El acceso como forma de participación en la comunicación colectiva

AutorAntonio Montoro Fraguas
Páginas17-46

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1. Democratización mediática y acceso

Cuando se habla de acceso a los medios de comunicación subyace la intención de tratar la forma de cómo hacer más igualitaria la distribución de oportunidades para que en una sociedad determinada un ciudadano, o unos grupos de ciudadanos, puedan dirigirse a otros ciudadanos o a otros grupos de ciudadanos. La importancia del acceso radica, como hemos visto, en la forma en que se asuma, en general, la teoría democrática de los medios, en la consideración de los peligros inherentes a un adverso monopolio u oligopolio fáctico (versus pluralismo) de los instrumentos de comunicación y en la implicación de las consecuencias de ambos índices en los cambios substanciales que con ello se provoca en el desarrollo socio político de la comunidad1.

La noción de acceso, incluso etimológicamente en la lengua castellana, se refi ere a la capacidad de una persona para llegar o acercarse a otra, de entrar al trato o comunicación con alguno2. Desde esta general referencia, la noción de acceso aplicada a la comunicación puede resultar confusa por su heterogeneidad pero, en definitiva, responde cada vez con mayor fi rmeza a una idea substancial, a una configuración conceptual para fundar y reforzar las estructuras de un sistema de comunicación abierto y plural. En su formaPage 18 más idealista el acceso sugiere una forma de comunicación por la que se satisfaga el deseo de que cualquiera de los miembros de una comunidad pueda comunicarse mediáticamente con el resto. Es decir, el acceso, in genere, trata de reconstruir unas estructuras de medios de comunicación de manera que no solo unos pocos hablen a la mayoría, sino que bastantes -mayor número posible- hablen a esa mayoría. Ello tendría un valor añadido: tratar de asegurar la amplia representación, proclive a la máxima inclusión en el sistema de comunicación, un modo de superar el monopolio u oligopolio de la expresión. Según lo cual, ofrecer o procurar el acceso, viene a signifi car:

  1. Localizar aquellos integrantes de la comunidad que por cualquier razón han estado o están excluidos del diálogo de su entorno y procurarles la posibilidad mediática de hablar al resto.

  2. Configurar un tipo de red interna de comunicación para hacer posible que las minorías muestren a las mayorías la realidad de su estado y misión.

  3. Y fi nalmente, abrir unas puertas a las fuentes de información que no llegan a los miembros de la comunidad a los que se les priva de ellas por carecer de la posibilidad de completar más ampliamente una audiencia de mensajes de la que habían sido excluidos porque sus portadores no comparecen en la esfera mediática3.

    El acceso puede llegar a convertirse en un instrumento clave para la neutralidad comunicativa si su aplicación y desarrollo responde a su teleología, pero si sus formas y extensión se desvían de su finalidad ideal, el acceso puede significar un remedo de su ortodoxa realidad y convertirse en una acción decorativa y falsa, (mosaic faux) permisiva de un acceso paternalista de voces discrepantes o disidentes pretextando tolerar sus diferencias legitimando mediante este adulterado acceso la expresión de sus voces4. De esta manera,Page 19 cuando se intenta delimitar un concepto general del acceso a los medios no se puede olvidar que cualquiera que sea su forma o modalidad, debe pretender una única voluntad: la de remover los obstáculos que impidan al sistema comunicativo gozar de la máxima pluralidad y superar la inercia que padecen los medios de comunicación respecto de la participación del público en sus acciones. Si estos medios están concebidos, técnica y económica, para dirigirse simultáneamente a un amplio sector de la población, y tienen su justifi cación en conseguir prioritariamente satisfacer las expectativas de comunicación -activa o pasiva- de la mayoría, mediante una única opción sistémica en la que los medios tengan como objeto exclusivo el balance de rentabilidad, a costa de su concentración o a costa de la programación de productos estereotipados de base común que devienen uniformes. Otras opciones son posibles y deben de dirigirse a equilibrar el sistema y trabar la potencial atrofia de la pluralidad. Este es, en el parecer de los expertos -y prescindiendo ahora de cualquier connotación jurídico política directa-, el problema teleológico que el acceso está llamado a resolver. El enorme poder reconocido a los medios ha de distribuirse en parcelas destinadas a incrementar la diversidad emisora y a equilibrarse con la intervención, mediata o inmediata, del público receptor al que es preciso poner en situaciones activas participativas en el proceso de comunicación. De ahí que apuntar una primera noción amplia, in genere, del acceso desde esta perspectiva finalista, no revista excesiva dificultad pues el acceso a los medios trataría de procurar la acción activa y protegida:

    - de los pretendientes a implementar el espacio público de comunicación, mediante la creación de medios, o el de los productores minoritarios o independientes para facilitar difundir sus productos,

    - de la intervención del público receptor en la gestión mediática y

    - de los no profesionales de la comunicación para enriquecer el pluralismo de sus múltiples y diversos canales.

    Todo ello, a través de la incorporación a la propiedad mediática por autorización o licencia, por la participación en la planificación o en la gestión de los medios y directamente por incorporación de sus mensajes a su programación de forma mediata o inmediata, respectivamente.

    Esta propuesta adquiere, en el arranque teórico del acceso, tres formas básicas distintas de abordar el problema, mediante:Page 20

  4. el fomento del pluralismo externo del sistema por la creación de nuevos elementos difusores,

  5. la tan postulada democratización interna de los medios, a través de un acceso, no discriminado, de la sociedad a sus órganos de gestión o de una razonable intervención en ellos, como inferencia de su trascendencia social; y

  6. la adopción de medidas para que los individuos, los grupos y el público receptor, en general, salga de su pasividad y encare los medios de tal forma que, de una parte les posibilite la participación en el debate público que demandan y de otra, les haga remitir de su inercia receptora y superar su mimetismo uniforme.

    La primera de estas formas incide en la necesidad de vigilar las estructuras del sistema de medios de modo que se evite la discriminación en el acceso a la comunicación y se procure una participación activa, eficaz y no ocasional. Esta reivindicación parte de los individuos o grupos que juzgan excesivo el embargo autista al que los medios tienen sometidos sus canales y la rigidez e inaccesibilidad de las estructuras de los organismos en los que solo los emisores puede elegir materia, horario, objeto y formato de sus producciones y emisiones sin que formalmente nada les obligue a tener en cuenta las necesidades u opiniones de los oyentes o telespectadores. Esta perspectiva es la que se suele calificar como la versión activa del problema5 fundada en el postulado de que la comunidad social está animada de un cierto deseo, aunque permanezca latente, de participación en el debate público a través de los medios. Más concretamente, lo que estas ideas y quienes las sustentan esperan de la apertura de las estructuras del sistema mediático es, en la medida de lo posible, el acceso a la gestión autónoma y finalista de algunos medios o al menos a la intervención en los elementos orgánicos de responsabilidad para que respondan mejor a las necesidades reales demandadas por los consumidores del producto mediático y bien directamente o, bien, a la postre, a través de las vías de retroalimentación (feedback) mediante mecanismos realmente eficaces adecuados a las demandas de participación requeridas. Estas fórmulas bien instrumentadas lograrían incidir en ámbitos de influencia que afectan a todo el espectro comunicativo,Page 21 desde el poder autónomo de gestión (disponibilidad de canal propio, incrementando la libre concurrencia en el mercado y la diversidad de las líneas de programación) hasta las posibilidades de equilibrar la libre actuación de los productores respecto de su tendenciosa o arbitraria prohibición o imposición de unos determinados temas o personalidades ajenos a la agenda signifi cante de los receptores y al interés público informativo. En definitiva, en esta vía, el acceso pretende equilibrar (en la medida que permita a los medios el libre ejercicio de su función reconocido en las libertades fundamentales y atendiendo igualmente a su propia naturaleza público o privada) el poder ilimitado de decisión al que puede tender fácilmente una comunicación vertical rígida en sus elementos orgánicos estructurales.

    La segunda y la tercera de las formas básicas citadas quieren paliar la inquietud que fundamenta el discurso teórico del acceso por la pasividad del público frente a la actuación de los medios. Millones de personas pasan varias horas al día ante la radio y la televisión sin tener siquiera el deseo, ni por supuesto, los medios de reaccionar a lo que ven y oyen. Se insiste en recriminar a los medios la ausencia de cualquier dispositivo de retorno que les anime al diálogo con el emisor, aceptando sumisos esta forma de comunicación en sentido único e incluso con su pasividad la incitan y procuran. Como contrapartida a la anterior reivindicación, se asume desde esta perspectiva persuasora del acceso, la inexistencia de un claro deseo de participación por parte del público receptor por lo que ahora la reclamación consiste en suscitar el deseo de esta participación en los ambientes pasivos de recepción. Idealmente las demandas de este acceso deberían ser...

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