Agricultura ecológica. Conceptos y normas específicas para la obtención de productos ecológicos

AutorPedro Mario Fernández San Juan
Páginas25-32

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1. Introducción

Se entiende por «agricultura ecológica» aquella en la que, para la producción, elaboración y conservación de los productos agroalimentarios obtenidos, no se han empleado productos químicos de síntesis, cumpliendo además con lo establecido en el Reglamento de la Denominación Genérica «Agricultura Ecológica» y su Consejo Regulador (BOE n° 239, de 5 dé octubre de 1989). Recientemente ha sido publicado el Reglamento de la CEE número 2092/91 sobre la producción agrícola ecológica y su indicación en los productos agrarios y alimenticios (Diario Oficial de las Comunidades Europeas n.° L 198, de 22 de julio de 1991). En síntesis se trata de aplicar un conjunto de técnicas que pretenden obtener una producción abundante, sin utilizar elementos o procedimientos que puedan perjudicar la fertilidad de la tierra a corto o largo plazo, o producir contaminación para el medio, el consumidor o el agricultor. Un uso excesivo de abonos, pesticidas, herbicidas y otros productos químicos de síntesis puede llegar a esquilmar los recursos biológicos, interferir el orden natural y deteriorar el medio ambiente. Esta serie de premisas no han de entenderse como una oposición al progreso ni a nuevas tecnologías, ni tampoco anclarse en sistemas de producción medievales, pero los descubrimientos deben ser beneficiosos para todas las formas de vida en el planeta y ésto sólo se consigue con el mantenimiento de las leyes biológicas. En esencia, se propone la aplicación de tecnologías acordes con estas leyes, que permitan un equilibrio más saludable de todo el ecosistema en el que nos movemos.

2. Conceptos básicos de la «Agricultura ecológica»

Básicamente, los alimentos llamados «ecológicos» se obtienen sin la utilización de productos químicos de síntesis, como fertilizantes artificiales, plaguicidas químicos, hormonas de crecimiento, aditivos, etc. Las plantas se crían o cultivan en una tierra sana, abonada con materia orgánica previamente bien fermentada, y el ganado se mantiene en un ambiente lo más natural posible, con mucho sitio para moverse y una dieta libre de productos químicos complejos y de aditivos. La «agricultura ecológica» contribuye de muchas formas a mantener el equilibrio ecológico, ya que apoya la diversidad de la vida silvestre potenciando sus hábitats, reduce la erosión de la tierra, contamina menos y consume menos materias primas y combustible. En definitiva, la «agricultura ecológica» se basa en los siguientes puntos:

1) Sustitución de los abonos artificiales por abonos orgánicos.

2) Consideración del conjunto minerales-faunadel suelo como la parte esencial de la fertilidadagrícola.

3) Empleo de técnicas de cultivo apropiadas (rotación de cultivos), especies vegetales autóctonas, productos naturales para la protección de loscultivos y ciclos apropiados en lugar de productosfitosanitarios y pesticidas de síntesis.

4) No utilización de aditivos artificiales (conservantes, colorantes, etc.) para la obtención de losproductos elaborados.

Una vez establecidos los cuatro pilares sobre los que se fundamenta la «agricultura ecológica» (o también llamada «biológica»), hagamos un poco de historia que también justifique esta alternativa.

2.1. Historia

Los sistemas de agricultura generalizados en los países industrializados son consecuencia de los avances de la investigación y de la industria química, y fueron iniciados fundamentalmente en Alemania, a mediados del siglo XlX. La agroquímica fue potenciada sobre todo a partir de la década de 1940 con el desarrollo {directo en numerosos países del Tercer Mundo e indirecto en todos de la «revolución verde». El principal argumento que aún hoy se aplica para justificar este modelo agrícola ha sido la imperiosa necesidad de alimentar a una población cada día más creciente, pero la triste realidad es que muchas veces el hambre ha crecido de formaPage 26 paralela al aumento de productividad, con lo que se llega a la conclusión de que no es el momento de las producciones la primera urgencia de la humanidad respecto a la alimentación, sino un equilibrado reparto de los recursos.

Básicamente, la agricultura se puede definir como la transformación de una pequeña fracción de la energía solar que llega a la tierra, en determinadas formas de materia vegetal. Las especies animales y el hombre transforman a su vez una parte de esa materia vegetal para propio uso y sustento. En esta estructura se evolucionó desde la época neolítica hasta la revolución industrial, logrando, mediante mejoras en las técnicas de cultivo, selección y adaptación de especies y evolución de aperos y máquinas, elevar los rendimientos de manera que más población pudiera ser alimentada con menos cantidad de tierra cultivada y menor trabajo humano. Hasta aquí no se alteró el carácter de la agricultura como sector único de la actividad humana capaz de obtener energía a partir de fuentes prácticamente inacabables.

2. 2 Otros aspectos

Un hecho constatado es la pérdida de sabor de los productos agrícolas, lo que no puede sorprender dada la artificiosidad y desequilibrio de su producción. Se consiguen frutos de gran tamaño y peso y de aspecto uniforme, pero esto no siempre va parejo con su auténtica calidad. Trabajos experimentales han demostrado que frutos de menor tamaño, cultivados ecológicamente, contienen los mismos o más nutrientes que otros mayores conseguidos con un cultivo convencional. Tampoco esto quiere decir que los productos ecológicos tengan siempre menor tamaño y peor aspecto que los convencionales. La agricultura industrializada impone el uso de semillas hibridadas, variedades de «alto rendimiento» y altos requerimientos de agua, abonos y productos fitosanitarios. Muchas veces, los frutos procedentes de estas semillas son estériles y los agricultores se ven en la necesidad de comprar las semillas para la siembra año tras año, sin poder utilizar las mejores o más seleccionadas de su cosecha anterior. Es decir, la filosofía general de esta agricultura es la necesidad de aumentar los rendimientos a cualquier coste en contraposición con la «agricultura ecológica», que preconiza la conservación de las variedades autóctonas y el uso de semillas bien sean propias o adquiridas en un mercado, pero en ningún caso hibridadas. En cierto sentido, puede deducirse que esta agricultura tiene el defecto de independizar tanto al agricultor como a la región o al país donde se desarrolla y, asimismo, el agricultor ahorraría abonos, productos fitosanitarios, semillas, maquinaria, etc. Según vimos anteriormente, la desaparición de los microorganismos y demás fauna, que constituyen la base de la fertilidad y el uso indiscriminado de los abonos artificiales, puede ocasionar una progresiva mineralización del suelo.

La «agricultura ecológica» no pretende volver al pasado, pero sí aplicar unas técnicas que requieren más atención y más mano de obra. Los últimos avances técnicos son aplicables siempre que se cumpla el principal objetivo, que es la obtención de productos equilibrados, manteniendo y acrecentando la fertilidad. Este punto de vista puede definir, en cada caso y en cada momento, la mecanización adecuada. También son precisos personal técnico e investigadores que, en estrecha colaboración con los agricultores, desarrollen...

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