Traslación del conocimiento científicotécnico europeo y emergencia de la libertad e igualdad de los 'manchados' en la medicina ilustrada peruana

AutorJosé María Rodríguez Merino
Páginas57-82

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2.1. El modelo mecánico y el conocimiento de la vida orgánica

Hasta mediados del siglo XVIII el concepto de naturaleza médica en el Perú virreinal se sustentaba en el galenismo. Este sistema médico había perdido su propia aplicación con el paso del tiempo, porque se basaba más en la formalización lógica que en la experimentación hipocrática. Los vacíos conceptos del esencialismo aristotélico-escolástico, tales como facultad, humor, virtud, etc., no se sostenían por sí mismos, y eran fa-laces. En el Perú ilustrado se repitieron los mismos procesos históricos respecto a la evolución del concepto de naturaleza en las ciencias de la vida que se habían dado en Europa décadas atrás.

Es obvio recordar que Galileo concibió la naturaleza como escrita en lenguaje matemático y, en este momento histórico, comenzó a gestarse la gran revolución científico-técnica de la era moderna. En el siglo XVII la comunidad de científicos, artesanos, burgueses y nobles emprendió la andadura de conocer la naturaleza y dominarla para ponerla al servicio de la sociedad. Los pasos más notables desde el punto de vista histórico se localizan en el

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Renacimiento italiano, del que fue emergiendo una comunidad de artesanos muy emprendedores en la banca, comercio, indus-tria, armamento, marina, sistemas de riego, lentes telescópicas y microscópicas, con el fin de realizar una imitación perfecta de los movimientos de la naturaleza, pero sin llegar a intervenir, interrumpir o modificar sus procesos de evolución y desarrollo.

Las formas de imitación de la naturaleza biológica, llevadas a cabo por científicos y artesanos, se concretaron en la concepción del animal máquina, imaginado por Descartes en el Tratado del Hombre (1632), y llevado hasta sus últimas consecuencias en El Hombre máquina (1662) de La Mettrie. En esta concepción cartesiana de la naturaleza, tanto los movimientos físicos del universo, como los fisiológicos de los organismos, no podían ser representados más que del mismo modo que los de un reloj; es decir, como un sistema mecánico que funciona por medio de poleas, ruedas y palancas, lo que llevó a los cartesianos a concebir la naturaleza animal como si fuera una máquina. De este concepto de naturaleza biológica nació el modelo mecanicista, sistema que se extendió por Europa1, incluida España2, y, como se intenta demostrar, años más tarde, por Iberoamérica, cuyo ejemplo particular es el Perú ilustrado.

Los ecos de la Ilustración europea se dejaron sentir al otro lado del Atlántico debido a una mayor apertura cultural en el Perú virreinal concretada en el Convictorio carolino3. Este centro, fundado en 1769, se convirtió pronto en uno de los focos divulgadores del progreso científico del nuevo mundo, porque abría sus puertas al estudio de Descartes, Galileo, Newton y a la aplicación de sistemas biomédicos como los de Borelli, Baglivi, Martínez, Piquer y Boerhaave, entre otros. Ello da una idea, no sólo del retraso, sino de la certeza con que llegaron los ya viejos modelos científicos al nuevo mundo.

La concepción de la naturaleza orgánica como una idea mecánica fue divulgada por el médico Cosme Bueno (1711-1798),

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nacido en Belber (Aragón-España), que llegó a Perú hacia 1730. En su juventud fue un incansable lector de Hipócrates y Baglivi acabando por seguir en su madurez a H. Boerhaave (1668-1738), al que estudió y comprendió a través del médico-botánico y expedicionario francés J. Jussieu (1704-1779). Este noble y geobiólogo francés, que permaneció en Lima durante quince años (1775-1790), tuvo a C. Bueno como principal seguidor de sus divulgaciones sobre Boerhaave y Newton.

El médico de Belber enseñó Anatomía desde la cátedra de Galeno en la Universidad de San Marcos, disciplina en la que siguió al insigne médico español Martín Martínez en Anatomía Completa del Hombre (1728), obra de bien marcado carácter mecanicista y escéptico4. Su tendencia biomecanicista fue bien patente años más tarde en El conocimiento de los tiempos– Ephemérides del año 1758, artículo en el que planteó los efectos de la presión del aire en la máquina humana.

La teoría biomecanicista fue defendida y divulgada también por el médico de Canta (Perú), Gabriel Moreno (1735-1809), discípulo, biógrafo y sucesor de la Cátedra de Matemáticas de su Maestro Cosme Bueno. Como su profesor, fue pasando por los varios estadios del sistema biomecanicista -Borelli, Baglivi, Boerhaave- bajo el denominador común de la aplicación de la matemática y las leyes de la física mecánica, a fin de explicar el movimiento del organismo humano. En su obra Prelusión (1796) explica que:

“Este ensayo muestra el estado floreciente de la Anatomía, hace ver su unión con las Matemáticas y anuncia a nuestra capital los progresos que hicieron Zinn en el cerebro, Meckel en los nervios, Albino en los músculos...” 5 .

Esto demuestra la preocupación de los médicos ilustrados limeños por ponerse al día en la ciencia y técnica médicas;

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preocupación que se vio corroborada con la publicación del Almanaque peruano y Guía de forasteros para el año de 1809, en el que Moreno reconoció a Bueno como el gran introductor en San Marcos de la nueva ciencia médica y

“cuanto conduce a la perfección de ella el estudio de sus subalternas y auxiliares. La Física, Matemáticas, Química. Anatomía y Botánica...” 6 .

Otro divulgador del sistema mecanicista fue el médico limeño Miguel Tafur (1766-1833), aunque dejó entrever en un escrito alguna contradicción respecto al tema. Pues, mientras reconocía el progreso que comportaba el modelo mecanicista, a la vez se aferraba con cierta fidelidad al galenismo. Esto se puede observar en su principal obra Colectio opusculorum (1789-1811) en la que, por una parte, sigue a Galeno y, por otra, está influido por la Anatomía (1728) de Martín Martínez. Tafur, a pesar de su eclecticismo, se inclinó por el mecanicismo como doctrina más racional y útil. Para ello, no dudó en preparar un curso de física cartesiana en la que, no sólo veía la casi infinita extensión de la materia, sino que observaba el movimiento de los cuerpos graves, el peso de los líquidos, la elasticidad del aire, la fluidez del fuego y concluyó que el físico y el médico son y tienen el mismo objeto7.

2.2. Bioclima: preocupación de los científicos y médicos por la influencia del clima en la salud de los ciudadanos
2.2.1. Modernidad y avances en el conocimiento del clima para la mejora de salud de la población

En Perú la aplicación del método empírico-matemático para interpretar los fenómenos geoclimáticos se puede datar

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desde la publicación del Conocimiento de los tiempos en 1680 por el P. Koening; publicación que continuó el P. Rer en 1750, en la que introdujo

“importantes reformas con noticias de interés general sobre astronomía, geografía y náutica, y fue el primero que deter-minó la latitud de Lima por medio de observaciones propias que difieren muy poco de las que se han verificado después con instrumentos notablemente superiores a los que él poseyó” 8 .

Por su parte, el astrónomo limeño Pedro de Peralta (1663-1743) publicó, en El conocimiento de los tiempos-Ephemerides del año 1739, que había calculado los movimientos de la luna y ciertos sistemas planetarios por las Efemérides de E. Manfredi y de A. Ghien, cálculos que, a su vez, basaba en las tablas de Cassini. Peralta pretendía con sus Efemérides confeccionar un Juicio del año a causa de las enfermedades que habían aparecido con el cambio de las estaciones durante el año y dar algunos consejos sobre agricultura.

Hay que destacar que, a los Almanaques Peruanos, que se habían publicado desde 1680 bajo el título El conocimiento de los tiempos9, les fueron agregados, en 1779, las Guías de Forasteros, que guardaban una relación científico-astronómico-bioclimática con la publicación de Conaissance du temps que, por esas fechas (hacia 1680), había comenzado a editar también la Academia de Ciencias de París. Las Guías de Forasteros eran unos calendarios adjuntos que editaba el virreinato al ejemplo de los que editaba la Corte de Madrid.

Los Almanaques Peruanos y Guía de Forasteros permitían conocer a los astrónomos, geólogos y médicos, los progresos que sobre el estudio del clima se realizaban en Europa10, a la vez que divulgaban y contrastaban sus investigaciones sobre el clima peruano y su influencia en los organismos en cuanto

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a temperatura ambiente, grado de humedad, presiones atmosféricas, etc., que, respectivamente, son analizadas en ellos. Uno de los objetivos de la publicación de los Almanaques era el superar la astrología, la cabalística y reemplazar el método intuitivo de estudiar la influencia de los factores astrofísicos en la salud o enfermedades de los seres humanos, estudio que se debía hacer basado en los modelos de observación y de cálculo matemático. Con el empleo de métodos y observaciones más científicas por parte de los astrofísicos para analizar el componente geofísico del tiempo atmosférico, los médicos peruanos trataron de utilizar estos valiosos datos para predecir y prevenir las enfermedades ante el cambio del clima.

Pero el combate contra la astrología a-científica no fue fácil, aunque tuvo en P. Peralta su máximo representante cuando, ya en el Conocimiento de los tiempos de 173911, puso de manifiesto las contradicciones de ciertos astrólogos. Ya que, por una parte, negaban la influencia de los astros en las enfermedades y, por otra, los mismos astrólogos culpaban a dicha...

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