Los plaguicidas en la agricultura. Aplicación y eliminación.

Cargo del AutorLos plaguicidas en la agricultura. Aplicación y eliminación.
ERGA - Formación Profesional 3
Igualmente, hay que impedir que el
ganado entre en estos campos.
10 Los trabajadores han de estar
sometidos a vigilancia médica. Los
plaguicidas, además de producir
intoxicaciones agudas, pueden pro-
vocar graves trastornos y enfermeda-
des que se manifiestan a largo plazo.
11 Los envases de plaguicidas que
queden vacíos deben devolverse al
suministrador, si es posible; la ley
le obliga a hacerse cargo de la ges-
tión de los residuos derivados de
sus productos (ver legislación en la
página cuatro). Los envases que no
se puedan devolver serán conside-
rados residuos. Para su eliminación
deberá seguirse todo cuanto la ley
dispone al efecto y que queda esta-
blecido por las normas de cada Co-
munidad Autónoma.
12 Tener en cuenta, como norma
general, que un envase vacío de un
plaguicida es un residuo peligroso
por lo que está prohibido abando-
narlo o eliminarlo de forma
incontrolada (quemarlo, enterrar-
lo, etc.).
En esta ocasión, la sección de Notas Prácticas trata el tema de los plaguicidas en la agricultura. Se incluyen los
siguientes apartados: un conjunto de recomendaciones que constituyen el cuerpo teórico del tema; un caso
práctico; una serie de actividades didácticas que pueden desarrollarse a partir de dicho caso y un apartado de
legislación. Las propuestas didácticas son orientativas y tienen como finalidad el que puedan ser utilizadas por
el profesorado como herramientas de apoyo a la hora de abordar la enseñanza en temas de prevención.
1Ninguna persona puede reali-
zar trabajos de tratamientos de
plaguicidas si no dispone de la for-
mación obligada por la ley o si no
tiene la suficiente información so-
bre este tipo de trabajos (riesgos
que implica la aplicación, la forma
de hacer la tarea, equipos de pro-
tección y primeros auxilios para
casos de urgencia). La formación
y la información son responsabili-
dad del empresario.
2 Aplicar los plaguicidas utilizan-
do siempre los equipos de protec-
ción individual (EPI) indicados
para cada uno de ellos (unos pro-
ductos son más peligrosos que
otros): guantes largos de caucho o
goma, botas altas de caucho, mas-
carilla que proteja la nariz y la boca
de la inhalación de gases o polvo
tóxico, gafas o máscara facial que
eviten las salpicaduras en los ojos y
ropa de trabajo que proteja el cuer-
po del contacto con los plaguicidas.
3 En ningún caso se deben aplicar
los plaguicidas usando sandalias,
pantalones cortos o camisas de
manga corta, ni tampoco se usarán
pañuelos que cubran la nariz y la
boca como una supuesta medida
preventiva para evitar la inhalación
del plaguicida. Esta práctica supo-
ne una fuente adicional de entrada
por vía oral debido a que no evita
la inhalación del producto y favo-
rece el contacto bucal durante la
aplicación.
4 No se debe fumar, ni beber, ni
comer mientras se están realizando
fumigaciones. Al terminar el trata-
miento, hay que lavarse con abun-
dante agua y jabón y cambiarse de
ropa, a ser posible, en el mismo lu-
gar de trabajo. Nunca hay que ha-
cerlo en la propia vivienda puesto
que esto implicaría trasladar el ries-
go de contaminación a la familia
del trabajador. También hay que
lavar la ropa y las protecciones per-
sonales después de cada aplicación
y guardarlo todo en un lugar bien
ventilado, lejos de las habitaciones.
La ropa de trabajo se ha de lavar
separada de la otra ropa de la casa.
5Intercalar un espaldar o pieza de
tela impermeable entre la espalda y
el depósito de fumigar, cuando el
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Descripción:
plaguicida se aplique con un pulve-
rizador de accionamiento manual.
6Verificar los equipos de aplica-
ción de los plaguicidas (mochilas y
tanques pulverizadores) antes de
empezar a usarlos. Asegurarse de
que funcionan sin escapes ni derra-
mes y que están calibrados para las
dosis de aplicación necesarias.
7 No se deben soplar ni aspirar ja-
más con la boca las boquillas de los
aparatos de aplicación cuando se
obstruyan, puesto que existe un
gran riesgo de intoxicación por
contacto con la boca. Para desa-
tascarlas hay que utilizar un alam-
bre o hilo de cobre.
8 Pulverizar de espaldas al viento
para impedir que la nube generada
alcance al aplicador y evitar entrar
en contacto con los campos recién
tratados porque son una fuente de
exposición al plaguicida. Igualmen-
te, se debe guardar una distancia
prudencial entre los trabajadores
para evitar la mutua contaminación.
9 Señalizar mediante carteles de
“aviso de peligro” las zonas tratadas.
CASO PRÁCTICO
O PRÁCT
Continuando con el tema iniciado en el número anterior del periódico (Erga-FP nº 24) sobre “Los plaguicidas en la agricultura. Almacenamiento y
mezclas”, en la presente sección de Notas Prácticas trataremos los problemas derivados de la aplicación y eliminación de estos productos.
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NORMAS BÁSICAS
MAS BÁS
LOS PLAGUICIDAS EN LA AGRICULTURA. Aplicación y eliminación
puestos tenía suficiente para protegerse. No muy convencido, Alfonso acep-
ta su propuesta y junto con Sammer se va hacia la camioneta. Los dos
compañeros cogen de allí sus respectivos depósitos de plaguicida, que ya
venían preparados, y se los colocan en la espalda. A continuación se ponen
las gafas, el sombrero de ala ancha y un gran pañuelo que les cubre la boca
y la nariz. Alfonso le dice a Antonio que se van a trabajar al naranjal y que
él les espere allí.
Antonio se queda intranquilo. A él le han enseñado que los plaguicidas
siempre hay que usarlos con mucho cuidado y le daba la impresión que
aquel no era el caso. Al preguntarle a Fermín si sabía que tipo de plaguicida
iban a utilizar, le había contestado que sí, que seguramente era el de siem-
pre. Sin embargo, Antonio mira los dos bidones que hay en la camioneta y
ve que ninguno de ellos llevaba la etiqueta en las que se indica el nombre,
las normas de seguridad y las prendas de protección que son obligatorias.
Antonio se pone a observar a los dos trabaja-
dores. Alfonso ha empezado a fumigar una fila
de árboles. Muy cerca de él, frente a la otra lí-
nea de naranjos, está Sammer. Antonio ve que
se ha puesto la boquilla del aparato de fumigar
en la boca y está soplando con fuerza. Luego
observa que se vuelve a poner el pañuelo en la
cara y empieza a aplicar el pesticida al lado de
su compañero. Al cabo de muy poco rato, An-
tonio ve que Sammer se acerca hasta él. Está
muy pálido y sudoroso y cuando llega a su lado
tiene que sujetarse en la camioneta para no
caer. Antonio se da cuenta en seguida de que
el chico no está bien. Llama a gritos a Alfonso
que acude de inmediato. Antonio y Alfonso de-
ciden llevarlo rápidamente al centro asis-
tencial más cercano.
Antonio ha terminado sus estudios de Técnico en
Explotaciones Agrarias en un centro de Formación
Profesional. Este verano está pasando unos días en la finca de unos cono-
cidos con el fin de aprender más acerca de los trabajos del campo. A cam-
bio, ha acordado ayudarles en todo lo que sea posible.
Hoy acompañará en la camioneta a dos trabajadores de la explota-
ción, Sammer y Alfonso, hasta un campo de naranjos que hay que fumi-
gar. Sammer tiene más o menos la edad de Antonio y es de nacionali-
dad marroquí.
Antonio recoge a cada uno de ellos en sus casas y durante el trayecto enta-
blan una distendida conversación. Para Alfonso aquella era la décima tem-
porada que estaba trabajando en la finca del “Torrentet”. Le explica a Anto-
nio que ésta era una época de mucha faena y que él solo no podía con las
tareas de fumigación. Así que el encargado le dijo que podía contar con la
ayuda de Sammer. Alfonso estaba encantado
con él porque el chico era muy alegre y dispues-
to para el trabajo.
Antonio advierte que Sammer tiene serias
dificultades en expresarse y también en enten-
derlos. Alfonso le explica a Antonio que sólo
hace cuatro meses que tiene arreglados los pa-
peles y que estaba residiendo en el pueblo.
Al llegar al naranjal, bajan de la camioneta y
van a buscar sus equipos de trabajo. En aquel
momento, Sammer se da cuenta de que ha ol-
vidado en su dormitorio la ropa de trabajo que
había utilizado para fumigar el día anterior.
Alfonso, enojado, le recrimina su despiste y se
plantea regresar. Sin embargo, Sammer no
quiere complicar las cosas y le dice, como pue-
de, que con los pantalones largos que llevaba Enric Mitjans

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