretenimiento. Las escasas cualidades de los programas se manifiestan tanto en el ámbito didáctico como en el técnico y, en la mayoría de los casos, los productos carecen de la documentación pertinente'. No obstante, para el profesor navarro las razones estrictamente educativas son, si cabe, más importantes. 'Es imprescindible tener en cuenta la adecuación del software a la realidad del centro, a la realidad de la asignatura, y a las características propias de cada alumno', subraya.

El miedo a lo desconocido.

Por su parte, los docentes, conscientes de los cánones que marcan la realidad educativa del momento, se ven obligados a modificar sus viejos métodos de enseñanza-aprendizaje, al encontrarse en el aula con nuevas generaciones de jóvenes para los que el ratón es como una prolongación natural de la mano. La aplicación de las nuevas tecnologías ha hecho que los docentes se conviertan de nuevo en discípulos para aprender a dominar conceptos y programas que facilitarán luego su tarea diaria y que han provocado una verdadera revolución en el panorama educativo. Se trata de un aprendizaje no siempre fácil para el profesorado, según los expertos, porque implica 'desaprender' u olvidar parte de lo aprendido, es decir, un cambio de mentalidad.

Una vez afirmada la necesidad de que las TIC estén presentes en el proceso de formación, la cuestión radica en cómo aprovechar todas las posibilidades que nos brindan. El profesorado no tienen ya por qué saberlo todo. Ahora más que nunca los docentes deben convertirse en los verdaderos controladores de la información: es decir, aunque sin saber el resultado final, deben ser capaces de mostrar el camino hasta el conocimiento que permita despejar una determinada incógnita. Este nuevo rol supone un...

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