África y Unión Europea, por un horizonte común de seguridad y progreso

AutorJesús Díez Alcalde
CargoTeniente Coronel y analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Estado Mayor de la Defensa
Páginas9-13

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Con sus luces y sus sombras, África se posiciona, cada vez con más fuerza, en el concierto internacional; sin embargo, en el seno de la Unión Europea (UE), su proyección hacia el exterior y su transcendencia geopolítica aún no concitan el consenso unánime y el compromiso que su situación demanda. En cuanto a sus fortalezas, y a pesar de las notables diferenciasentre los 54 países que conforman el continente africano, su potencial económico, energético y humano es su principal fortaleza. Con un crecimiento económico superior al 5% en 2014; una riquezaingente de hidrocarburos, en especial petróleo y gas; y una enorme eclosión demográfica, con una población extremadamente joven y que se duplicará en 2050 hasta alcanzar los 2.000 millones, África emergehoy como un actor mundial de primer orden y, más que nunca, tiene enormes condiciones para superar el pasado y convertirse, por primera vez, en constructor de su propio destino.

Frente a este auge africano, Europanecesita nuevos mercados financieros y comerciales, tiene una enorme dependencia energética del exterior y su población está enclaro retroceso demográfico. Todos estos parámetros deberían ser suficientes para que la Unión Europea mirase hacia el Sur, con mucho más compromiso e intensidad, y respaldase las expectativas de futuro que presenta el continente africano. Pero, para que el beneficio sea mutuo y duradero, debe hacerlo con la firme determinación de cooperar con las enormes reformas estructurales que África necesita, tanto en la renovación de la gobernanza o enla instauración de verdaderos regímenes democráticos como en la implantación de sistemas eficaces de seguridad. Estas reformas permitirán traducir el crecimiento económico africano en el desarrollo de su población, en la reducción de sus alarmantes índices de pobreza y de los niveles de desigualdad y frustración social, que son el sustrato que alimenta muchos de los riesgos y desafíos que hoy enfrenta el continente africano.

Pero, indudablemente, poco podrá avanzar África en el ámbito económico y social sian-tes no consigue eliminar las amenazas transnacionales que se ciernen sobre su seguridad. Y eso solo podrá hacerlo con el apoyo y el compromiso de la comunidad internacional, y la Unión Europea –siquiera por cercanía geográfica y por responsabilidad histórica– debe ser un pilar principal de ese proceso. La inestabilidad imperante en países como Libia o Egipto, consecuencia de unas fracasadas revueltas sociales; la creciente lacra del terrorismo yihadista, que se expande desde el Magreb hasta el Cuerno de África; el estallido violento de los conflictos armados en Mali, República Centroafricana o Sudán del Sur, en los que no se alcanzan ni se presagian acuerdos certeros de paz a corto plazo; o la expansión del crimen organizado en África Occidental, dibujan un preocupante escenario que debería encender todas las alarmas de Europa y sustentar una acción más determinante.

Sin embargo, y a pesar de una limitada cooperación en la resolución de las crisis africa-nas, la realidad es otra. El Sur sigue sin concitar el consenso unánime de los 28 países miembros de la Unión Europea –necesario para cualquier acuerdo en el ámbito de la seguridad y la defensa–, ni tampoco existeuna visión estratégica que reconozca que lo que ocurre en África tiene y tendrá una repercusión, cada vez mayor, en territorio europeo, en su seguri-

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dad y en su estabilidad. Además, la sociedad europea...

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