La Unión Europea y la Región Mediterránea, ¿un dilema futuro?

AutorMatteo Bonazzi y Sergio Gómez y Paloma
CargoIPTS

Asunto: En la política actual, existe una fuerte tendencia a establecer instituciones supranacionales, como el Área de Libre Comercio Euro-Mediterránea, prevista para el año 2010. Al mismo tiempo, hay pruebas que sugieren que las disparidades que afectan al espacio Euro-Mediterráneo -y las correspondientes diferencias en los sistemas tecno-económicos- pueden comprometer la ejecución de estos procesos y ampliar las diferencias existentes.

Relevancia: Estas perspectivas implican que los actuales perfiles socioeconómicos (incluidos los gradientes demográficos y migratorios) de las entidades que participan en el proceso -los Estados miembros de la UE y los Países Mediterráneos meridionales y orientales- se verán radicalmente afectados. En este contexto, la tecnología, con sus posibilidades para reducir las disparidades económicas, puede desempeñar un papel central en las futuras políticas en el área Euro-Mediterránea.

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Mundialización frente a colaboración Euro-Mediterránea

Las pruebas estadísticas sugieren que: (i) durante las tres últimas décadas, la mundialización ha dado resultados contradictorios para los países "menos desarrollados", que tratan de alcanzar a los más avanzados: algunos, particularmente en Asia, han crecido mientras a otros, como los africanos, no les ha ido tan bien; (ii) el cambio tecnológico ha acelerado progresivamente la sustitución de mano de obra por capital.

Los principales actores en el proceso de mundialización son las empresas multinacionales (Trans National Corporations, TNC), que han sido muy poderosas en las últimas décadas1, y han contribuido significativamente al espectacular incremento de los flujos comerciales internacionales, así como a las inversiones extranjeras directas a escala mundial.

No obstante, las cifras económicas y financieras revelan que las economías industrializadas y post-industrializadas han aumentado sus interacciones económicas mutuas -mundialización trilateral, esto es, entre la UE, Estados Unidos y Japón (Amoroso, 1996; Gómez y Paloma, 1993)- invirtiendo el antiguo modelo según el cual los países menos industrializados atraían inversiones de los países industrializados, debido a su mano de obra barata y abundante y a sus materias primas. La marginación resultante consiste en la exclusión progresiva de las economías menos industrializadas de ciertas fases muy rentables de la actividad económica.

En el caso del espacio Euro-Mediterráneo, estos desarrollos se han traducido en crecimiento acompañado por una creación de empleo sólo moderada en la UE, a finales de los 80 (UNDP, 1993), y en desempleo sin crecimiento en la mayoría de los países mediterráneos meridionales y orientales (Southern and Eastern Mediterranean Countries, SEMC). Así, el crecimiento del PIB per cápita disminuyó en Egipto desde el 2,8% -media anual de 1960 a 1970- hasta el -0,8% -media anual de 1990 a 19942- la misma tendencia descendente afecta a la mayoría de los grandes SEMC, como Argelia, Túnez, Marruecos y Turquía (Bensidun y Chevalier, 1996, pág. 53). Al mismo tiempo, el desempleo ha aumentado rápidamente en todos los SEMC desde los años 80, alcanzando un 20% aproximadamente en 1993-1995 (Bensidun y Chevalier, 1993, pág. 20).

Al mismo tiempo, a nivel institucional, la agenda política internacional se ve inundada por la proliferación de instituciones supranacionales que abarcan mesoregiones: la Comunidad de Estados Independientes, la Unión del Maghreb Arabe, la NAFTA, Mercosur, etc. En línea con este proceso, la política de la UE está ejecutando acciones destinadas a establecer el Área de Libre Comercio Euro-Mediterránea, para el año 2010. Todas estas instituciones -que están siendo creadas y gerenciadas por organismos públicos nacionales e internacionales-, en la medida en que son formas de proteccionismo mutuo entre grupos de países, se han creado con el propósito, más o menos explícito, de promover un ciclo económico "puro" en el polo económico más débil, minimizando a fortiori los efectos negativos de la mundialización trilateral.

En este contexto, resulta esencial explorar las orientaciones recientes que conforman la política mediterránea de la UE y que han sido delineadas en la Conferencia del Consejo de la Unión celebrada en Cannes (Conseil du 8 mars, 26-27 junio 1995) y resumidas en la Conferencia de Barcelona y su subsiguiente Declaración (Conferencia de Barcelona, 27-28 noviembre 1995). El desafío que se perfila en estos documentos consiste en definir un marco multilateral dedicado a crear un "espacio común de prosperidad compartida", paz y seguridad, que constituye el prerrequisito para un diálogo político, socioeconómico, humano y cultural más amplio (Alocución de Manuel Marín, Conferencia Euro-Mediterránea, 1995) entre la UE y los doce SEMC -de Turquía a Marruecos, excepto Libia- cuyo objetivo será promover el crecimiento sostenible y la estabilidad en toda la cuenca mediterránea. Este espacio de cooperación se ha denominado Consorcio Euro-Mediterráneo y se basa en tres pilares fundamentales: (i) diálogo sobre política y seguridad; (ii) cooperación económica y financiera; (iii) intercambio humano y cultural (Declaración de Barcelona, págs. 9, 10, 11).

A pesar del amplio espectro de temas que se abordan en el Consorcio, las acciones que más afectarán a la futura dinámica socioeconómica y política en el contexto Euro-Mediterráneo serán: (i) la progresiva liberalización de los movimientos de capitales, bienes y servicios, esto es, el Área de Libre Comercio Euro-Mediterránea, prevista para el año 2010 (Declaración de Barcelona, págs. 9, 11, 13); (ii) la mayor movilidad de ciertos tipos de mano de obra, por ejemplo, jóvenes, funcionarios, estudiantes, profesores, empresarios, hombres de negocios y deportistas, en toda la cuenca (ibid., Programme de Travail, págs. 16, 19, 20).

Como consecuencia, la ejecución de estas acciones suscitará nuevos interrogantes en cuanto a sus repercusiones sobre las economías y las sociedades locales. Una panorámica de los principales perfiles socioeconómicos del espacio Euro-Mediterráneo puede ayudar a delinear el amplio contexto de esta región.

Las diferencias en el área Euro-Mediterránea: perfil socioeconómico

El contexto Euro-Mediterráneo se caracteriza por disparidades relativamente grandes en los aspectos económico, social y demográfico. El nivel económico es lo que separa más claramente a la UE de los SEMC.

Aunque la población de la UE y la de los SEMC son del mismo orden de magnitud, la relación del Producto Interior Bruto (PIB) per cápita, en estos dos grupos de países es de 20 a 1. Como medio para expresar el potencial de un sistema económico, el PIB tiene ciertas limitaciones: (i) incluye sólo los bienes y servicios intercambiados que aparecen en las cuentas oficiales, y no incluye la economía informal, es decir, los bienes y servicios que se intercambian fuera de la economía oficial, así como los producidos para el autoconsumo3; (ii) el PIB per cápita no proporciona información sobre la distribución de la renta, con lo que las estadísticas pueden ser engañosas; (iii) la comparación directa del PIB per cápita de diferentes países da una impresión inexacta de sus niveles de vida relativos, ya que no tiene en cuenta las respectivas capacidades de compra.

Este obstáculo se puede superar ajustando el PIB per cápita, sobre la base del coste de la vida en cada uno de los diferentes países, refiriéndolo al equivalente de Estados Unidos, es decir, un PIB per cápita comparado con la capacidad de compra. Aunque ello reduce la disparidad entre la UE y los SEMC, la distancia media continúa siendo muy grande, con una relación de 4 a 1.4

Ya que uno de los principales pilares del Consorcio Euro-Mediterráneo es el establecimiento del Área de Libre Comercio, se ha examinado la balanza comercial Euro-Mediterránea, para verificar, en términos comerciales, el nivel de las diferencias económicas entre la UE y los SEMC (figs. 1 y 2)

Figura 1. Balanza Comercial de la UE normalizada al PIB (1992)

(Gráfico Omitido)

Figura 2. Balanza Comercial de los SEMC normalizada al PIB (1992)

(Gráfico Omitido)

La balanza comercial -suma de exportaciones e importaciones- se ha normalizado al PIB, para tener en cuenta el diferente peso económico de los dos grupos de países. Ello hace posible deducir una serie de puntos: (i) la UE tiene una balanza comercial relativamente nivelada, es decir, las importaciones se compensan bien con las exportaciones a otros grupos de países, entre los cuales los SEMC constituyen el grupo principal; por otra parte, la balanza comercial de los SEMC es totalmente negativa; (ii) pese a que, tanto en la UE como en los SEMC, el comercio tiene una fuerte dependencia (alrededor del 40%) de los respectivos principales socios comerciales. Dicha dependencia de los SEMC respecto de su principal socio comercial, es decir la UE, es cinco veces mayor que la cifra correspondiente para la Unión Europea en el comercio con su principal socio comercial, Japón.

La estructura sectorial del comercio Euro-Mediterráneo merece también un análisis (fig. 3.1). La balanza comercial global entre la UE y los SEMC se caracteriza por importaciones netas de energía frente a exportaciones netas de productos manufacturados; otros sectores, como el agro-alimentario y el minero, son menos significativos. Argelia y Egipto exportan sobre todo energía a la UE, mientras que Turquía, Marruecos y Túnez exportan principalmente productos manufacturados (fig. 3.2), apareciendo un proceso de especialización del sector textil/vestidos, cuyas señaladas ventajas comparativas están originando una concentración geográfica y sectorial -Túnez, Marruecos y, en menor grado, Turquía, están a la cabeza de este fenómeno, entre los países ajenos a la Trilateral.

Figura 3.1. El comercio Euro-Mediterráneo en 1992

(Gráfico Omitido)

Figura 3.2. Composición sectorial de las principales exportaciones de los SEMC a la UE (1992)

(Gráfico Omitido)

La composición sectorial de las exportaciones de los SEMC ha cambiado en las últimas dos décadas. En 1970, los SEMC exportaban esencialmente productos agro-alimentarios (41%) y energía (40%); la primera crisis del petróleo elevó la cuota de la energía en las exportaciones, mientras que la subsiguiente caída en los precios del crudo ha devuelto dicha cuota a sus niveles anteriores (39%). Por otra parte, los productos manufacturados han ido arrebatando cuota a los productos agro-alimentarios y, en la actualidad, representan la mitad de las exportaciones de los SEMC (fig. 4) (Bonazzi, 1997, pág. 36).

Figura 4. Exportaciones de los SEMC a la UE

(Gráfico Omitido)

De hecho, el sector agro-alimentario ha ido perdiendo importancia en el comercio Euro-Mediterráneo, al tiempo que ha aumentado la dependencia de alimentos en la mayoría de los SEMC. Durante los últimos 20 años, sólo Turquía y Marruecos han podido mantener una balanza comercial positiva en productos alimenticios, mientras que los demás SEMC se han hecho fuertemente dependientes de las importaciones de alimentos. Esta dependencia se ha cuantificado normalizando la balanza comercial agro-alimentaria de los SEMC respecto al comercio agro-alimentario correspondiente5: Egipto, Argelia y Siria han pasado de valores marcadamente positivos a valores fuertemente negativos de este indicador.

Esta evolución ha venido determinada por la confluencia de diversos factores, como el crecimiento demográfico, los diferentes niveles tecnológicos, la competencia de los principales productores mundiales (incluida la UE), la falta de políticas nacionales orientadas a la agricultura y un escaso progreso tecnológico así como limitadas transferencias de tecnología.

El déficit agro-alimentario de los SEMC depende más del resto del mundo que de la UE. No obstante, la UE es un mercado muy importante para ciertos productos agro-alimentarios de alto valor añadido, procedentes de Marruecos, Israel y Túnez, especialmente cítricos. Los SEMC han preparado estos productos para satisfacer la demanda del mercado de la UE, pero tienen que hacer frente a todos los instrumentos de protección, diseñados para garantizar la preferencia de los productos comunitarios. De hecho, en el caso de las frutas y verduras, los productos de los SEMC compiten con los de los países meridionales de la UE, Grecia, Portugal y España, especialmente después de las recientes mejoras en el acceso de algunos de ellos hacia los mercados de la UE.

Es muy importante subrayar que el sector agro-alimentario -pese a su importancia decreciente frente a otras industrias, en términos comerciales- desempeña todavía un papel socioeconómico muy importante en los SEMC, es muy intensivo en mano de obra y supone un gran número de puestos de trabajo, la mayoría de los cuales se concentra en la producción agrícola. De hecho, la población agrícola en los SEMC supone el 40% de la población activa total -25 millones de empleos en 1991-, cifra mucho más elevada que la de la UE, que alcanza sólo el 6%. Además, la agricultura en los SEMC constituye una parte importante del PIB (alrededor del 9%), excluyendo la economía agrícola informal que, en algunas regiones, supone una cuota adicional estimada en la mitad de la producción agrícola total.

También hay que destacar que, entre los SEMC, Turquía y Egipto son los dos gigantes respecto a puestos de trabajo en agricultura: entre los dos, suponen aproximadamente el doble de la población activa agrícola de la UE, con unos 18 millones de trabajadores agrícolas en 1991 (Bonazzi, 1997, pág. 47). Más aún, se espera que estos dos países sean los dos gigantes demográficos del Mediterráneo, con unos 180 millones de habitantes en el año 2025 (Comisión Europea, 1994). Esto debe constituir una llamada de atención para la agenda política Euro-Mediterránea, en cuanto a las dimensiones de los problemas sociales que implican las actividades agrícolas en los SEMC.

Perspectivas

Se supone que la apertura del Área de Libre Comercio Euro-Mediterránea liberalizará el comercio entre la UE y la mayoría de los SEMC, que se caracterizan porque existe una gran distancia en términos de productividad laboral, especialmente en el sector agrario, donde la relación es de 1 a 10 (Bonazzi, 1997, pág. 46).

Ello suscita importantes cuestiones sobre las perspectivas del espacio Euro-Mediterráneo, en cuanto a dinámica socioeconómica y demográfica. La experiencia de la creación del área de libre comercio NAFTA es ilustrativa. La eliminación de las tarifas agrícolas, derivada de estos acuerdos, ha impulsado las importaciones de alimentos baratos, procedentes de Estados Unidos: ello ha beneficiado sólo a las clases altas de México -menos del 10% de la población- pero ha supuesto un futuro incierto para millones de pequeños agricultores, que no pueden competir con los productores extranjeros ni pueden costear los alimentos importados. Según la Unión Nacional de Organizaciones Regionales de Campesinos Autónomos -una federación de campesinos mejicanos- hasta el 80% de los productores rurales de México se ven afectados por este problema (Renner, 1997).

A través de un proceso similar, se ha producido una caída en el precio internacional de los cereales, mediante subsidios generosos en los países desarrollados -lo que es comparable a la yuxtaposición de dos sistemas de producción con una gran diferencia en la productividad laboral- y ello ha provocado la sustitución de cereales por frutas y verduras para la exportación en muchos países de América Latina. El resultado ha sido la incapacidad de muchos países para satisfacer su demanda interna de cereales básicos, mientras que ha crecido rápidamente la producción de productos de alto valor añadido. Ello ha tenido también consecuencias medioambientales: estos productos hacen un uso poco eficaz de los recursos naturales, en particular del suelo y del agua. Así, la distorsión causada por las imposiciones del mercado internacional ha tenido graves consecuencias para los stocks de recursos naturales (Syers et al., 1996, pág. 488). Finalmente, en ambos casos las consecuencias sociales han sido similares: los beneficios de la liberalización dependen de las posibilidades de los trabajadores desplazados para encontrar empleo en otros sectores y, lo que es más importante, de los mecanismos de redistribución que se establezcan.

Al igual que en los ejemplos mencionados en América Latina, las economías de los SEMC pueden verse gravemente afectadas por la implantación del Área de Libre Comercio, en todos los sectores donde persista la actual gran distancia en productividad laboral frente a la Unión Europea (esto es, en los sistemas de producción agrícola tradicionales e intensivos en mano de obra (Renner, 1997)). De hecho, las acciones previstas en el Área de Libre Comercio Euro-Mediterránea pueden exacerbar la falta de competitividad de los sistemas de producción agrícola tradicionales, intensivos en mano de obra, en los SEMC y, en consecuencia, hacerlos aún más frágiles. Ello agravaría el fenómeno, ya en marcha, de la despoblación rural en muchos SEMC, entre los cuales Turquía y Egipto serán, probablemente, los más afectados, en términos de pérdida de puestos de trabajo en agricultura, debido a su menor productividad laboral agrícola.

De un modo más general, la baja productividad laboral en la agricultura de los SEMC se debe a factores tanto medioambientales como socioeconómicos: (i) se cultiva una parte muy pequeña de la tierra, debido a las condiciones climáticas y del suelo, relativamente difíciles en comparación con las que existen en Europa y, además, la superficie de regadío es pequeña para las necesidades de las cosechas -lo que depende de nuevo de la sequedad del clima; (ii) las pequeñas propiedades fragmentarias, por una parte, y las fincas superconcentradas, por otra, hacen que tanto las explotaciones como las empresas disten de su tamaño óptimo para ser eficaces (juzgando en términos de una combinación de input que haga máxima la productividad de un proceso económico dado).

Se prevé que esta dinámica se verá reforzada por el crecimiento de la población activa total en los SEMC, donde al menos 75 millones de personas entrarán en el mercado de trabajo para el año 2025 (fig. 5), fecha en la que habrá por lo menos 20 millones de trabajadores emigrantes legales en torno al Mediterráneo.

Figura 5. Aumento de la población activa en los SEMC

(Gráfico Omitido)

Desde este punto de vista, está claro que la tecnología -esto es, la pauta según la cual las sociedades humanas organizan los sistemas de producción, utilizando el capital, la mano de obra, los recursos naturales y las técnicas físicas- puede desempeñar un papel esencial para igualar los niveles de la productividad laboral agrícola en la UE y en los SEMC, es decir, mediante el uso de tecnologías apropiadas. Según esto, serían muy deseables las transferencias de tecnología en la región mediterránea, como instrumento de apoyo en un proceso global de reestructuración de la Política Agrícola Común (que, en cualquier caso, no es permanente ni inmutable), contribuyendo así a incluirla en el contexto más amplio de una política agrícola Euro-Mediterránea.

Por otra parte, la apertura del Área de Libre Comercio en el espacio Euro-Mediterráneo puede fortalecer aún más las exportaciones de los SEMC hacia la UE, en ciertos sectores industriales, algunos de los cuales han estado aumentando su competitividad durante los últimos veinte años, gracias a que las diferencias de productividad entre muchas industrias de los SEMC y de la UE son algo más pequeñas, como es el caso de la industria textil en Túnez, Turquía y Marruecos.

A este respecto, serían deseables estrategias políticas encaminadas a promover: (i) actividades agrícolas intensivas en mano de obra -que puedan atenuar la dependencia en alimentos y frenar las despoblación rural- y (ii) determinadas industrias manufactureras -que puedan ser competitivas en la situación de mercado libre prevista por el Área de Libre Comercio Euro-Mediterránea.

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Palabras clave

Mundialización, Área de Libre Comercio Euro-Mediterránea, sistemas de producción, tecnología, políticas de la UE

Referencias

Amoroso, B., 1996. Della globalizzazione. Edizioni La Meridiana, Molfetta, Bari.

Bensidun, I., Chevalier, A., 1996. Europe-Mediterranée: le pari de l'ouverture. Economica, París.

Bonazzi, M., 1997. The Agro-food sector and Sustainable Development: Prospects for the Mediterranean. PhD, Working Papers Series- IPTS, Sevilla (en preparación).

Chevallier, A., 1995. Les échanges commerciaux Euro-Méditerranéens. En: Euro-Méditerranée-Une region à construire. PUBLISUD, París.

Comisión Europea, 1994. Europe 2000+. Bruselas

EUROSTAT. Estadísticas Básicas de la Comunidad. Bruselas, 1991.

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FAO. The State of Food and Agriculture. Roma, 1990.

Gómez y Paloma, S., 1993. Mediterranean and Baltic. Essays on Contemporary Agricultural Systems. Roskilde. Cap. 1: "Triadic Globalization and Regional Scenarios. The Baltic and Mediterranean Regions" (en colaboración con B. Amoroso). Publicado de nuevo en AI&Society. Special Issue on Cohesion, 1994, 8, 186-196. Londres.

Gómez y Paloma, S., 1995. "Sistemi produttivi e impiego nel Maghreb", Terzo rapporto sul Mediterraneo. CNEL (Consiglio Nazionale Economia e Lavoro). Roma

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Bonazzi, M. The Euro-Mediterranean Area: Macroeconomic Overview. Seminario de Sevilla, IPTS. Sevilla, 1996.

Communication de la Commission au Conseil du 8 mars 1995. COM(95)72, final. Bruselas.

Syers, K. et al. "Sustainable Land Management for the Semiarid and Subhumid Tropics", en Ambio, Royal Swedish Academy of Sciences, diciembre 1996, pág. 488.

Renner, "Chiapas: an Uprising Born of Despair", en World Watch, enero-febrero 1997.

La Conferencia de Barcelona y los Acuerdos de Asociación Euro-Mediterráneos. MEMO/95/156.

Notas

  1. Actualmente, en muchos casos, el tamaño económico de una empresa multinacional es mayor que el de un país. Por ejemplo, a principios de los 90, la cifra de ventas de la General Motors era aproximadamente el doble del PIB de Argelia, una de las mayores economías de los SEMC: la cifra de ventas de GM fue de 96.640 millones de ECU en 1990 (Panorama of the EC industry 1993, Eurostat, Luxemburgo); el PIB de Argelia fue de 48.700 millones de dólares en 1992 (Atlaseco, París, 1994). Esta relación cuantitativa puede legitimar la cuestión de un desequilibrio estructural existente hoy día entre la economía privada y los organismos públicos nacionales.

  2. Hay que recordar que 1990-1994 fue un período de recesión.

  3. Esta parte supone, en algunas regiones, hasta el 30% del PIB.

  4. Israel, Chipre y Malta muestran una cifra muy próxima a la de los países meridionales de la UE, España, Portugal y Grecia.

  5. BC = [(Exp-Imp)/(Exp+Imp)]*100.

Contactos

Matteo Bonazzi, IPTS, correo electrónico: matteo.bonazzi@jrc.es

Sergio Gomez y Paloma, IPTS, correo electrónico: gomezypaloma@jrc.es

Sobre los autores

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Sergio Gómez y Paloma es doctor en Economía y Política Agrarias por la Universidad de Bolonia, master en Economía (París), master en Empresas Agrarias (Milán) y titulado en Ciencias Agrícolas (Nápoles). Actualmente es Colaborador Científico del IPTS y anteriormente ha sido profesor en la Universidad de Roskilde (Dinamarca), donde fue director del F.Caffè Center y director de estudios del master europeo sobre Sociedad, Ciencia y Tecnología. También ha enseñado en las universidades de Bari y de Cosenza (Italia). Sus temas de investigación son las ciencias económicas y sociales en un contexto mesoregional.

Matteo Bonazzi se graduó cum laude y con mención honorífica en Ciencias Naturales y ganó el premio nacional al "Mejor Alumno". Posee un master europeo en Ingeniería Medioambiental, con especialización en Estrategias Medioambientales. Actualmente prepara su tesis doctoral en Estrategia Medioambiental y tiene experiencia investigadora en Europa, Oriente Medio, América del Norte y del Sur y África. Trabaja como investigador en el IPTS sobre desarrollo sostenible en la región mediterránea.

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