Algunos antecedentes de los movimientos secesionistas de la Cuba del siglo XIX

AutorManuel Torres Aguilar
Páginas793-819
ALGUNOS ANTECEDENTES DE LOS
MOVIMIENTOS SECESIONISTAS DE LA
CUBA DEL SIGLO XIX
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1. L     XVIII
En el ocaso del siglo XIX, en plena guerra de Cuba, algunos pensaban que era
necesario para poder analizar con perspectiva histórica esos acontecimientos, tener
muy presente lo que había “sido la permanente conspiración cubana”. Decían que
esta actitud hundía sus raíces “casi en los días del descubrimiento de la hermosa
Antilla española”. Tesifonte Gallego1, el reconocido periodista y político español,
diputado en 1896 por el Partido Liberal en el distrito de Pinar del Río (Cuba) y a
principios del siglo XX por otros distritos peninsulares, hacía estas consideraciones
en su libro La insurrección cubana. Crónicas de la campaña. Muchos habían sido
desde el origen, los motines provocados por la ambición de sus riquezas y con-
tinuados más adelante por problemas raciales. “La condición rebelde del negro”
conllevó -decía- un odio racial hacia su dominador blanco. Sería luego la doctrina
inspirada por Monroe2, la que conformaría la permanente injerencia de los Estados
Unidos, desarrollando este país una política anexionista “que repugna al cubano”,
pero que se fundaba en la creencia de la incapacidad de Cuba para gobernarse y en
la ambición mercantil por sus enormes potencialidades económicas3.
En este sentido, ya en 1823 el secretario de estado Quincy Adams, que con
posterioridad sería luego el sexto presidente de los Estados Unidos, consideraba a
Cuba y Puerto Rico como dos demarcaciones naturales de Norteamérica “y una de
1 Antonio Moreno García, Gente de Hellín, Albacete, Instituto de Estudios Albacetenses,
1982, p. 123.
2 El tema ha sido sobradamente tratado por la doctrina tanto española como norteamericana.
Vid. por ejemplo Sylvia L. Hilton, “La «nueva» Doctrina Monroe de 1895 y sus implicaciones para el
Caribe español: algunas interpretaciones coetáneas españolas”, en Anuario de estudios americanos, Tomo
LV, 1, (1998), pp. 125 y ss.
3 Tesifonte Gallego y García, La insurrección cubana. Crónicas de la campaña. La preparación de
la guerra, Madrid, Imprenta central de los ferrocarriles, 1897, p. 9.
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ellas, Cuba, es objeto de suma importancia para los intereses económicos y políti-
cos de nuestra Unión”.
Cuba y Puerto Rico: aún permanecen nominalmente, y hasta tal punto realmen-
te, bajo su dependencia [de España] que todavía goza aquella del poder de transfe-
rir a otros su dominio sobre ellas y, con éste, la posesión de las mismas”. Estas islas
por su posición local son apéndices naturales del continente norteamericano, y una de
ellas [la isla de Cuba], casi a la vista de nuestras costas, ha venido a ser, por una mul-
titud de razones, de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales
de nuestra Unión. La dominante posición que posee en el Golfo de México y en el Mar
de las Antillas, el carácter de su población, el lugar que ocupa en la mitad del camino
entre nuestra costa meridional y la isla de Santo Domingo, su vasto y abrigado puerto
de La Habana que hace frente a una larga línea de nuestras costas privadas de la mis-
ma ventaja, (…)4.
Nuestro periodista presentaba un sucinto recorrido por varios antecedentes de
revueltas, motines o rebeliones que habían tenido lugar a lo largo del siglo XVIII,
obviando las de siglos anteriores, que tampoco las consideramos necesarias a nues-
tro propósito. La primera fue una revuelta de mediados de agosto de 1717 que
tuvo lugar como consecuencia de una real orden sobre el estanco de tabaco. Unos
quinientos productores vegueros, en su mayoría de origen canario, marcharon so-
bre La Habana y con el apoyo de otras gentes depusieron al capitán general maris-
cal de campo, Vicente Raja, proclamando en su lugar como gobernador al teniente
rey de la Habana, Gómez de Maraver Ponce de León5. El levantamiento conllevó
la huida del capitán general rumbo a Cádiz y el teniente rey conservó el mandato
interino hasta junio de 1718, consiguiendo acallar el motín y que los levantados
regresaran a sus lugares de origen6.
Cesado aquél en su cargo interino, fue nombrado capitán general Gregorio
Guazo Calderón. A su llegada a la isla venía con un indulto real concedido a los su-
blevados, pero también con una importante dotación de mil soldados para reforzar
la seguridad de la guarnición y asegurar el restablecimiento del estanco y factoría
de tabacos. No obstante, el malestar entre los vegueros continuó y se produjo una
nueva sublevación en el verano de 1721 (por error Tesifonte la sitúa en 1720)7.
Ésta fue apagada sin demasiada dificultad pero sembró un descontento que de
nuevo estallaría en febrero de 1723. En esta ocasión fueron duramente reprimidos
y sus cabecillas fueron fusilados y mandados ahorcar después, para escarmiento y
prevención de nuevas revueltas. Esta actuación fue vista en el Consejo de Indias y
algunos de sus miembros propusieron el cese de Guazo pero finalmente por mayo-
4 Texto tomado de Philip Sheldon Foner, Historia de Cuba y sus relaciones con Estados Unidos,
Editorial de Ciencias sociales, T.I, La Habana (1973), pp.156 y 157.
5 Nombramiento de Gómez Maraver Ponce de León como Teniente rey del puerto de la ciu-
dad de La Habana, vid. en Archivo General de Indias, Contratación, 5469, n.2, R.24, fols. 1r. a 6v.
6 Jacobo de la Pezuela, Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico, de la Isla de Cuba, vols. I y
III, Madrid, Imprenta del Establecimiento de Mellado, 1865-1866, p. 189 y p. 613.
7 Jacobo de la Pezuela, Historia de la Isla de Cuba, Madrid, Carlos Bailly Bailliere librero, 1868,
vol. II, pp. 306-333 y p. 528.

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