La aplicación de las TIC: ¿esnobismo o necesidad educativa?

AutorJulio Cabero Almenara.
CargoUniversidad de Sevilla.
  1. Algunas ideas previas.

    En este mundo de fundamentalismos que nos ha tocado vivir, también nos encontramos sus secuelas en el terreno de la aplicación de las tecnologías

    de la información al terreno educativo. Baste para comprobarlo el acercarnos algún día a una de las listas de discusión que sobre estas tecnologías se encuentran en España, y observar cómo algún que otro 'talibán' de la Internet pontifica virtualmente sobre las herramientas que deben ser utilizadas sin conocer el problema que tenemos;

    excomulga al que no utiliza entornos telemáticos como el WCT sin saber lo que queremos hacer, o ironiza sobre los pobres humanos que siguen utilizando la versión tal y no se han pasado al programa mágico cual sin conocer el ordenador de que disponemos.

    Ya señalé en otro artículo (Cabero, 1999, 61): 'Como cada cierto tiempo, de nuevo se nos presenta una tecnología que pretende ser la panacea para resolver muchos, por no decir todos, de los problemas educativos. Inicialmente nos encontramos con la radio, después apareció la televisión, a la que siguió el vídeo, para finalmente llegar la informática. Ahora surgen las denominadas redes de comunicación con su conocida Internet, como el instrumento mágico de finales de siglo que nos permite llegar a muchos sitios, obtener multitud de información, y ponernos en contacto con personas situadas en diferentes partes del planeta.

    ' Pero la realidad, por los datos con que nos vamos encontrando, es más bien otra: su implantación, que no utilización, no está resolviendo los problemas educativos del fracaso y aburrimiento escolar; su utilización se está centrando en el terreno de la información y no del conocimiento, más que unir está separando a los pueblos; sus avances se han producido en el terreno tecnológico-instrumental y no en sus potencialidades educativas y comunicativas, y se da una fuerte dispersión entre el dominio que tienen los alumnos y el que poseen sus profesores.

    Creo que no hace falta extendernos sobre las bondades que las tecnologías de información tienen para ser aplicadas a la enseñanza: posibilidad de crear entornos multimedia de comunicación; de utilizar entornos de comunicación sincrónicos y asincrónicos y poder, de esta forma, superar las limitaciones espacio-temporales que la comunicación presencial introduce; deslocalizar la información de los contextos cercanos, facilitar que los alumnos se conviertan en constructores de información; construir entornos no lineales sino hipertextuales de información donde el estudiante en función de sus intereses construya su recorrido, propiciar la interactividad entre los usuarios del sistema; actualizar de forma inmediata la información, o favorecer la creación de entornos colaborativos para el aprendizaje.

    Primero, se ha presupuesto con demasiada libertad que el simple hecho de implantar estas tecnologías en los centros y las correspondientes acciones formativas era garante de poder ofrecer una enseñanza de calidad y una enseñanza innovadora. Segundo, tenemos que ser conscientes de que en los últimos tiempos se está desarrollando un discurso ideológico en el terreno educativo respecto a las nuevas tecnologías que tiende a presentarlas como motoras del cambio y la innovación didáctica. Sin entrar en tal discurso, ya lo hemos rechazado varias veces, nos gustaría recordar tres cuestiones:

    En primer lugar, que las que se denominan nuevas tecnologías, lo mismo que las tradicionales, han surgido fuera del contexto educativo y después se han incorporado a éste. En segundo lugar, que por ese 'fundamentalismo tecnológico' que algunas veces nos rodea, inicialmente se ha transferido la tecnología y después se ha elaborado el problema que ésta podría resolver, o dicho en otros términos, primero se ha pensado en la tecnología y después se ha reflexionado sobre el para qué nos puede servir. Y por último, que la eficacia de cualquier tecnología va a depender de una serie de variables como son el papel que jueguen los intervinientes del sistema, la estructuración que se realice de los contenidos, los contextos donde se aplique y la estructura organizativa que lo gobierne.

    Como ya indicamos en otro trabajo, para nosotros cualquier medio, con independencia de su potencial tecnológico, '... es simplemente un instrumento curricular más, de manera que su posible eficacia no va a depender exclusivamente de su potencialidad tecnológica para transmitir, manipular e interaccionar información, sino también, y puede que sea lo significativo, del curriculum en el cual se introduzca, de las relaciones que establezca con otros elementos curriculares, y de otras medidas, como el papel que desempeñen el profesor y el alumno en el proceso formativo. Los medios son sólo un instrumento curricular más, significativo, pero solamente uno más, movilizados cuando el alcance de los objetivos y los problemas comunicativos a resolver, así lo justifiquen.' (Cabero, 1998, 1145).

    Lo apuntado nos lleva a señalar que, desde nuestro punto de vista, las posibilidades que se le tienden a conceder a las nuevas tecnologías de la información, sean éstas virtuales, telemáticas o multimedias, tienden a sobredimensionarse y centrarse en sus características, virtualidades instrumentales y potencialidades tecnológicas. La realidad es que si desconocemos los impactos de las tecnologías tradicionales, en este caso nos vemos más apurados, ya que falta un verdadero debate sobre el uso reflexivo de las mismas, sin olvidar que la novedad de algunas de ellas ha impedido la realización de estudios e investigaciones sobre sus posibilidades educativas. Por otra parte, se están introduciendo en la educación con unas miras exclusivamente de rentabilidad económica y reclamo educativo, de forma que muchas veces su incorporación, que no integración, se está llevando a cabo exclusivamente por esnobismo, más que por criterios de necesidad y validez educativa.

    Desde mi punto de vista, para que las TIC se conviertan en verdaderos elementos y recursos potenciales para el aprendizaje, deben darse una serie de transformaciones en diferentes elementos del acto instruccional, ya que seguir haciendo las mismas cosas y con las mismas referencias sólo con la diferencia de encontrarnos con tecnologías más potentes, solamente nos puede llevar a amplificar nuestros errores y extenderlos para que otros se enteren de las cosas que realizamos. Y una de esas transformaciones debe realizarse en torno al profesorado.

  2. El rol del profesor en los nuevos entornos de comunicación.

    Una de las transformaciones más significativas se tiene que dar en el profesorado, el cual deberá desempeñar nuevos roles como los siguientes:

    Consultores y facilitadores de información.

    Facilitadores de aprendizaje.

    Diseñadores de medios.

    Moderadores y tutores virtuales.

    Evaluadores continuos y asesores.

    Orientadores.

    Aunque los nuevos entornos de comunicación nos propician y ofrecen el aumento de la información que puede ser puesta a disposición de los estudiantes y pese a la deslocalización del conocimiento de los lugares cercanos a los estudiantes y de su profesor más inmediato, todo ello no significa que el profesor pierda protagonismo en lo referido a la información. Por el contrario, y de forma diferente a lo que algunas personas creen y exponen, las nuevas tecnologías van a llevar a que desempeñe nuevas funciones relacionadas con ésta, que irán desde buscar información en la red para adaptarla a las necesidades generales de sus estudiantes, o a las necesidades y demandas concretas que a la hora de la evolución del proceso de aprendizaje se vayan presentando. Dicho de otra forma: el profesor desempeñará una función de evaluador y selector de información adaptada a sus estudiantes, es decir, será un soporte de información y de acceso a recursos para los propios estudiantes.

    Lo que señalamos guarda relación con el primer principio formulado por Inglis y otros (1999) para la organización del aprendizaje on-line, para quienes una buena práctica en esta modalidad de aprendizaje debe suponer una meticulosa planificación y organización de los recursos a nuestra disposición.

    Por lo demás, otra de las funciones que van a desempeñar los profesores es aquella relacionada con el diseño de los medios y de los entornos de aprendizaje. Al contrario de lo que usualmente se cree, la utilización de los entornos de teleformación va mucho más lejos del simple hecho de la ubicación de la información en la red, aunque ésta siga una estructura específicamente creada y desarrollada para ese fin. También por el contrario, supone la organización y gestión de diferentes elementos para que de esta forma se pueda facilitar el aprendizaje en los estudiantes. Ello implica que el profesor realice una serie de esfuerzos para garantizar que todos los participantes en el proceso tengan las mismas garantías para su incorporación, independientemente de sus posibilidades de acceso a la tecnología, de su localización física, de su nivel de comprensión del lenguaje, o de su habilidad y pericia para interaccionar con el sistema y supone, además, que todos estén trabajando con la información que progresivamente se les vaya presentando, realizando las actividades y siguiendo el cronograma que se haya previsto para la secuenciación de la actividad.

    Por consiguiente, el profesor se va a convertir en un diseñador de situaciones de aprendizaje y de situaciones que deberán girar en torno al estudiante y a que éste adquiera los conocimientos previstos. Dicho en otros términos, el profesor se convertirá en un facilitador del aprendizaje desde la perspectiva de que lo importante no será el entorno en que se produzca, sino que él mismo se encuentre a disposición del estudiante para que éste llegue a aprender. Como señalan Harasim y otros (2000), a diferencia de la actividad tradicional en la que el profesor dirige la instrucción, da pie a las intervenciones y marca el ritmo de la clase, el aprendizaje en grupo en red está centrado en el alumno y requiere un...

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