Antecedentes históricos

AutorJoaquim Homs Sanz de la Garza

Tenemos referencias de Egipto y Babilonia, del 500 a.C, de los efectos de las enfermedades mentales en la sociedad y las terapias utilizadas, entre las que se encontraba la trepanación, como forma de extraer los malos espíritus.

En el año 500 a.C. Pitágoras atribuyó a la locura perturbaciones cerebrales, recentando tratamientos a base de masajes, dietas, y actividades relajantes, en una visión científica del fenómeno, alejándose de los conceptos espiritistas anteriores.

Hipócrates también atribuyó las patologías psíquicas a causas orgánicas, situando el desorden en la bilis afectadora del temperamento.(1) Ya en esa época describió la depresión, la histeria y la epilepsia, apuntando a factores hereditarios su aparición. Recomendó tratamientos con baños, ejercicio, así como drogas las cuales siguen manteniéndose como terapia de determinadas dolencias en nuestros días.

Platón defendió el origen orgánico de las psicopatologías, sin descuidar el factor moral que las condiciona. El delito es expresamente citado por este filósofo al relacionarlo con la inestabilidad mental en unión a aspectos sociales y culturales adversos.

En Roma destacó GALENO que estudió el fenómeno del alcoholismo y su influencia sanitaria y social.

El Derecho romano menciona a los dementes o furiosos (2) para determinar que éstos no tienen capacidad negocial, aunque reconoce la validez de los actos realizados en intervalos lúcidos («dilucida intervalla»), concepto hoy superado que supone un TMT pero a la inversa, el que sufre una lucidez o normalidad mental brevemente. No obstante el actual Código civil aún recoge la figura romana a pesar de las críticas (art. 665. Código Civil).

También el Derecho Canónico hace referencia a la ausencia de razón, al defecto de discreción de juicio y demás alteraciones psíquicas como causas de incapacidad para contraer matrimonio (canon 1095).

La Edad Media supuso un paso atrás, también en este aspecto, al emerger la brujería con sus técnicas espiritistas, como torturas y prácticas brutales, con el fin de expulsar los espíritus malignos que presuntamente afectaban al enfermo mental.

En 1484 el Papa Inocencio VIII aprobó un texto que aconsejaba la tortura y la ejecución de brujas, confundidas en muchas ocasiones con perturbadas mentales.(3)

El código Napoleónico estipulaba condenas durísimas a quienes permitieran que personas insanas caminaran sin cadenas por las vías públicas, prácticas salvajes que perduraron hasta el siglo XIX en Europa y...

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