Mi amigo Rafael

AutorGonzalo Sobejano
Páginas12-15

Page 12

Rafael Gutiérrez Girardot nació en un lugar de Colombia el 5 de mayo de 1928, pocos meses después de mi venida al mundo en un lugar de España un 10 de enero. Éramos, pues, coetáneos y, aunque él rechazaba el método germano-orteguiano de las «generaciones literarias» particularmente el aplicado al «98» español y al «indigenismo» latinoamericano, yo creía y creo en las generaciones como en las olas del mar que, por vario que sea lo que arrastren, parten de un impulso inicial y se extienden por la voluntad en el tiempo -mientras el tiempo dura y la voluntad labora- promoviendo destinos paralelos, consonantes, fraternales.

Además de una misma edad, compartimos, heredada de nuestros padres, la misma lengua, y vinimos a conocernos personalmente en Alemania, recién casados él con Marliese -sonriente mirada compañera- y yo con Melga -caudaloso ánimo constante.

Ellos residían en Bonn y nosotros en Colonia, ciudades tan próximas que bastaban cuarenta minutos de tren o automóvil para reanudar el diálogo, y así lo hicimos entre 1957 y 1962, fecha ésta en que nosotros emprendimos el traslado a Nueva York, orillas del Hudson, y ellos permanecieron en Bonn, orillas del Rhin.

Pero la comunicación no sufrió corte: volvimos a vernos y a convivir unos días, allá y aquí, con cierta frecuencia, y Rafael y yo nos escribíamos cartas -reflexivas y afectivas, sustanciales- que conservé y ahora, últimamente, he vuelto a leer y de las que he dado copias a quien prepara su biografía.

Y he releído aquellas cartas, estas cartas, con la emoción del que en ellas comprueba la palabra de su mejor amigo, viva aún y siempre henchida de pensamiento sentido, de pasión intelectiva y de honda y arraigada amistad. Y abandono aquí -no del todo- el intento de exponer una apreciación de la obra de Rafael Gutiérrez Girardot como hispanista en relación a España -que era lo que se me pedía, y agradezco- para escribirle una carta más, como antaño, y seguirán otras, y aguardo tu respuesta:

Mi querido Rafael:

Allá, en Colonia, una mañana del invierno del 57, alguien me habló de que en Bonn, como agregado cultural de la Embajada de Colombia, destacaba un sujeto de evidente valía y mucho carácter. Me daba esta noticia una señora alemana en la biblioteca del Seminario de Filología Románica de la Universidad de Colonia, donde yo era lector de Español desde hacía un par de meses, después de haberlo sido en Heidelberg entre 1952 y 1954, por los años en que, según supe después, tú, querido Rafael, cursabas Filosofía y Letras en Friburgo (con sendos maestros: Martin Heidegger y Hugo Friedrich) y prose-guías tu formación iniciada en Bogotá, continuada en Madrid (con Xavier Zubiri; Instituto...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR