Trabajar en la modernidad industrial

AutorJosep M. Blanch Ribas
Cargo del AutorCatedrático Psicología Social Aplicada en la UAB. Dr Psicología y diplomado en Cs. Sociales

Las ciencias del trabajo y las relaciones laborales remiten a una actividad fundamentalmente económica, que conlleva una determinada forma de interactuar con las cosas, con las personas y con la sociedad. Hablamos de esta experiencia como de algo tan natural, concreto, normal y corriente, que no dudamos en ningún momento de que nuestros interlocutores tienen ideas tan precisas y claras como las nuestras acerca de lo que estamos tratando. Lo mismo suele ocurrirnos cuando conversamos sobre el amor, la felicidad, el dolor, la vida o la muerte. Sin embargo, si a alguien se le ocurre pedirnos que le contemos en pocas palabras en qué consiste la actividad laboral, podemos encontrarnos en el mismo aprieto que Agustín de Hipona a propósito del tiempo:

· ¿Qué es el tiempo- " Sé bien lo que es, si no se me pregunta. Pero cuando quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé" .

Agustín de Hipona (387). Confesiones (pág. 327). Madrid: Alianza. 1990.

Y si en lugar de esto nos preguntan por qué y para qué " actualmente y en casi todo el mundo" tantas personas nos creemos con el derecho a trabajar y con el deber de hacerlo, la dificultad de dar con una respuesta razonada y razonable nos pondrá, acaso, aún más en evidencia.

En este capítulo vamos a estudiar sistemáticamente algunos fenómenos, procesos y representaciones que constituyen la materia prima de la experiencia social del trabajo y de las mismas relaciones laborales.

En primer lugar, enfocaremos el trabajo como fenómeno socioeconómico e histórico-cultural. Sintetizaremos su concepto en clave contemporánea y señalaremos las modalidades más significativas de este tipo de actividad humana, analizando sus condiciones y significados, sus dimensiones básicas, sus principales divisiones y la evolución de sus formas tradicionales de organización.

Posteriormente, centraremos la atención en uno de los rasgos más sobresalientes de la llamada civilización del trabajo: la institución de la actividad laboral como eje no sólo de la economía, sino también de la vida social, política, cultural, urbana, moral, jurídica e, incluso, psicológica. Trataremos esquemáticamente de la relación del trabajo con la calidad de vida y, más concretamente, de la asociación entre empleo y bienestar, por una parte, y entre desempleo y malestar, por otra. Para ello, resumiremos la evidencia empírica acumulada por la investigación científicosocial sobre determinados efectos económicos, sociopolíticos y psicosociales de la experiencia laboral, de las variables que los modulan y de los marcos teóricos que los hacen comprensibles. Entre estos últimos, destacaremos los tres siguientes:

1) El construccionismo, que nos facilita la comprensión del proceso a través del cual nuestra civilización ha llegado a observar, percibir, consensuar y constituir el desempleo como la caja de Pandora, de la que emanan todos los males sociales, y el empleo como la gran panacea, madre de todas las soluciones sociales.

2) El funcionalismo, que nos aporta ciertas claves para la lectura de los datos empíricos sobre los efectos latentes de la experiencia laboral

3) El ecologismo, que nos descubre, en las condiciones físicas, técnicas y, sobre todo, sociales, contractuales, salariales y organizacionales del entorno de trabajo, la fuente principal de los más diversos efectos que, a su vez, influyen en la calidad de vida laboral, en la eficacia y eficiencia de las organizaciones y, como no, en las mismas relaciones laborales.

Los objetivos generales de este capítulo son los siguientes:

· Familiarizar con el estudio interdisciplinar y multiparadigmático del mundo del trabajo y de las experiencias y relaciones que implica.

· Explorar la dimensión latente de la experiencia laboral, a menudo eclipsada por sus manifestaciones tecnoeconómicas.

· Profundizar en el carácter sociohistórico y cultural de fenómenos y procesos laborales que, a menudo, aparecen ante el sentido común como realidades naturales.

Los objetivos específicos consisten en facilitar la realización de las siguientes operaciones:

· Utilizar adecuadamente el vocabulario básico desarrollado en el texto y resumido en el glosario.

· Estructurar los componentes principales del concepto de trabajo.

· Distinguir el empleo de otras formas de trabajo.

· Desarrollar un esquema taxonómico de los principales ámbitos e indicadores de las condiciones de trabajo.

· Visualizar las grandes líneas de la evolución cultural del significado de la actividad laboral.

· Identificar las dimensiones y divisiones básicas del trabajo.

· Conocer diversos modos de organización del trabajo.

· Valorar las complejas interacciones de variables organizacionales y psicosociales en la dinámica laboral.

· Extraer implicaciones teóricas y prácticas de la adopción del trabajo como centro de la vida personal, social y cultural.

· Determinar, desde una óptica inter y multidisciplinar, funciones y disfunciones respectivas del empleo y del desempleo.

· Describir y aplicar unos marcos de referencia teóricos relevantes para la comprensión de los efectos sociopolíticos y psicosociales de la situación sociolaboral: el paradigma construccionista y los modelos funcionalistas de la anomia y de la deprivación; así como los ecológicos de los recursos vitamínicos psicosociales, del estrés laboral y del burnout.

1. Concepciones del trabajo

A lo largo de la historia y a lo ancho de las culturas, el trabajo figura como un referente clave en la vida de las personas y de los pueblos. Hesíodo, por ejemplo, describe la vida de su tiempo y lugar en Los trabajos y los días; dos milenios antes de que Cervantes hiciera lo propio con Los trabajos de Persiles y Segismunda. A las puertas de la Edad Media, San Benito organiza las reglas de la vida monástica en torno al binomio ora et labora, mucho antes de que, en plena modernidad industrial, Freud propusiera, como paliativo del malestar humano, una equilibrada combinación de " amar y trabajar" . En el esplendor del Imperio Romano, San Pablo, decreta que " quien no quiera trabajar, que no coma" , casi dos milenios antes de que, en la cresta de la ola del siglo XX, un rockero mediterráneo cantara aquello de " quien no trabaja, no hace el amor" ; en una época en que más de un analfabeto anónimo ha legado a la posteridad aquello de " mi padre trabaja; mi madre no" , en que el nazismo ha insultado a la humanidad al rotular, en el pórtico de acceso al campo de exterminio de Auschwitz, lo de que " el trabajo libera" y en que un soldado aliado, después de soltar unas bombasracimo sobre personas civiles iraquíes a las que va a " liberar" , declara a un periodista que " we're just doing our job" .

Mientras tanto, seguimos hablando, con Durkheim (1893), de " división del trabajo" ; con Weber (1905), de " ética del trabajo" ; con Marx (1844), de la miseria de un trabajo alienado y de la utopía de un trabajo humanizador y con su yerno Lafargue (1880) de la esclavitud que conlleva el " amor al trabajo" , pasión que, según Franklin (1729), conduce hacia la virtud y la fortuna; con Battaglia (1980), de " alergia al trabajo" y, sin embargo, con Machlowitz (1981), de trabajoholismo; con Zelinski (1997) del " placer de no trabajar" y con Killinger (1991) de " adicción al trabajo" ; con la Constitución Española y otras muchas, de " derecho al trabajo" y de " deber de trabajar" ; con la economía, de " mercado de trabajo" ; con Gorz (1988), de la " invención del trabajo" por la modernidad, y con Meda (1995) del trabajo como valor en peligro de extinción; con Bidet y Texier (1995) de crisis del trabajo; con Rifkin (1996), del " fin del trabajo" , y con Castillo (1998) del descubrimiento de nuevas formas de trabajo fluido e invisible; con Sennet (1998), de corrosión del carácter por el trabajo en el nuevo capitalismo; con Hirigoyen (2001), de acoso moral en el trabajo favorecido por la organización flexible del mismo; con Howard (1995), de la naturaleza cambiante del trabajo; con Castells (2000), de transformación del trabajo y del empleo en la sociedad red y, con manifestaciones sindicales de un reciente 1 de Mayo, de que sin " trabajo no hay futuro" .

A esta pluralidad de contextos de uso cabe añadir el carácter polifacético del mismo trabajo:

· Nos referimos al trabajo como una actividad o una tarea (" estoy trabajando duro" ), como una situación ocupacional (" he encontrado un trabajo" ), como un ambiente o contexto físico (" trabajo al aire libre, puesto de trabajo" ), como una técnica o método de producción (" trabajo artesanal, trabajo a destajo" ), como un significado subjetivo (" tengo derecho a trabajar" ), como una actitud o creencia (" es bueno trabajar" ), como un resultado (" he hecho un buen trabajo" ), como un valor (" el trabajo es lo más importante en mi vida" ), como estructuración temporal (" es hora de trabajar" ), como símbolo social y cultural (" posee un buen trabajo, los japoneses son trabajadores" ), como coste o esfuerzo (" ha supuesto mucho trabajo" ), como intercambio social y económico (" lo ha recibido a cambio de su trabajo, vive de su trabajo" ), como ética (" el trabajo redime" ), etc...

Peiró, J. M.: Prieto, F. (eds.) (1996). Tratado de Psicología del Trabajo (vol. 1). Madrid: Síntesis.

Esta apariencia de fenómeno universal, ubicuo y eterno, que todo lo invade y todo lo atraviesa, confiere al trabajo la connotación de fenómeno tan natural como la misma vida humana, al que cada cultura da sólo su toque característico. La cuestión que se nos plantea al respecto es la de si trabajar significa lo mismo para todo el mundo en no importa qué contexto. En otros términos:

Este significante universal ¿remite a una misma y sola experiencia básica o se refiere a muchas realidades distintas- ¿Se trata, al menos, de un denominador común o de un cajón de sastre que alberga realidades heterogéneas-

Las múltiples variedades dialectales habladas en la India contemporánea disponen de un amplio repertorio lexical para significar la rica gama de facetas y matices de lo que en...

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