Los presupuestos metaéticos del comunitarismo: La tensión no resuelta entre el realismo y el convencionalismo moral. A partir de la racionalidad de la moral. Un análisis crítico de los presupuestos morales del comunitarismo, de Silvina Álvarez

AutorVictoria Roca
CargoUniversidad de Alicante
Páginas293-301

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Como es sabido, la corriente de filosofía moral y política que recibe el nombre de comunitarismo nació como un proyecto crítico que implicaba cuestionar tanto la proyección normativa como los fundamentos metaéticos (el constructivismo kantiano) propios del liberalismo. aborda en su trabajo La racionalidad de la moral, entre otras, una tarea que acaba por resultar, a mi entender, especialmente ardua: sumergiéndose en los trabajos de varios autores comunitaristas (con especial atención a Taylor y MacIntyre), trata, en primer lugar, de desentrañar los postulados metaéticos comunes sobre los que descansarían los diversos juicios normativos y posiciones de filosofía política que defienden tales autores, con el fin, en segundo lugar, de localizar en una carta o mapa metaético (que la autora ha dibujado previamente a partir de un cuadro clasificatorio propuesto por Nino y de una compleja dilucidación conceptual) los presupuestos por ellos compartidos y poder, desde allí, articular un análisis crítico de los fundamentos últimos de esta corriente.

Tanto para el comunitarismo como para el liberalismo es una cuestión crucial explicar los fundamentos metaéticos que confieren autoridad a los juicios morales, puesto que las propuestas de estas Page 294 corrientes tienen un alcance normativo que pretende no ser arbitrario, pretende una justificación objetiva de los principios defendidos (, 2002: 36-37) (aunque, añadiría yo, acabe por limitarse a una no arbitrariedad absoluta en el caso del comunitarismo si, al final, consideramos que sus presupuestos son más bien, como parece concluir la autora, los del subjetivismo convencionalista que los del realismo moral): apelando a los recursos que el agente racional tiene para llevar a cabo sus propias elecciones, en el caso del liberalismo y a razones externas al agente que remiten a la tradición, la cultura, la historia, los horizontes de sentido de una comunidad, en el caso del comunitarismo.

Si bien la indagación de los presupuestos del comunitarismo lleva a explorar numerosos problemas que aparecen profundamente analizados en el capítulo I ("Modelos de fundamentación de la moral") y 11 ("Identidad personal y agente moral") de su trabajo, la brevedad de estas páginas que ahora escribo exige que limite mis pretensiones a tratar de reconstruir -y valorar- la argumentación dé la autora en su intento por ver en qué medida 1) es posible suscribir la crítica que Nino dirigía al comunitarismo según la cual esta corriente incurre en una radical contradicción cuando, defendiendo una posición metaética relativista y convencionalista, critica la cultura vigente por incorporar como elementos esenciales los presupuestos del liberalismo kantiano, o 2) si lo que sucede es más bien que una reconstrucción en clave meramente relativista-convencionalista del comunitarismo no resulta plausible y, por lo tanto, resultan injustas las críticas acerca de su inconsistencia interna. Si hubiera suficientes argumentos para apoyar este otro tipo de reconstrucción podría suceder que el comunitarismo en realidad fuera un intento a partir de un fundamento no relativista por cambiar los presupuestos del liberalismo kantiano incorporados a la cultura vigente, o 3) -como creo que puede reconstruirse retrospectivamente la argumentación de la autora- no es posible pronunciarse de forma concluyente acerca de 1) y 2) porque el comunitarismo no resuelve las bases de su propuesta y aunque hay elementos que nos permiten su reconstrucción en términos de realismo moral, ese realismo viene tan unido al horizonte moral comunitario que la reconstrucción de sus presupuestos que acaba por resultar más plausible es la que los presenta como una teoría metaética subjetivista-convencionalista; cuyos fundamentos entonces coinciden no con el objetivismo (una de las tesis implicadas por el realismo es el objetivismo valorativo) sino con el relativismo moral.

En cualquier caso, los puntos débiles de los postulados metaéticos del comunitarismo no han de llevar, sin embargo, a suscribir la solidez del proyecto constructivista que intentaban atacar si, tal, y como parece apuntar la autora (siguiendo en parte a Bayón 1991), el constructivismo no es una tercera vía que eluda satisfactoriamente los problemas que se le presentan de un lado al objetivismo. (que deriva el valor de verdad de los juicios morales -o, más exactamente, su valor Page 295 de corrección, en el caso del objetivismo constructivista- de la capacidad de racionalidad de los agentes), al no permitir explicar satisfactoriamente cómo se derivan contenidos sustantivos por sí mismos valiosos a partir de la sola capacidad racional, y de otro al subjetivismo, cuando -al negar un "punto de vista imparcial" o "punto de vista no-particular"- acaba finalmente (en contra de la opinión de Bayón 1991) por apoyarse sobre unas poco plausibles bases relativistas de fundamentación de la moral.

El capítulo I "Modelos de fundamentación de la moral" es un capítulo- inevitablemente- complejo pero, al mismo tiempo, el lector concluye su estudio con la impresión de que el análisis de la autora le ha permitido ver 1) dónde están los problemas en el trazado de un mapa que pueda resultar útil para entender y confrontar los presupuestos metaéticos de diferentes teorías, y 2) de dónde vienen las dificultades para la reconstrucción, bajo una teoría unitaria...

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