Presentación. Inmigración y globalización. (Aclaraciones semánticas y vocabulario específico)

AutorRoberto Bergalli
PáginasVII-XX

- I -

El conjunto de colaboraciones que conforman el presente volumen proviene de las contribuciones que llevaron a cabo cada uno de los miembros del Grupo de Trabajo, integrado en el Proyecto El control de los flujos migratorios (El papel del sistema penal en el control de los flujos migratorios en Europa y España del siglo XXI). Tal Proyecto —Referencia: BJU2002— fue reconocido por el Ministerio de Educación y Ciencia español en el marco de su Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica 2000-2003, con un decurso cronológico desde 1 noviembre 2002 hasta 31 octubre 2005, y quien aquí escribe se constituyó como Investigador principal del mismo.

- II -

La denominación de flujos migratorios fue adoptada recogiendo un empleo sumamente frecuente en el tiempo en que se diagramó el Proyecto. Su utilización, entonces, no fue naturalmente gratuita pese a que la frecuencia de su empleo en España no traslucía para entonces, sin embargo, un conocimiento profundo acerca de su origen y sentido o, mejor dicho, se conocía de una forma unilateral, a partir de la propia pero escasa experiencia española. El concepto de flujos migratorios ha tenido mayor aplicación en aquellos ámbitos en los cuales la recepción de inmigrantes provenientes de diferentes orígenes, y la salida de

emigrantes hacia variados destinos, constituyeron experimentos conocidos. La única moderna experiencia española en este campo ha sido elaborada con la singular orientación que habían tenido los fenómenos migratorios en España, o sea aquella dictada por la salida de ciudadanos nacionales, y como fruto de la historia del siglo XX, marcado este por una devastadora Guerra Civil que diezmó y expulsó indiscriminadamente, y por las cues-tiones posteriores relativas a la ausencia de trabajo, falta o escasez de alimentos, pérdida de las familias o de la vivienda. Para otras grandes emigraciones del propio territorio sólo pueden considerarse aquellas que se hicieron con metas colonizadoras, en siglos pre-modernos, y aunque ellas significaron asentamientos y mezclas étnicas muy fructíferas en tierras americanas, no pueden tenerse en cuenta por haber respondido a causas muy diferentes y estar comprendidas en un período histórico radicalmente distinto. Las que sí han tenido consideración en el Proyecto de Investigación y fueron tenidas en cuenta por las colaboraciones al presente volumen, han sido las de la segunda mitad del siglo pasado y las del tránsito al tercer milenio. De todas formas, cuando España asume el papel que le fue asignado al ingresar en las entonces Comunidades Europeas, junto a sus vecinos con costas mediterráneas, por su propia posición geográfica y la que le asignaron posteriormente sus socios de la Unión Europea, la orientación de las corrientes migratorias se invirtió. El desarrollo económico y social de España, acaecido desde finales de 1980 al presente, supuso una gran convocatoria para quienes, proviniendo de países menos desarrollados, se sintieron atraídos en la búsqueda de mejoras personales y familiares. En un lapso muy breve España se convirtió en receptora casi unidireccional de crecientes masas de personas recién llegadas, provenientes de más de un origen pero, en especial, desde aquellos lugares donde los efectos de la llamada globalización generaron sus más perniciosos resultados, empujando a los más perjudicados a buscar en otros países, en otras áreas del planeta, formas de subsistencia. Por motivos exclusivamente culturales, pero también económicos vinculados con las fuertes inversiones que el capital español distribuyó en una vasta área de Latinoamérica, se explica la tendencia de la salida de emigrantes de esta región de Occidente hacia España en la confianza que sus llegadas no debían ser tan traumáticas para ellos, sin lógicamente representarse las repercusiones que podían provocar sobre las poblaciones

autóctonas, habida cuenta de los desequilibrios internos de España y la menor capacidad receptiva que pudieran revelar algunas Comunidades Autónomas. Empero, el creciente flujo de latinoamericanos hacia España, principalmente atraídos, como se ha dicho, por razones de subsistencia, no fue el único sobre el que se concentró este proceso de llegada creciente de inmigrantes. De la misma manera y de forma cada vez más acentuada en los últimos tiempos, el arribo de personas provenientes del norte de África, aunque también de otras zonas de dicho continente e, igualmente, de países del Este de Europa, de Oriente medio y lejano, configuran otras corrientes migratorios, con características propias a las distintas proveniencias citadas, las cuales deben incluirse entre todos aquellos movimientos de personas que corresponde tener en cuenta cuando de analizar los contenidos actuales del concepto de flujos migratorios se trata, tal como ocurre con el conjunto de los trabajos que contiene el volumen que aquí se presenta. Debe también considerarse la llegada con fines de residencia y asentamiento de muchos ciudadanos y ciudadanas de países miembros de la actual Unión Europea, quienes atraídos por las tantas circunstancias que hacen atractiva la vida en España y no únicamente por sus ofertas turísticas, gastronómicas o de esparcimiento, acuden a la península y a sus áreas insulares con voluntad de asentamiento. Cientos de miles de europeos, especialmente del norte, en situaciones de pasividad laboral pero con recursos suficientes provenientes de sus haberes jubilatorios o de ahorros, son mayoritariamente los que se han arraigado en las señaladas áreas. Otros y otras, con ingentes cantidad de recursos, a veces de procedencia no muy lícita, buscan las costas y ciudades de Levante y Andalucía en particular, donde amparándose de posibles búsquedas policiales y judiciales, se guarecen cálidamente del sol mediterráneo. No obstante, aun cuando soliciten y obtengan permisos de residencia, alcanzando condición de empadronados en los registros municipales, buena parte de todos los aludidos siempre son tenidos o se consideran ellos mismos como extranjeros. Las tentativas y propuestas para que estos inmigrantes (extranjeros), en la situación señalada, adquieran ciertos derechos reservados a los nacionales, están recibiendo respuestas contrastantes entre España y la Unión Europea. En efecto, el 60 % de los españoles defiende el derecho de los inmigrantes a votar (el 60,8 % cree que deberían poder votar en las elecciones locales y el 53,4 %

piensa que, además, deberían también hacerlo en las elecciones generales), según el Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), registrado en noviembre de 2005. Mientras, por el contrario, y pese a que en el Parlamento europeo esta situación y el reconocimiento de ciudadanía política se habían consolidado desde...

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