Las relaciones entre el buen gobierno y la responsabilidad social

AutorGarcía Caba, Miguel María
Cargo del AutorDoctor en Derecho. Abogado. Asesor Jurídico de la Liga Nacional de Fútbol Profesional
Páginas79-104

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1. El buen gobierno de las sociedades y su proyección en la esfera jurídica como ejercicio socialmente responsable99

Uno de los temas más importantes, interesantes y, sin duda, polémicos de estos últimos años ha sido el debate abierto en diferentes ámbitos sobre las funciones y el papel que deben desempeñar los órganos de gobierno de las sociedades mercantiles100. Lo que hoy se conoce como «Buen Gobierno» o «Gobierno Corporativo» puede ser entendido como todo un marco de objetivos y comportamientos que ponen precisamente en el «posible» el acento limitativo y ético en el que se pueden encuadrar todos los demás compromisos que surgen en la cadena de generación de valores añadidos que todo ente organizativo en su activi-

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dad procura, bien sea una empresa, una Administración pública o una entidad deportiva101.

Este debate podemos encuadrarlo dentro del «movimiento de reforma» iniciado hace algo más de 20 años, conocido generalmente bajo la denominación inglesa de «Corporate Governance» o «Gobierno de las Sociedades»102. Esta expresión engloba toda una serie de reglas o recomendaciones para mejorar la dirección y gestión de las sociedades, especialmente de aquellas que apelan a los mercados de capitales103. Como todo el mundo sabe, este movimiento de reforma tuvo su origen en los Estados Unidos, extendiéndose en la década de los noventa a otros países de diversas partes del mundo y, entre ellas, a España104.

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La preocupación internacional por el buen gobierno corporativo arranca, pues, de un deficiente funcionamiento de las sociedades cotizadas y de los mercados de valores, existiendo ejemplos especialmente notorios de ese mal funcionamiento105. Al margen de otras consideraciones presentes en la irrupción de esa tendencia, el «corporate governance» viene impulsado por un criterio de oportunidad y como una elogiable reacción ante una casuística desgraciada y repetida, que ponía de manifiesto una actuación negligente y, en no pocas ocasiones, abiertamente desleal de los administradores de algunas de esas sociedades. De ahí que ya no pueda discutirse que la regulación y consecución de un buen gobierno va más allá de la consideración de los intereses particulares afectados ya que entronca con intereses que cabe calificar como generales106.

Contemplados los dos términos, uno junto al otro -buen gobierno y responsabilidad social-, se puede intuir de forma inmediata una primera relación entre ambos: el buen gobierno entra dentro de la responsabilidad social de las organizaciones, o dicho de otra forma, se es socialmente responsable aplicando un buen gobierno. No quiere decir esto, sin embargo, que la responsabilidad social consista exclusivamente en tener un buen gobierno, ni que el buen gobierno se encuentre constreñido a aspectos relacionados con la responsabilidad social. Del análisis semántico del término «bueno» cabría destacar dos significaciones: 1. «Que tiene bondad o natural inclinación a hacer el bien». 2. «Útil y a propósito para alguna cosa o fin»107.

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El primer significado posee una relación más estrecha con lo que podríamos llamar la variante ética o moral que nos llevaría, en su aproximación al mundo de las organizaciones, a los aspectos más elevados de los «principios y valores». Por su parte, la segunda acepción nos introduce en el utilitarismo o aspecto instrumental de generación de «valor» conforme a unos estándares u objetivos108. Por su parte, el término «gobierno» significa «acción y efecto de guiar y dirigir o regir una cosa», según el diccionario de la Real Academia Española. Por lo tanto, del análisis terminológico, sin más, conforme a los citados significados podríamos deducir que «buen gobierno» es «la acción y efecto de guiar y dirigir, o regir una cosa, desde la natural inclinación a hacer el bien, útil y a propósito para alcanzar algún fin»109.

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En un ejercicio de síntesis podríamos decir que «responsabilidad social» sería «la capacidad existente en toda organización para reconocer las consecuencias de un hecho realizado libremente, respondiendo del mismo ante la sociedad en general y ante otras partes implicadas como pudieran ser socios, compañeros, compañía o aliados»110. En definitiva, el buen gobierno sería centrípedo y la RSE más bien centrífuga. Si cogemos ahora las definiciones propuestas de «buen gobierno» y «responsabilidad social» e intentamos descubrir alguna implicación de su análisis comparado podríamos decir que para las organizaciones:

1) El buen gobierno ha de generar, generalmente, responsabilidad social siempre que el fin que se pretenda alcanzar reconozca el interés (el bien) de la sociedad y responda ante ella, así como ante las otras partes afectadas por su acción (la propia organización con sus propietarios-accionistas, empleados, clientes, proveedores, administración pública, etc.)

2) La responsabilidad social genera buen gobierno, en tanto en cuanto, la capacidad de reconocer las consecuencias de un hecho y responder de él ante la sociedad y otras partes interesadas, sintoniza con la natural preocupación por hacer el bien del buen gobierno.

Por otro lado, se entiende por gobierno de las empresas la forma en que éstas se organizan, son dirigidas y controladas para alcanzar unos fines determinados. En términos generales, y desde la perspectiva causaefecto, la consecución de estos fines por medio de dicho gobierno otorgaría a éste el calificativo de «bueno». Podríamos decir, por lo tanto, que el gobierno de la empresa es un instrumento para alcanzar los fines fijados, encontrándose en éstos la inspiración última o razón de ser de aquel. En función del tipo de fines (misión) que se fijen tendremos un gobierno de la empresa orientado en un sentido o en otro111.

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Frente a la teoría de los accionistas o financiera, que identifica como fin último de la empresa la creación de riqueza para sus propietarios, nos encontramos con la teoría de los interesados, stakeholders (partícipes) o enfoque pluralista, como ya se ha indicado en el punto anterior, que concibe la legitimidad de la empresa desde la perspectiva de crear riqueza para el conjunto de la sociedad y bienestar para los distintos grupos de interés, es decir, lo que generalmente se denomina responsabilidad social de la empresa. Modelo de empresa en el que se combina eficiencia y equidad para favorecer la creación de riqueza neta total a largo plazo y de modo sostenible, preservando el capital medioambiental y el capital físico, financiero e intelectual de la organización112.

La Comisión Europea, por medio de diversas comunicaciones y foros -Libro Verde (2001), Comunicación (2002), Foro Multilateral (2003)- ha definido la responsabilidad social de las empresas como la «integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores». Como refuerzo de la definición y del planteamiento de empresa que ésta sugiere, la Comisión remitió al Parlamento Europeo en el mes de marzo del año pasado una nueva Comunicación sobre como «Poner en práctica la asociación para el crecimiento y el empleo: hacer de Europa un polo de excelencia de la responsabilidad social de las empresas». En ella, se proponen una serie de medidas para fomentar la extensión de las prácticas de la RSE113.

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Los grupos de interés, partes interesadas, interesados o stakeholders, según se prefiera, son aquellos grupos sociales e individuos afectados de una u otra forma por la existencia y acción de la empresa, con un interés legítimo, directo o indirecto, por la marcha de ésta, que influyen a su vez en la consecución de los objetivos marcados y su supervivencia. La RSE o modelo de empresa basado en la responsabilidad social parte de la concepción social de ésta, en la que la defensa de los intereses colectivos prima sobre el lucro personal y en la que la integridad moral y el respeto a los demás se convierten en ley universal primigenia, por encima de cualquier otro fin imaginable. La obtención de beneficios empresariales son una consecuencia de este comportamiento moral superior que, por otro lado, garantiza el bienestar del individuo de manera sostenible114.

Por otra parte, si se tiene presente el entramado de relaciones explícitas e implícitas y la red de inversiones específicas que se dan en una organización empresarial, hemos de reconocer que, no sólo los accionistas son los únicos que asumen riesgos o son titulares de todos los derechos de control, incluida la facultad de apropiarse del total del beneficio. Los acreedores también asumen riesgos específicos relevantes, así como los clientes, proveedores, empleados y, en distinta medida, las administraciones públicas o las comunidades territoriales115.

2. Buen gobierno y responsabilidad social

Una de las definiciones de gobierno corporativo establece que buen gobierno significa conseguir que quien decide en la empresa interiorice las consecuencias de sus decisiones para todos los interesados116, definición que suscribirían muchos de los teóricos de la empresa socialmen-

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te responsable, según el profesor Salas117. Desde el momento que...

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