Recensión a la obra El origen de los delitos. Introducción al estudio y explicación de la criminalidad, de Santiago Redondo Illescas, Valencia, 2015

AutorLorenzo Morillas Cuevas
CargoUniversidad de Granada
Páginas349-355

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Santiago Redondo Illesca en su permanente línea de calidad científica, de rigor en sus planteamiento y de compromiso activo con la más moderna Criminología nos ofrece un relevante estudio sobre uno de los temas de mayor interés no solo para la Ciencia Criminológica sino también para la Ciencia del Derecho penal y disciplinas afines al análisis empírico de la realidad delictiva. Y lo hace sobre la cuestión nuclear del problema, de su fundamento, de su referencia inmediata precisamente acerca del origen de los delitos y la explicación de la criminalidad. Dualidad conceptual de no fácil concreción, dispersa a través de la tradición científica, controvertida en sus diversos planteamientos y necesitada de estudios rigurosos y de enfoques multidisciplinares.

Y ahí es donde el libro que valoro adquiere su verdadera e importante dimensión. Para mí, penalista, de tradición dogmática, aprendiz de criminólogo, espero eso sí que aventajado, es un auténtico placer intelectual escribir esta reseña bibliográfica a un excelente libro de un contrastado maestro.

Tradicionalmente el delito como objeto de las Ciencias relacionadas con la delincuencia ha sido examinado desde una doble perspectiva separadora y estancada en moldes de reflexión formalista con precisiones normativas, valores, deber ser, o con referencias denominadas reales, como si las anteriores no lo fueran, psíquicas, físicas. Ni que decir tiene que en pleno siglo XXI esta es una visión incompleta, anquilosada en concepciones neutras y especialmente analíticas. Por ello el acercamiento

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interdisciplinar, la comunión e intercambio de diferenciadas hipótesis de especializados planteamientos enriquecen la ciencia, la investigación y la exigente necesidad de que la actividad intelectual sea aplicable a las realidades sociales, única manera de mejorar los sistemas y de conseguir una sociedad más solidaria, más igualitaria y más sensible a las raíces y causas de la delincuencia para de este modo poder afrontarla y prevenirla con parámetros de sensibilidad social hacia un fenómeno continuado en el tiempo, escasamente explicado, manipuladamente descrito, a veces, por los cauces de información oficialistas.

Ante esta necesidad de estudios rigurosos sobre el delito y la criminalidad, Santiago Redondo nos ofrece una trascendente reflexión acerca de tan relevantes cuestiones y lo realiza para llegar a su propuesta final en lo que denomina Modelo del triple riesgo delictivo (Modelo TRD), como teoría criminológica integradora, que presenta tres condicionantes o exigencias previas de imprescindible cumplimiento para una adecuada socialización e integración social efectiva de los ciudadanos que evite comportamientos antisociales y delictivos -sobre todo estos últimos porque aquellos no dejan de ser, al menos para mí, complejos en su concreción y, en muchos casos, dependen del modelo social que se desarrolle y acepte-: a) la primera relacionada con el propio sujeto y sus capacidades intelectivas y psíquicas, aptitud mental e inteligencia suficientes, capacidad de aprendizaje, equilibrio psicológico, etc.; b) la segunda, de estructura social, se centra en la posibilidad de contar a lo largo de la vida con apoyo de este tipo, es decir, familiar, escolar, laboral, afectivo, entre otros; c) la tercera, acerca de los factores externos de protección frente a las oportunidades infractoras frecuentes e intensas que se le puedan presentar a lo largo de su vida.

Acerca de lo dicho, mejor sobre las dinámicas e interacciones entre los diversos riesgos que el incumplimiento de las anteriores premisas pueden producir...

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