Anes, Gonzalo: Las colecciones reales y la fundación del Museo del Prado. Fundación de Amigos del Museo del Prado, Madrid, 1996, 350 pp.

AutorManuel Álvarez-Valdés y Valdés
Páginas586-589

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En esta obra se analiza la formación de las colecciones reales, a través de los siglos, para llegar al núcleo central de la investigación que consiste en la fundación del Museo del Prado, la herencia de Fernando VII y la adscripción a la Corona de las colecciones por Isabel II.

El autor, con cita de las fuentes correspondientes, va fijando el detalle de la formación de las colecciones, sin reparar en la búsqueda de antecedentes, con lo que la obra adquiere una gran riqueza de datos. Así, el lector va conociendo con minuciosidad el asunto.

Recoge Gonzalo Anes el sentimiento de deudores que tenían los reyes frente a quienes les habían hecho préstamos, e indica el tratamiento que a estas situaciones se les fue dando, que consistía en que, a su muerte, se hiciese almoneda pública de las pinturas y demás bienes muebles, para pagar los débitos. Así lo ordenó Carlos V, pero permitió que su hijo tomase a un precio moderado lo que quisiese, y así lo hizo el sucesor, que prefirió las pinturas a las magníficas alhajas imperiales heredadas por Carlos V de sus antepasados.

Igual ocurrió en la testamentaría de Felipe II, de manera que Felipe III quiso conservar todas las pinturas que había en Madrid, en el guardajoyas y en la Contaduría, en el aposento privado de su padre, en la capilla y sacristía del Real Alcázar. Del resto se hizo almoneda pública; y la misma venta dispuso en su testamento. Ocurrió lo contrario a la muerte de Felipe IV, pues éste, para evitar la venta, incorporó a la Corona las pinturas y bufetes, sin perjuicio de ordenar la forma de pagar sus deudas para el descargo de su «real conciencia»; e igual vinculación a la Corona hizo Carlos II, no sólo de las obras de arte del Real Alcázar de Madrid sinoPage 587 también de las demás casas reales, «con todas las fuerzas y firmezas que dispone el Derecho ... para mí subcesor y subcesores en esta Corona y desde luego y para siempre los privo de que puedan dar y enajenar en manera alguna los dichos alcázares y casas reales, ni ninguna de las cosas que quedasen en ellas» (cláusula 42 del testamento).

Felipe V recibió tan importante herencia, aunque padeció las consecuencias del incendio del Real Alcázar en 1734, en el que se salvaron 1.276 pinturas de las que 1.078 eran antiguas (o sea, procedentes de reinados anteriores) y 238 adquiridas por Felipe V; parece que se perdieron 537 obras. Y, de nuevo, vincula a la Corona todas las obras de arte del palacio de Madrid y otras casas reales, excepto las de La Granja.

Fernando VI y Bárbara de Braganza fueron más amantes de la música que de las artes plásticas, por lo que apenas enriquecieron las colecciones reales. El rey no varió en sus disposiciones testamentarias la vinculación a la Corona...

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