Sardineras: visión antropológica económica de una forma de distribución del pescado

AutorJuan A. Rubio-Ardanaz
CargoDepartamento de Psicología Social y Metodología de las Ciencias. Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unib
Páginas08

1. Introducción

Las argumentaciones sobre el papel de la mujer en el trabajo pesquero, su presencia y espacio, las funciones desempeñadas, la importancia de éstas y en definitiva el lugar ocupado, también han ido completando el diversificado cuadro teórico de la antropología social y cultural. Si nos ceñimos al ámbito antropológico de la pesca, encontraremos trabajos que se preocupan por describir labores entendidas como parte sustancial de la cultura tradicional. Se trata de una manera de ver la cuestión preocupada por demostrar que existe o han existido maneras y formas culturales que responden a lógicas diferentes y más cercanas a modelos de pesca supuestamente tradicionales. El análisis se reduce por lo general a un mero ejercicio con el que contrastar ciertas situaciones con otras actuales, totalmente ajeno a cualquier concepto con el que aproximarse a las formas o modelos de producción en vigor. En este sentido las relaciones con el mercado por ejemplo, son tratadas desde una visión en la que la base del funcionamiento social queda remitida a las costumbres y la tradición. El juego establecido entre las partes en litigio son obviadas, cerrándose el camino a la más mínima profundización capaz de ir descubriendo las relaciones sociales vividas por los grupos y en definitiva los protagonistas de cada situación.

Esta forma de contemplar la cuestión sin embargo, contrasta con visiones más dinámicas que arrancan desde perspectivas basadas en modelos funcionales y estructurales además de aquellas de corte materialista histórico. En contrapartida, ahora se constata un esfuerzo por llegar a explicaciones de un carácter más relacional. Sería en esta dirección y dentro del espacio antropológico económico, como proponemos reflexionar aquí, en torno al papel desempeñado por la mujer en el ámbito del trabajo pesquero. Concretamente en lo referente a una función hasta hace muy poco (años 90) tan importante, como la correspondiente a la distribución del pescado realizado por las sardineras.

Para ello nos serviremos de datos obtenidos sobre el terreno, durante un trabajo de, campo realizado en la localidad vizcaína de Santurtzi durante la década de los noventa. Cronológicamente se trata de un momento en el que se llega a una ruptura definitiva entre situaciones que se habían venido manteniendo y en cuya dinámica, las mujeres dedicadas a este oficio llegan finalmente a una fase de desplazamiento definitivo. Partimos del interés legítimo -desde el punto de vista antropológico- por el cambio social y cultural, para llegar a descifrar el porqué de este desenlace.

La pregunta básica se puede resumir diciendo, ¿por qué llega a su fin la profesión?, ¿cómo es posible que un oficio de una raigambre y vinculación supuestamente tan tradicionales pueda finalmente desaparecer? Cuestiones que adquieren todavía mayor peso específico puesto que el cambio referente a la situación de la mujer, contrastará con el mantenimiento -aunque con importantes transformaciones- de la profesión pescadora. Como vemos el análisis del cambio exige entrar de manera detallada en la propia dinámica que da vigencia y continuidad al trabajo pescador.

Antes no obstante, conviene aclarar nuestro planteamiento teórico que como ya hemos indicado coincide con aquella línea que trata de superar la concepción culturalista. Sin embargo, dicho intento bastante más complejo, se puede plasmar en un abanico de esfuerzos que en el campo de la antropología económica, a lo largo de los años se ha ido polarizando fundamentalmente en torno a las perspectivas formalista, sustantivista y aquella basada en el materialismo histórico.

1. Planteamientos formal y sustantivo de la cuestión

Hablar del papel desempeñado por la mujer en la venta de pescado nos conduce a considerar un momento fundamental del proceso económico tal y como es el correspondiente a la distribución. La puesta en el mercado de un producto tan peculiar en un marco tan concreto como el de la pesca costera -no olvidemos que el pescado exige una rápida transformación- implica sobre todo una acción ágil y dinámica capaz de conseguir un acceso lo más directo posible a un mercado local del que se nutre principalmente el pequeño consumidor. Estamos ante un producto muy particular, la denominada «pesca para fresco» cuya puesta en circulación hasta no hace demasiado tiempo, exigía un entramado no demasiado complejo.

Es en dicho entramado donde se localiza una pieza fundamental tal y como es el trabajo de las mujeres «vendedoras de pescado» o «sardineras». Éstas desde antiguo, ejercen esta función y para ello, desde una relación que pasa en primera instancia por la pertenencia al colectivo arrantzale (con sus grupos de intereses distintos), se establece una importante interrelación con el exterior. Todo ello en el marco de la urgencia, exigida primero por un producto muy perecedero y segundo, por la conciencia de que el pescado no llena ni mucho menos el abanico de bienes y servicios que deben conseguir los pescadores -hombres y mujeres- a la hora de cubrir sus necesidades. Esto coincide con la célebre afirmación de R. Firth según la cual éstos no solamente viven del pescado, realidad que les conduce a intercambiar sus productos y aspecto -el de las relaciones e implicaciones con el mercado- al que el mencionado antropólogo dedicaría buena parte de sus labores de investigación. Como vemos estamos ante peculiaridades del mundo pescador, donde destaca su interrelación y apertura, hacia el exterior. Las mujeres establecen en buena medida muchos de los vínculos con el medio externo al grupo. Se deben dirigir a él y en él deben vender el pescado capturado por los hombres.

Este tipo de aspectos implica una serie de comportamientos y estrategias donde por ejemplo llaman la atención, tanto formas de ser, como la puesta en marcha de ciertas habilidades, como en ocasiones por ejemplo la picardía, el saber regatear, etcétera1. Junto a esto, es innegable la importancia del propio hecho de tener que adquirir y comprar su pescado para luego acudir a unos puntos de venta bien calculados y estratégicamente situados, sin cuyo acceso quedaría seriamente limitada la consecución de los recursos. Estos dos parámetros, uno en torno a aspectos de la personalidad y las estrategias muchas veces comportamentales y otro, referente a la función jugada «en» y «por» el mercado, precisamente nos llevan hasta dos maneras de consideración teórica de la cultura y sociedad pescadoras en el seno de la antropología económica. Nos referimos a los planteamientos configurados alrededor de dos polos explicativos de lo económico tal y como son el formal y el sustantivo.

Un recorrido a través de los principales trabajos realizados desde estas orientaciones nos muestra aspectos que debemos tener en cuenta a la hora de componer, no solamente el tratamiento de la mujer pescadora en el cuadro antropológico, sino económico antropológico en general. Es así como hallamos prácticamente desde los primeros pasos del formalismo una definición al respecto en la que lo importante sería llegar a conocer cuál es la asignación de recursos escasos susceptibles de usos alternativos. Y en este sentido tanto el trabajo pesquero en su conjunto, como el de la venta del pescado en particular, en la que está implicada la mano de obra femenina, en teoría aparecerían fines concretos jerarquizados por orden de preferencia. Al respecto estas mujeres al igual que cualquier otro agente económico, supuestamente buscarían la optimización de los recursos.

El enfoque dado a la cuestión, encuentra su base en la idea de la existencia de una conducta económica racional, que parte de la mente de las personas y que en el caso de las sardineras, toma una serie de contenidos relacionados con un ambiente sociocultural preciso. Su trabajo, su movimiento, localización en puntos de venta bien calculados, sus estrategias y habilidades para el regateo con los clientes y clientas, etcétera, persiguen en buena parte, pura y simplemente, una ganancia en efectivo que solamente se alcanzará en tanto en cuanto se seleccionen de manera adecuada los recursos pertinentes.

La vía señalada, en lo que toca al trabajo antropológico y a la investigación etnográfica se orientará hacia el descubrimiento de las conductas económicas que adoptarán en este caso concreto las sardineras. Comprobamos en esta insistencia por estudiar las bases económicas, tres argumentos fundamentales. Primero, la consideración de su actividad económica como aquella acción consistente en aplicar unos medios limitados a fines alternativos. En segundo lugar, pensar que esta aplicación aparecerá regida por una serie de principios de selección natural, y tercero suponer un claro objetivo por parte de todos los hombres y mujeres implicados que se resume en el intento de maximizar sus satisfacciones2.

Esta manera de plantear los objetivos para la investigación antropológica va a diferir de aquellas inspiradas en el culturalismo clásico cuya repercusión fue muy amplia en virtud de aspectos interesantes (difusión, permanencia cultural, relativismo, etcétera), pero en los que la cultura era tomada como el determinante fundamental de la dinámica social.

De todas formas es pertinente remarcar en el caso de la pesca, cómo el objetivo primordial se estableció en torno al aspecto económico y R. Firth fue precisamente un claro ejemplo de esta afirmación. Su mérito no residió en ir contracorriente en un momento en el que se primaban los estudios en el terreno rural -en comparación con lo que sucede en el pesquero-, sino también en el desmarcamiento de temáticas como las de los ámbitos religioso, político, o el relativo al parentesco. Desde el planteamiento formalista se llegará a poner en marcha una antropología económica, definida como el estudio en la amplia esfera de la actividad humana, de los recursos económicos, sus límites y sus usos, incluyendo la organización que les sitúa de una manera racional en relación con las necesidades3.

El...

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