Acerca del iusnaturalismo de Locke

AutorJuan Fernando Segovia
Páginas157-192
CAPÍTULO III
ACERCA DEL IUSNATURALISMO DE LOCKE
¿Cómo se ha juzgado a LOCKE? En los capítulos precedentes he-
mos avanzado diversas apreciaciones sobre las tesis lockeanas. Interesa
ahora recoger algunas valoraciones más generales sobre la doctrina de
LOCKE concerniente a la ley natural, pues la interpretación, se ha visto,
no es pacífica. Hay, sin embargo, un problema previo que esclarecer,
pues de otra manera se entorpecería nuestra línea argumental. Es la
cuestión acerca de Dios en la filosofía jurídico-política de LOCKE, por-
que de la idea de la divinidad que él tiene mana su concepción de la ley
natural.
1. EL DIOS DE LOCKE
La teoría de la ley natural de LOCKE no es irreligiosa sino teísta 1; en
su versión «trascendente» (como la entiende ZUCKERT, según veremos) es
idealista, pero conserva a Dios como fundamento de toda obligación mo-
1 Naturalismo teísta, tal sería la síntesis. Cfr. TULLY, An approach to political philoso-
phy: Locke in contexts, cit., p. 305. Naturalismo cristiano, teísta, como explica COLMAN,
«Locke’s empiricist theory of the law of nature», cit., p. 125: «La teoría de Locke es natura-
lista en tanto ella no apela a valores existentes en algún ámbito metafísico o adecuados a la
naturaleza humana como tal. Sin embargo es un naturalismo cristiano. Sin Dios no podría
haber ninguna obligación moral».
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ral 2. De hecho, buena parte de la literatura ha insistido en la necesidad de
comprender la filosofía de LOCKE a partir de su teología y/o su concep-
ción de la religión (DUNN, FORSTER, WALDRON, etc.) 3. La relación entre
Dios y la criatura, el argumento de la creación y de la propiedad divina,
es clave para la comprensión de la doctrina moral de LOCKE 4. La perspec-
tiva teísta —por cierto que protestante, basada en el libre examen de la
Revelación y en la sola Scriptura protestantes— queda confirmada en sus
últimos escritos, que son una crítica a los moralistas que pretendían fun-
dar la ética sólo en la razón humana o por la luz natural exclusivamente 5.
Sin embargo, no es posible sindicar fácilmente a LOCKE en las co-
nocidas variantes del protestantismo inglés y europeo de su tiempo. Se
dice que fue calvinista como su padre 6, pero no parece haberlo sido en
términos muy ortodoxos. LOCKE es un protestante bastante singular, que
vive disintiendo con las diversas denominaciones protestantes en busca
de su propio credo religioso 7.
2 La ley divina, voluntad de Dios, es la medida de la virtud, el fundamento de la mo-
ral, afirma LOCKE, An essay concerning human understanding, cit., I, III, § 1; y II, XXVIII,
§ 8 (vol. I, p. 49; y vol. II, p. 98).
3 Una introducción a las ideas religiosas y teológicas de LOCKE en A. BOEHM, «Locke,
John», en VACANT, MANGENOT y AMANN, Dictionnaire de théologie catholique, cit., t. IX,
1.ª parte, cols. 850-864. Vid. el bien informado libro de A. P. F. SELL, John Locke and the
eighteenth-century divines, Cardiff, University of Wales Press, 1997, basado principalmen-
te en testimonios contemporáneos a LOCKE.
4 Cfr. TULLY, A discourse on property, cit., p. 36. Como dice DUNN, The political
thought of John Locke, cit., p. 24, si Dios no existiera, los hombres vivirían en una condi-
ción de total anomia.
5 Cfr. LOCKE, The Reasonableness of Christianity, cit., pp. 142-143; y «A vindication
of the Reasonableness of Christianity, from Mr. Edwards’s reflections» [1695], en The
Works of John Locke, cit., vol. VII, pp. 159-180.
6 Generalmente se considera a LOCKE calvinista inglés, es decir, puritano. Por caso,
DUNN, The political thought of John Locke, cit., pp. 256-261, afirma que para comprender a
LOCKE hay que partir del lugar central de la teología calvinista del llamamiento (the calling)
en el sentido de misión, profesión o vocación divinas, como mandamiento o deber (ibid.,
pp. 219-220, 222 y ss.; y c. 18, pp. 245 y ss.). Cfr. Webster’s American Dictionary, ed. 1828
(disponible en http://machaut.uchicago.edu/websters), voz calling.
7 V. NUOVO, Christianity, antiquity, and enlightenment. Interpretations of Locke, Dor-
drecht, Springer, 2011, c. 2, pp. 21 y ss.; y SPELLMAN, John Locke and the problem of depra-
vity, cit., passim, aportan suficientes elementos de juicio como para rechazar el calvinismo,
reputándolo un latitudinario, parte del grupo menos dogmático del anglicanismo. En La
razonabilidad, por ejemplo, es clara la negación del pecado original y de la reparación, la
creencia que el individuo es insensible después de la muerte y que permanece así hasta
la resurrección de los muertos; también expresa su escepticismo acerca de la verdadera
naturaleza del alma, el rechazo de la doctrina de la elección y la necesaria perseverancia de
los santos, etc. En el amplio estudio de las ideas religiosas y sociales lockeanas de J. MAR-
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Las vacilaciones lockeanas en torno a probar la existencia de Dios 8
para admitir la obligatoriedad de la ley moral constituyen, no obstante,
una debilidad, presente en las Cuestiones, que se mantiene en sus obras
posteriores, por lo cual cabe preguntarse si se trata de la reputada cautela
del filósofo o de una convicción firme: que Dios no es necesario a los fines
de justificar la moral, es decir, la ley de la naturaleza. Si la ley de la natura-
leza se conoce y explica racionalmente es porque es la ley de la razón; sin
embargo, en tanto que ley, importa la existencia de un legislador y, dado
que éste no es el hombre, debe suponerse que es Dios 9.
Entonces, hay que inquirir qué papel juega Dios en la moralidad y
la juridicidad lockeanas, teniendo presente por lo dicho hasta aquí, que
LOCKE confía más en la razón humana que en Dios y la ley divina, aunque
estos últimos argumentos no sean del todo despreciados.
A nuestro juicio, en el sistema de LOCKE, Dios y la ley eterna son
sólo una hipótesis racional 10, necesaria por cierto 11, pero hipótesis al fin,
SHALL, John Locke. Resistance, religion and responsibility, cit., se concluye definiéndolo
como un unitario herético.
8 Así, por ejemplo, se arguye que sus afirmaciones no sólo son insuficientes sino
también contradictorias. Cfr., entre otros, W. T. BLUHM, N. WINTFELD y S. H. TEGER,
«Locke’s idea of God: rational truth or political myth?», The Journal of Politics, vol. 42,
núm. 2 (1980), pp. 414-438. De hecho, así en el Ensayo como en las Cuestiones, no hay otra
prueba que la cosmológica, de la que deduce la idea de la existencia de Dios. Cfr. FORSTER,
John Locke’s politics of moral consensus, cit., pp. 101-103.
9 LOCKE, Essay concerning human understandig, cit., I, III, § 12 (vol. I, p. 44), sostie-
ne que como el deber no puede entenderse sin una ley, y no puede haber ley sin legislador,
es necesario suponerlos. Y en un escrito tardío sobre ética, afirma: «Para establecer la
moral, por tanto, sobre su base adecuada y que sus fundamentos puedan dar lugar a una
obligación para con ellos [los hombres], debemos probar primero [la existencia] de una
ley, lo que supone siempre un legislador, aquel que posee una superioridad y el derecho
de mandar, y también un poder para recompensar y castigar según el tenor de la ley esta-
blecida por él. Este legislador soberano que ha establecido normas y límites a las acciones
de los hombres, es Dios, su Creador». J. LOCKE, Of ethics in general, núm. 10, en L. KING,
The life and letters of John Locke with extracts from his journal and common-place books,
London, Henry G. Bohn, 1858, p. 313. Reténgase el modo de argumentar: lo que debe
probarse es la existencia de una ley pues, probada ella, la existencia del legislador se da por
sentada. Luego, no se requiere probar que Dios existe, hay que demostrar que hay una ley
y una vez hecho esto, aquello otro se dará por supuesto.
10 BLUHM, WINTFELD y TEGER, «Locke’s idea of God: rational truth or political
myth?», cit., p. 431, dicen algo más grave todavía, que el Dios de LOCKE no es más que
una presuposición, un mito necesario a sus propósitos políticos.
11 «The existence of God is a condition of one’s own existence», afirma WOLFERS-
TORFF, «Locke’s philosophy of religion», cit., p. 189. TULLY, An approach to political philo-
sophy: Locke in contexts, cit., pp. 312-313, prefiere hablar de «probabilismo».
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