El albacea que vio pasar los trenes

AutorMª Jesús Marín Ariño
Páginas257-265
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El albacea que vio pasar
los trenes
Que vio pasar los trenes y no se subió a ninguno por
tonto, añado yo, que me llamo Carlos y soy el prota-
gonista de la historia.
Este lío que voy a explicarles comenzó una her-
mosa mañana primaveral, en la que estaba trabajan-
do en mi puesto de Director de una Agencia de La
Caixa en una de las ciudades dormitorio que rodean
Barcelona.
Llevaba unos tres años de plácido trabajo cuan-
do un día, a las once más o menos, atendí la visita de
una cliente a la que apenas conocía de vista. En cuan-

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