Aporte científico y fronteras nacionales

AutorMäns Lönnnroth
CargoMISTRA, Suecia

Cuando los responsables políticos necesitan asesoría científica tienden a solicitarla a la gente que conocen. Si no conocen a expertos personalmente, usualmente se dirigen a científicos de su propio país. Raramente, si alguna vez, traspasan las fronteras nacionales espontáneamente. Sin embargo, los países pequeños, que no están tan bien dotados con una gama completa de recursos, son en algunos aspectos más dependientes de la ciencia. En ciertos aspectos, su necesidad de reforzar sus argumentos mediante reglas y procedimientos comúnmente aceptados con el fin de ejercer influencia internacional es mayor que la de países más grandes, que son algo más discrecionales en su enfoque. La ciencia, en particular las ciencias naturales, ofrece dicho conjunto de reglas, y por eso los pequeños países dependen especialmente de la ciencia de calidad, y por consiguiente comúnmente aceptada, como herramienta de persuasión. Por ejemplo, los países escandinavos confían en establecer convenios científicos internacionales sobre la acidificación para convencer a los responsables de la política de cualquier parte, particularmente del Reino Unido, de la necesidad de la acción. Como los responsables de la política del Reino Unido escucharían en primer lugar a los científicos del Reino Unido, es importante establecer programas de investigación directos sobre la acidificación que reúnan a países de ambos lados del Mar del Norte.

Los pequeños países dependen especialmente de la ciencia generalmente aceptada ya que esto les proporciona mayor influencia de negociación a nivel internacional

Esto es cierto no sólo referido a la ciencia de la lluvia ácida sino también al cambio climático, la seguridad química, etc. El problema es, sin embargo, que en algunos países la ciencia está más avanzada o hay una mayor experiencia que en otros. Además, aunque no necesariamente ligado a esta observación, los contactos científicos internacionales tienden a agruparse en torno a trayectorias consolidadas. El idioma desempeña aquí un importante papel. Hace unos cien años los científicos suecos generalmente hablaban alemán. Ahora generalmente hablan inglés y sólo raramente alemán, y aún menos a menudo hablan francés.

Pero el idioma no es el único factor. Parece que los climatólogos suecos, por ejemplo, tienden a considerar la ciencia climatológica de EE.UU. como la más avanzada, seguida por la de Alemania y la del Reino Unido. La ciencia climatológica está muy desigualmente repartida no sólo en todo el mundo sino también en Europa. Esto obviamente amenaza con crear y consolidar lagunas en percepción y actitudes.

La toxicología y la eco-toxicología ofrecen otro ejemplo. De nuevo, los expertos suecos en seguridad de productos químicos tradicionalmente tienden a mirar a América del Norte, incluyendo Canadá, para establecer contactos. Entre los estados miembros de la UE, Holanda parece ser particularmente importante junto con el Reino Unido y Alemania.

Los contactos internacionales en ciencia son desiguales, y están influidos por el idioma y la costumbre más que por la geografía

Hay probablemente varias razones para explicar esto. Una es que sólo los EE.UU, quizá, son lo bastante grandes para sobresalir en la mayoría de los campos. Otra es que las condiciones realmente difieren entre los países. La concentración de productos químicos tóxicos tiende a ser más alta en el mar Báltico y los Grandes Lagos y posiblemente en el estuario del Rhin y en el mar de Wadden que en el Atlántico abierto o incluso en el mar del Norte o en el Mediterráneo.

En general, la distancia mental entre Escandinavia y el Pacífico a través del Atlántico y de las Montañas Rocosas parece ser mucho más corta que la distancia mental entre Escandinavia y el Mediterráneo a través de los Alpes. Cuando los científicos suecos viajan al extranjero con becas, aproximadamente el 50% va a EE.UU., un 10% al Reino Unido y alrededor del 5% a Canadá y Australia. La parte que va a Alemania y Francia es menos del 5%. Japón apenas existe en las estadísticas. Este es un problema obvio para la ciencia sueca, y se espera que la pertenencia a la UE cambiará esta situación.

No obstante, este modelo destaca un problema para los responsables de la política en la UE y hay una necesidad evidente de crear un campo de actuación uniforme para el entendimiento científico, en el que la nacionalidad llegue a ser cada vez más irrelelevante y la calidad científica sea la única guía. El JRC tiene un papel que desempeñar aquí.

Para dar una indicación de la importancia de este hecho, el mercado interno tiene que fundamentarse no sólo en leyes y reglamentaciones sino también en la comprensión común del potencial y de las limitaciones de la ciencia para proporcionar las respuestas que los organismos reguladores supranacionales necesitan. Sería por consiguiente muy valioso crear unos extensos patrones de referencia europeos (en sentido amplio, no sólo referido a la UE) nación-por-nación de aquellas disciplinas científicas que son especialmente importantes para el funcionamiento eficiente del mercado internacional.

El mercado interno, cuando regula el equilibrio entre cuestiones científicas altamente complejas por una parte, y el poder del mercado por otra, tiene aún que demostrarse como una institución legitimada a los ojos de los diferentes públicos europeos. El reciente fracaso de la contaminación con dioxina y BSE ilustra este punto. Otro factor perturbador es que los países pueden diferir mucho en su disposición a aceptar riesgos, incluso si sus respectivos científicos están de acuerdo sobre las magnitudes de los riesgos en cuestión. La percepción del riesgo es una mezcla de ciencia y política.

La percepción del riesgo es una mezcla de ciencia y política. Los países pueden diferir mucho en su disposición a aceptar riesgos, incluso si sus respectivos científicos están de acuerdo sobre las magnitudes de los riesgos en cuestión

El mercado interno es un concepto atractivo, pero las naciones difieren mucho con respecto a la percepción del riesgo, las normas científicas, así como respecto a las tradiciones reguladoras cuando se trata de equilibrar diferentes intereses entre, por ejemplo, salud e industria. No es un legado fácil de superar, aunque se puede imaginar que la elaboración de patrones de referencia podría ser una guía- aquí como en muchas otras áreas. Pero debemos recordar que no es sólo la armonización la que propulsa el progreso- las diferencias también lo hacen.

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