Ampliar la humanidad. El filósofo Vattimo y la crisis

AutorAndrés Ortiz-Osés
Páginas215-217

Page 215

Gianni Vattimo es el pensador más interesante de la actualidad. Fundador de la posmodernidad filosófica y maestro del «pensamiento débil», es profesor de la Universidad de Turín y parlamentario europeo en Estrasburgo. Here-dero de Heidegger y Nietzsche, concibe su «pensamiento débil» como un pensamiento debilitador de todo poder violento. Por lo tanto, el pensamiento débil es el pensamiento de los débiles y en favor de los débiles, los desposeídos y emergentes, así como los «indignados» europeos, árabes o latinoamericanos. En este contexto, caracteriza al famoso filósofo italiano una simpatía humana que sin duda promana de su empatía personal, social y cultural. Se nota que aprecia a la gente, y por eso también es apreciado por la gente.

En su visita a la Universidad de Deusto en San Sebastián, con motivo del 125 Aniversario de su fundación, nuestro filósofo impartió una conferencia sobre su filosofía, en la que realizó una crítica de la realidad establecida oficialmente, en nombre de un pensamiento que, con W. Benjamín, se reclama de las víctimas del sistema capitalista y su violentación económico-social. Se trataría de sobrepasar esa violencia instituida aunque sin añadir aún más violencia institucional, buscando lo que podríamos llamar nuevas clases de lucha cultural, política y social. Creo que la revolución aún pendiente sería de signo anarcoidal/anarcor-dial, aunque no anárquica ni anarquista. Y ello con el obvio fin de desmontar la verdad oficial impuesta de arriba abajo, en nombre de un movimiento de abajo arriba o transversal, basado no ya en la razón pura o puritana, especulativa, sino en la razón humana o encarnada o humanada, práctica y ética.

Para G. Vattimo, filósofo de origen católico e inspiración marxiana, la verdad instituida debe deconstruirse por la caridad instituyente, es decir, por el acuerdo y la solidaridad, articulando inmanentemente las diferencias en un acuerdo o acorde siquiera plural, así pues en un interlenguaje presidido por Hermes, el dios hermenéutico de la mediación de los contrarios (diría yo). El caso es que nos rigen leyes económicas trascendentes e impersonales, inhumanas, propias de un capitalismo que hace capital abstracción de nuestra convivencia y coexistencia. De ahí que nuestro filósofo propugne la solución disolutora de un mundo dominado por el mecanismo despiadado del mercado presidido por Mercurio como deidad absoluta. Se trataría de humanizar...

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