Uso de la biotecnología y avance del conocimiento aplicado a la medicina ilustrada española

AutorJosé María Rodríguez Merino
Páginas31-55

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La modernidad y el tono de progreso de la Ilustración española no sólo se dilucidan por la introducción y divulgación del mecanicismo sino que se prolongan en la construcción de una medicina experimental y práctica. Tal construcción supuso un avance para la medicina ilustrada que derivó en un progreso para la ideología moderno-ilustrada y en una utilidad sanitaria para la sociedad española de la época.

Para enmarcar el proceso y progreso epistemológico de la medicina ilustrada en España, nada mejor que comenzar con la comparación que propuso Francisco Bacon (1561-1626) en el libro I, aforismo 95 del Novum Organum (1620) donde expresa que: «las ciencias han sido tratadas o por empíricos o por dogmáticos. Los empíricos son semejantes a las hormigas que sólo recogen y gastan; los racionalistas son como las arañas que forman telas que sólo sacan de sí mismas; los verdaderos filósofos deben de ser como las abejas que están entre las dos anteriores, pues las abejas recogen sus materiales en las flores de los jardines y los campos, pero las transforman y las destilan mediante un poder que les es propio».

Con esta base comparativa de hormigas, arañas y abejas se puede obtener la estructura, proceso y progreso de los distintos

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modelos epistemológicos que se sucedieron en la medicina de esta época.

A fin de buscar una mayor correspondencia entre la trilogía baconiana y nuestro estudio en el periodo ilustrado se altera el orden propuesto por Bacon, pero en nada merma la representación histórico-filosófica. Así, se coloca primero el modelo racionalista que está en perfecta consonancia con el análisis del mecanicismo. Este es un modelo araña al que se adhirieron los médicos ilustrados de la primera mitad del siglo XVIII y que profesaron el racional mecanicismo. Estos explicaban la actividad animal únicamente por razones y análisis que sacaban de su propia mente. Es el modelo que representa al progreso individual del conocimiento.

Por otra parte, están los médicos que superaron el mecanicismo y practicaron el modelo “hormiga” o empirismo, cuya época corresponde aproximadamente a todo el siglo XVIII, esto es, los médicos que solamente se dedicaron a hacer experimentos para curar las enfermedades y recogieron su recompensa en la utilidad de devolver la salud a los enfermos, a la vez que avanzaron en medicina por el hecho de acuñar nuevos conceptos biológicos, lo cual supuso un progreso en la medicina aplicada.

Por fin, ya en las últimas décadas del XVIII y primeras del XIX hubo ciertos médicos ilustrados que tuvieron la feliz idea de realizar una complementariedad entre los dos modelos anteriores, el racional mecanicista y el experimental, los cuales están representados en el modelo “abeja”. De este modo, algunos médicos ilustrados hicieron realidad la unión de la tecnología y la experiencia para transformar la materia viva organizada. Entre otros ejemplos se pueden citar la vacuna antivariólica, las transfusiones de sangre, la fecundación artificial en los animales, etc. A este tercer modelo lo denominamos biotecno-

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logismo, que representa el progreso social del conocimiento y la utilidad de su aplicación.

1.1. El mecanicismo como modelo moderno y de progreso
1.1.1. Introducción y divulgación del mecanicismo en España

El modelo mecanicista ideado por Descartes en el Tratado del Hombre (escrito probablemente en 1632 pero publicado en 1662) pronto se extendió por toda Europa y, por supuesto, como se trata de demostrar, llegó a España. En la primera etapa de la introducción y divulgación del mecanicismo en España, que se sitúa entre 1700-1730, uno de los grupos que destacó fue el de la Academia de Matemáticas de Valencia. Entre los miembros de esta Escuela sobresalió T.V. Tosca (1651-1723) que divulgó el mecanicismo del De motu animalium (1680) de J. A. Borelli en el Compendio Mathematico (1707-1715, vol. III, Tratado IX de la Maquinaria) y en el Compendium Philosophicum (1754. vol. VII, lib. III, Cáp. III)1. En este grupo se encontraba J. B. Corachán (1661-1741) que también sacó a la luz las ideas sobre el movimiento de los animales de Borelli en la exégesis IV de Mathesis sacra (redactada en 1725 pero publicada en 1757).

Otro de los focos de divulgación del mecanicismo en España se centró en la Regia Sociedad de Sevilla (1700). Se ha de destacar a D. M. Zapata (1664-1745)2como miembro distinguido de esta Escuela en la lucha por reemplazar al galenismo por el sistema mecanicista-iatroquímico. Este médico de Murcia, después de ser galenista en Verdadera apología de la Medicina racional (1690), pasó a defender las ideas iatroquímicas en Crisis médica sobre el antimonio (1701), a la vez que se declaró partidario del atomismo de Maignan en su Censura (insertada en los

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Diálogos filosóficos en defensa del atomismo (1716) de Alejandro de Avendaño). Es más, Zapata, ante las críticas de galenistas como Martín de Lessaca, volvió a reafirmar el mecanicismo en su último libro Ocaso de las formas aristotélicas (1721).

Un ejemplo de profesión mecanicista que no se puede pasar por alto fue el médico madrileño Martín Martínez (1684-1734)3que, como Zapata, se había educado en la medicina tradicional-galenista para criticarla en Medicina Sceptica I-II e inclinarse en Anatomía completa del hombre (1728) por el corpuscularismo. Esta era para Martínez la teoría más racional y científica con la que se podía explicar el movimiento de los animales sin recurrir a las cualidades ocultas, facultades, potencia, virtud u otros términos que no explicaban nada. A pesar de su fondo escéptico, Martínez describió por medio del modelo mecanicista los movimientos de la circulación de la sangre, la contracción muscular y la generación. El hecho de que Zapata y Martínez se inclinasen por la teoría corpuscular para explicar la actividad animal radica en que este modelo determina de manera precisa tanto los elementos explicativos como sus relaciones. Por ejemplo, en las secreciones ya no hará falta recurrir a las explicaciones dogmáticas, vagas e imprecisas de la facultad secretriz sino que se explicará por el acoplamiento que hagan los corpúsculos que se deben filtrar por los poros. Esto obedece a que se había llegado a idear un modelo formalizador tanto para las combinaciones de los elementos naturales como artificiales. Este modelo se describía como preciso desde el punto de vista matemático, exacto en sus movimientos y concreto en sus funciones tanto en sí mismo como en sus relaciones. No obstante, toda esta determinación y relación propia de lo que constituye el proceso secretor se obstruye y se desordena cuando llega la enfermedad.

La concepción determinada y precisa de las explicaciones y sus relaciones en el modelo mecanicista iba configurando la

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idea de que España se había sumado a la ola de la modernidad ilustrada europea.

1.2. Emergencia de la Medicina empírica y el compromiso hipocrático de los médicos

El artificial mecanicismo aplicado a la medicina supuso un cierto progreso epistemológico sobre el galenismo. Sin embargo, los mecanicistas rígidos, como M. Rodríguez, consideraron al modelo mecanicista necesario y suficiente para curar las enfermedades y explicar por medio de él todos los movimientos del animal. Esto, porque creían que el éxito que había tenido la aplicación de las leyes de la física mecánica al Universo se debía de repetir al aplicarlas a la biología. No obstante, la física mecánica aplicada a la biología no se corresponde en su totalidad, porque la actividad animal, aunque se ha explicado en términos reduccionistas, en esta misma época ilustrada hubo una reacción antirreduccionista debido a la emergencia del empirismo y el vitalismo. Ello obligó a muchos médicos ilustrados a reinterpretar el mecanicismo como modelo necesario pero no suficiente para explicar todas las actividades del animal, lo cual supuso una autocorrección en las explicaciones médicas a problemas no resueltos por medio del modelo mecanicista. Además, esto hacía que la ilustración fuese un periodo revolucionario debido a que la constitución teórica de la ciencia médica no se produce de modo lineal, sino que progresa a base de modelos antagonistas, como el galenismo y el mecanicismo, o de teorías rivales, contrarias y/o contradictorias, como el vitalismo o el empirismo. No obstante, estos sistemas, en virtud de la idea de modernidad y progreso que se daban en las distintas comunidades de médicos ilustrados, llegaron a ser complementarios.

Por tanto, el tránsito del modelo “araña” o mecanicista, esto es, el razonador o técnico que lo saca todo de su mente, al

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modelo “hormiga”, es decir, al médico que experimenta para curar a los enfermos, supone un progreso epistemológico de gran valor en cuanto a la construcción teórica de la biomedicina, ya que se pasó del racional mecanicismo al sensualismo y vitalismo por medio de la experimentación.

1.2.1. Superación del reduccionismo mecanicista

Frente al racional mecanicismo que había imperado en toda la Europa continental con filósofos como Descartes y Leibniz y con médicos como Borelli, Baglivio, Boerhaave, Stahl y Hoffmann, surgió el empirismo como sistema antagónico que venía de Inglaterra, siendo sus principales impulsores F. Bacon (1561-16261) J. Locke (1632-1704) y, sobre todo, Th. Sydenham (1624-1689).

El empirismo también llegó a España y se puede enmarcar desde principios hasta finales del siglo XVIII. Comenzó en la Regia Sociedad de Sevilla con...

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