Las Crónicas de Enriq: Ricard en el Infierno

AutorJorge Ramiro Pírez Suárez
Páginas67-73
Las Crónicas de Enriq:
Ricard en el Infierno
Ricard Bergés deja el móvil sobre la barra, Enriq todavía no ha
llamado pero él intuye que va a llegar tarde. Habían quedado en
verse en un bar de Villagarcía de Arousa llamado O Inferno de Pe-
pinho, un ritual anual de dos amigos de toda la vida, que culminaría
de manera inexorable con una borrachera monumental y una visita
a Selene y sus chicas.
El bar es un lugar pequeño y claustrofóbico, las conversaciones
inconexas se aglutinan formando un murmullo distante y cacofóni-
co. En esa sofocante estridencia Ricard pela la piel de una alita de
pollo churrascada. A su lado, un hombre tosco y enjuto, de barba
frondosa devora una enorme pieza de cochinillo.
¿No se come al piel, es lo más sabroso?- Pregunta el hombre, su
voz grave como surgida de una caverna de infinita profundidad, su
acento gallego inexpugnable y hosco.
Es lo que más engorda- Comenta Ricard.
¿Usted también tiene una cita esta noche? Yo voy a conocer a mi
amor-El hombre ríe de manera gutural y grotesca, y Ricard contempla
lo que parecen un par de colmillos. Ese hombre se parece a un Hom-
bre-Lobo… ¡Debo estar en el infierno!- Piensa para sus adentros.
Pero el infierno para Ricard es un lugar tangible y real; el barrio
donde creció. Un barrio humilde, rodeado de pobreza y decadencia
en la Barcelona más sórdida. Ricard vivía con sus abuelos en el piso
cuarto de unas viviendas de protección oficial. Su padre estaba en la
cárcel por tráfico de drogas y su madre viajando con la secta brasile-
ña “Os filhos de Deus”. Ricard y sus amigos pasaban el día en la ca-
lle, entre graffittis, litros de cerveza y partidos de fútbol. El sueño de

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