Un análisis del impacto del derecho en las personas con un diagnóstico psiquiátrico: la capacidad jurídica y el sujeto de derechos reinterpretados a la luz de la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad

AutorMaria Àngels Porxas Roig
Páginas355-379
© UNED. Revista de Derecho Político
N.º 103, septiembre-diciembre 2018, págs 355-379 357
Fecha recepción: 4.07.2017
Fecha aceptación: 3.05.2018
UN ANÁLISIS DEL IMPACTO DEL
DERECHO EN LAS PERSONAS CON UN
DIAGNÓSTICO PSIQUIÁTRICO:
LACAPACIDAD JURÍDICA Y EL SUJETO
DE DERECHOS REINTERPRETADOS
ALA LUZ DE LA CONVENCIÓN SOBRE
LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS
CON DISCAPACIDAD
MARIA ÀNGELS PORXAS ROIG*
I. LA SUBJETIVACIÓN DEL ENFERMO MENTAL Y DE LA
ENFERMEDAD MENTAL
En 1973, David Rosenhan publicó el estudio On being sane in insane places en la
revista Science1 donde exponía los resultados de su famoso experimento: un grupo de
pseudopacientes manifestaron escuchar voces en una primera entrevista psiquiátrica
y todos ellos fueron admitidos e ingresados fácilmente en instituciones psiquiátricas
como verdaderos pacientes y tratados como tales por todo el personal sanitario, el cual
desconocía su verdadera condición. Sus conductas fueron constantemente patologiza-
das y explicadas a raíz de la enfermedad, así como su historia de vida, a pesar que los
pseudopacientes se comportaron con normalidad desde el momento del ingreso, lo
que revela que la etiqueta del diagnóstico psiquiátrico es tan fuerte que distorsiona
el significado de toda otra información. Durante una segunda fase, para comprobar
si la tendencia a diagnosticar a los sanos como a enfermos podía ser revertida, se con-
certó con un hospital la repetición del experimento, pero esta vez el personal fue
informado del mismo y debía procurar identificar a los pseudopacientes que serían
* Agradecimientos sinceros al Dr. Marco Aparicio Wilhelmi por sus valiosas observaciones en los
primeros borradores de este artículo. Cualquier error es solo atribuible a la autora. Àrea de Dret Constitucional /
Departament de Dret Públic. Universitat de Girona. Campus Montilivi - Carrer Universitat de Girona, 12,
17003 Girona. Email: m.porxas@gmail.com
1 Rosenhan, D. L. (1973). On Being Sane in Insane Places. Science, 179(3), 250–258.
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enviados por el equipo de Rosenhan. Cuarenta y un pacientes se consideraron pseu-
dopacientes por como mínimo un miembro del personal sanitario, y veinte y tres
fueron así considerados por como mínimo un psiquiatra. Ningún pseudopaciente fue
presentado durante este período.
Rosenhan no solo demostró con este controvertido experimento que el proceso de
diagnóstico psiquiátrico no era muy fiable, sino que lo que es, o no es, «normalidad»
está altamente vinculado con las etiquetas que se aplican a las personas en contextos
determinados. Afirmación que conlleva «per se» muchos interrogantes alrededor de
la determinación de la enfermedad mental, pues desvela la existencia de un fuerte
elemento subjetivo en la percepción de los trastornos mentales.
La teoría del constructivismo social de la enfermedad se desarrolló particularmente
unos años después del experimento de Rosenhan, entre los ochenta y noventa,2 con autores
como el historiador de la medicina Charles Rosenberg, el que incluso afirmó que«la enfer-
medad no existe hasta que hemos acordado su existencia, al percibirla, nombrarla e inter-
venir sobre ella»3. Otros autores anteriores como Rosen (1968)4 o Foucault (1961)5 ya
habían reconocido también la condición cultural e histórica del trastorno psíquico.
Sin ánimo de entrar en el debate sobre el alcance de la percepción sociocultural
en la determinación de la enfermedad mental, lo que interesa destacar aquí es la idea
que el trastorno mental es reconocido, en parte, por su representación: es decir, por
la etiqueta diagnóstica que permite identificarlo. Representación, por lo tanto, que
no es estática y se modifica según se transforma el contexto en cualquiera de sus
ámbitos: científico, social, político, cultural, etc.
Existe una interacción entre la realidad y la forma como percibimos, nombramos
y actuamos sobre esta realidad, que acabará cambiándola; no tanto por el término con
que nos referimos a ella, sino por las características que asociamos al término en cues-
tión, a la idea asociada a la palabra. Algunos ejemplos claros son: «esquizofrénico»,
o «niño con TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad)»; la idea que
nos formamos de estas personas es diferente de la que se tenía antes que existieran
tales términos; así, nos referíamos a los mismos comportamientos como los de una
«persona poseída», o un «niño movido». Como no existía el término, no se podía
conceptualizar la idea vinculada a la palabra «esquizofrenia» o «TDAH», en estos
ejemplos. Diagnosticar no es solo nombrar, sino categorizar. Y este no es un acto
inocuo e independiente. Hay ciertas categorizaciones que interactúan con su realidad.
Pero no es solo por ser clasificadas con un diagnóstico que las personas reaccionan por
sí mismas al diagnóstico y por tanto a la clasificación y cambian, sino que la clasifi-
cación interactúa con los que son así descritos dentro de las instituciones, prácticas y
2 Huertas, R. (2011). En torno a la construcción social de la locura: Ian Hacking y la historia
cultural de la psiquiatría. Revista de La Asociación Española de Neuropsiquiatría, 31(3), 437–456.
3 Huertas, R. (2011). En torno a la construcción social… ob. cit., p: 438
4 Rosen, G. (1968). Madness in society. En the Historical Sociology of Mental Illness. London:
Routledge & Kegan Paul.
5 Foucault, M. (1961). Historia de la locura en la época clásica. Paris: Plon.

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